SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


domingo, 12 de noviembre de 2023

13 NOVIEMBRE DE 1921,DON ORIONE LLEGA A LA ARGENTINA


Don Luis Orione había viajado a la Argentina por invitación de Mons. Maurilio Silvani, secretario de la Nunciatura Apostólica, a quien había conocido en Italia. En la carta de invitación le decía: “Aquí hay para elegir. Monseñor Francisco Alberti, obispo electo de La Plata, le costea el viaje y se encarga de conseguirle una buena residencia, lo más cercana posible a la capital argentina; se habla de ofrecerle un orfelinato en Mar del Plata, una colonia agrícola en Pergamino... pero venga, venga pronto, en noviembre, que en Argentina es el mes de la Virgen María y de las flores. Aquí no hay nada para los pobres, no hay nada para los niños abandonados, para los desamparados...”

Desde hacía unos meses, Don Orione se encontraba en Brasil, acompañando a sus religiosos que años atrás habían comenzado una misión allí. De modo que al recibir la carta, acepta la propuesta. Finalmente, la noche del domingo 13 de noviembre de 1921 desembarca en el puerto de Buenos Aires. Lo recibe Mons. Silvani y lo acompaña hasta la casa de los Padres Redentoristas, anexa a la iglesia de las Victorias, en pleno centro de Buenos Aires. Allí se traslada con sus sueños a cuesta, con incertidumbres y expectativas alimentadas a base de una gran certeza: Dios sabía muy bien lo que estaba haciendo...

Pisó suelo argentino por primera vez el 13 de noviembre de 1921. Al día siguiente monseñor Alberti, obispo de La Plata, le propuso aceptar la iglesia de Victoria (capellanía de San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires). La iglesia y la casa estaban abandonadas por falta de sacerdote. Le ofrecían numerosas obras y Don Orione, misionero de corazón sin fronteras, no podía elegir una y dejar otras.

En primer lugar fue a visitar la iglesia donde algo asombroso pasó: lo acompañaban Mons. Silvani, el P. Cullen y el P. Maximiliano Pérez en lo que sería un momento inolvidable: “Y mientras nosotros –escribiría después monseñor Silvani– observábamos y admirábamos las bellas líneas de la iglesia, [Don Orione] pareció perder el conocimiento; vimos que se separaba, con los brazos en alto y lo escuchamos gritar, como nunca lo habíamos escuchado, de alegría y entusiasmo, y como un niño lo vimos correr gritando siempre hacia la imagen de la Virgen que había llamado su atención y arrodillarse y rezar, conmovido y casi transfigurado... No entendíamos y le preguntamos por qué tanta efusión; él, señalando a la Virgen de la Guardia en el altar, dijo: ‘Pero ¿acaso no lo ven? ¡Es la Virgen de la Guardia! Vine a Argentina con la intención de edificar una iglesia a la Virgen, pero la Virgen fue más diligente que yo y me la da ya hecha... Cuando partí de Génova prometí consagrarle todas mis obras en América y ahora me siento feliz de verla honrada aquí’. Y dijo que aceptaba la iglesia sin pensarlo siquiera”. La Providencia, esa amiga inseparable de Don Orione, disponía todo lo necesario para que ese hombre con corazón de niño, ese sacerdote alegre y apasionado, ese soñador santo, hiciera la voluntad de Dios en tierra argentina.

Presencia orionita en Argentina

Fue el mismo Don Orione quien puso los cimientos de la Congregación en esta tierra argentina a la que amó hasta el punto de considerarla su segunda patria, entregando sin límites su esfuerzo y su corazón en favor de la atención a los más necesitados.

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA


 

1)    Del Decreto de la Congregación del culto Divino y Disciplina Sacramental (Celebración de la Bienaventurada Virgen Maria 11/02/2018)

 

María, solícita guía de la Iglesia naciente, inició la propia misión materna ya en el cenáculo, orando con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo (cf. Hc 1,14). Con este sentimiento, la piedad cristiana ha honrado a María, en el curso de los siglos, con los títulos, de alguna manera equivalentes, de Madre de los discípulos, de los fieles, de los creyentes, de todos los que renacen en Cristo y también «Madre de la Iglesia», como aparece en textos de algunos autores espirituales e incluso en el magisterio de Benedicto XIV y León XIII

 

2)   De los escritos de Don Orione[1] 

 

La revista “La Virgen” de marzo de 1905, publicaba este artículo, que había aparecido en mayo de 1903, en la revista de la Obra diocesana tortonesa del Sagrado Corazón.

Recemos, pues, hermanos; corramos a los pies de la Virgen, donde se desparraman sobre toda la tierra las aguas vivas de la piedad y el  suave amor de Dios.

A Ella, que ha aplastado la cabeza de la serpiente, le está reservada la gloria de vencerla nuevamente en las nuevas herejías. La voz que nos invita a levantar los corazones en alto, a rezar, a amar a la Virgen, es siempre como una corriente de bálsamo refrigerante sobre el ardor de nuestras pasiones. El mundo, burlándose, hará su trabajo; nosotros, rezando, cumpliremos nuestro deber; nos fortaleceremos en el ánimo, nos formaremos a una vida, a una acción católica verdadera y duradera y apuremos el día de la restauración cristiana y de la paz. Miremos a Dios y al Santo Padre Pio X, Pastor de la Iglesia que nos guía, y hagamos que la piedad, la vida interior y espiritual entren siempre mejor en la base de nuestro trabajo. Recemos y trabajemos: sí, trabajemos también y trabajemos mucho; estemos muy atentos de tener los pies bien firmes en el Señor y nuestra cabeza y nuestro corazón entre los brazos misericordiosos de la Virgen.

Recemos y roguemos a la Virgen! Y, mañana, encontraremos acompañada del soplo divino, otra página del volumen de nuestra historia y allí leeremos, como hechos de crónica, aquellos que actualmente están entre los problemas más arduos del tiempo y de la patria: la libertad de la Iglesia y la redención de los humildes.

 

3) Oración de los Fieles:

 

Por la santa Iglesia de Dios, para que prolongue en nosotros el misterio de salvación de Cristo

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros

Por el pueblo de Dios: para que sobre el ejemplo de María Santísima, se ponga a escuchar la palabra de Dios

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros

Por el pueblo de Dios: para que mantenga siempre viva la actitud de fidelidad de María 

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros

Por esta asamblea, para que reforzada por el ejemplo y la intercesión de María persevere en el testimonio cristiano

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros



[1] DOLM Vol. II, pág. 812-813