La vida y obra de Don Orione estuvo intrínsecamente ligada a la asistencia a los inmigrantes, especialmente en sus viajes a América, visitando el Puerto de Buenos Aires en 1921, 1922 y 1934, y a los inmigrantes que llegaban al país y las personas refugiadas. Su mensaje de caridad y compasión se enfocaba en los más necesitados, un grupo donde se incluían a quienes abandonaban su tierra natal en busca de una vida mejor. y su legado continúa en la labor de las instituciones religiosas que fundó.
Fundó instituciones como "La Sagrada Familia" en el barrio de San José y el colegio "Manuel Estrada" para apoyar a los inmigrantes y a sus familias, brindando educación y ayuda material.
Su labor se caracterizó por un gran esfuerzo y dedicación para aliviar las penurias de la población, extendiendo su acción evangélica a los asentamientos de inmigrantes. Las personas refugiadas necesitan nuestra solidaridad ahora más que nunca. Solidaridad significa mantener nuestras puertas abiertas, celebrar sus puntos fuertes y sus logros, y reflexionar sobre los retos a los que se enfrentan.
La solidaridad con las personas que se ven forzadas a huir también significa encontrar soluciones a su difícil situación: poner fin a los conflictos para que puedan regresar a sus hogares en condiciones de seguridad, garantizar que tengan oportunidades de prosperar en las comunidades que les han acogido y proporcionar a los países los recursos que necesitan para incluir y apoyar a la población refugiada
Don Orione vivió y habló sobre los refugiados, de una manera asombrosa. Don Orione dijo en 1917 .., refiriéndose a las personas desplazadas por la Primera Guerra Mundial. “los pobres son siempre "nuevos". hay que pensar que, al servir a los pobres, se sirve al mismo Jesús Hay dos cosas que sólo nos lleva a mucha oración y mucha caridad. "Sólo con la caridad se salvará el mundo." Ahora donde quiera que vaya sembrando el odio y el asesinato; los surcos están llenos de odio que dividen una nación de otra, a la gente ,a las personas. Depende de nosotros llenar los surcos con el amor de Dios y el amor al prójimo. Dichosos nosotros si efectivamente somos víctimas de este amor. " (Discurso del 8 de noviembre 1917)