El compromiso de los laicos con el espíritu y el carisma, que Don Orione dejó para toda la humanidad y para la Iglesia, tiene sus raíces históricas en la especial sensibilidad y en la voluntad del propio San Luis Orione.
De hecho, en su vida, se puede ver cómo él mismo implicó a los laicos desde los inicios de la fundación de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, les formó espiritualmente, les preparó para colaborar dentro y fuera de sus mismas obras en el apostolado de la caridad que abre los ojos de la fe y que aprieta a los pequeños, a los pobres y al pueblo hacia la Iglesia y al Papa, para Instaurare omnia in Christo. Un carisma como el de San Luis Orione es un don particular del Espíritu Santo para seguir a Jesucristo y vivir el Evangelio al estilo orionita. Siempre para el bien de todos y en sintonía con la misión de la Iglesia y es por tanto católico, es decir, destinado a todos los pueblos, culturas y situaciones históricas.
Para realizar el "sueño" de llevar el
Evangelio y la caridad a todos los pueblos, Don Orione entendió perfectamente
que debía buscar la colaboración y la corresponsabilidad de los laicos; ellos
podrían tomar parte en las actividades de la Pequeña Obra en el campo de las
realidades temporales con los religiosos y religiosas e ir allí donde estos no
pudieran llegar, asegurando así la presencia de la Iglesia en el servicio
misionero y apostólico de la caridad.
Él, fue un pionero de la vocación de los laicos
invitándoles a participar en la vida y en la misión de la PODP.(pequeña Obra de
la Divina Providencia)
Muchos son los momentos y acontecimientos que ÉL
vivió junto a los laicos, a quienes siempre distinguió como actores centrales
de su gran obra
Se encontraba con sus amigos y colaboradores
para escucharles y confortarles paternalmente.En sus últimos años de vida se dedicó a
organizar jornadas de retiro para ellos. Todo esto se debe a la profunda
intuición de que el pueblo cristiano es el verdadero artífice de la renovación
de la sociedad.
La atención particular, afectuosa y paternal de Don Orione con los laicos, se ve reflejada en muchos de sus escritos y cartas personales en las que no dejaba de infundirles parte de las aspiraciones de su espíritu y les ayudaba con sus consejos.
Es
preciso destacar a Orione siendo joven y aun clérigo, en 1890, ya participaba
de dos asociaciones laicales: la conferencia de S. Vicente de Paul y la
Sociedad de Socorros Mutuos “San Marziano”.
Su
primer colegio de “San Bernardino” (1893) en Tortona, fue fundado como un
“Convitto Paterno”, por iniciativa de una “Asociación de Padres”, y dirigido
por Don Orione con la ayuda de laicos de buena voluntad.
Organizó
a los laicos en las asociaciones de las «Damas de la Divina Providencia», los
«Ex Alumnos» y los «Amigos».
Tambien,
en 1899 en Turín, Don Orione lanzó el proyecto de la primera Asociación
femenina: (relata en un escrito de la época “En torno a
nuestro Instituto surgen las Damas de la Divina Providencia, una gran
asociación donde todas las almas se unen en las obras de caridad, y en un mismo
espíritu de abnegación y sacrificio”.)
A su
vez, ya en las Constituciones manuscritas de 1904, Don Orione prevé una forma
de consagración para los laicos que “anhelan con toda el alma alcanzar la
perfección, y que estarían dispuestos a hacer los votos, si les fuera
permitido”. Este deseo del Fundador se ha hecho realidad a través del Instituto
Secular Orionita.
Don
Orione veía a los Ex alumnos “como apóstoles”; muchos de ellos, en la vida
civil, continúan siendo, como laicos, parte viva de la Familia Orionita.
A
través de la correspondencia personal y de la formación de una Asociación
(1934), cultivó en ellos una permanente participación en la vida y en los
ideales de la Pequeña Obra. Don Orione veía claramente la necesidad de trabajar
codo a codo con los laicos, como queda reflejado en este fragmento de una carta
suya.
Es
notable la capacidad del Fundador para cuidar de los Amigos, a los que veía
como verdaderos discípulos y colaboradores. En la relación cotidiana, los
guiaba y formaba, los comprometía en las obras de caridad y los animaba en lo
que era propio de su estado y profesión.
Después
de su muerte, todas estas iniciativas, fueron continuadas por muchos de sus
discípulos, atendiendo también a los progresivos cambios de las condiciones
sociales y del sentir eclesial, hasta llegar a esta realidad que hoy se llama
Movimiento Laical Orionita.