1) De la Catequesis del Papa Francisco (Audiencia General 23/10/2013)
María como modelo de fe. ¿En qué sentido María es un modelo para la fe de la Iglesia? Pensemos en quién fue la Virgen María: una joven judía, que esperaba con todo el corazón la redención de su pueblo. Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no sabía: en el designio del amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el mensajero de Dios la llama "llena de gracia" y le revela este proyecto. María responde "sí", y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en quien se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios.
¿Cómo ha vivido María esta fe? Vivió en la sencillez de las miles de ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada madre, en cómo ofrecer los alimentos, la ropa, la atención en el hogar... Esta misma existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se desarrolló una relación singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su hijo. El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, para guiarnos a su Hijo. María siempre ha vivido inmersa en el misterio del Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios.
Podemos hacernos una pregunta: ¿nos dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿O la creemos lejana, muy diferente a nosotros? En tiempos de dificultad, de prueba, de oscuridad, la vemos a ella como un modelo de confianza en Dios, que quiere siempre y solamente nuestro bien? Pensemos en ello, ¡tal vez nos hará bien reencontrar a María como modelo y figura de la Iglesia por esta fe que ella tenía!
2) De los escritos de Don Orione [1]
Donde el Manzoni hace sentir todo el consuelo cristiano, toda la eficacia y la belleza de la oración, es cuando describe a Lucia allá, en el castillo del Innominado. Lucia había caído en las artimañas de quien está acostumbrado a usar las armas de la violencia y la traición. Ella invoca la liberación en el nombre de Dios, por el amor de Dios. Lucia se vuelve a Aquél que tiene en las manos el corazón de los hombres y puede, cuando quiere, enternecer a los más duros. Y se puso el rosario en el cuello, casi como un signo de consagración y una salvaguardia, y sintió entrar en su ánimo cierta tranquilidad, una más amplia confianza…
Y con el nombre de su Protectora entre sus labios, Lucia se adormeció…
Y durmió un sueño tranquilo… Pero había otro en aquel castillo, alguien que no podía conciliar el sueño, y que “tenía encima una desesperación negra, de la cual no podía salir, ni aún con la muerte”: El Innominado! Y le venían a la mente las palabras que había sentido pocas horas antes: “Dios perdona tantas cosas por una obra de misericordia!” Y las recordaba no ya con aquel acento de humilde oración… y se veía adelante a Lucia no como una prisionera, no como una suplicante, sino en acto de quien dispensa gracias y consolaciones.
3) Oración de los Fieles:
María, Tú fuiste glorificada por Dios en el cuerpo y en el alma
Ruega por nosotros, María
En Ti la redención llegó a la plenitud. Cómo eres Tú, también llegaremos a ser nosotros un día
Ruega por nosotros, María
Por esto, te miramos a Ti, como un signo de segura esperanza. El amor te llevó a una verdadera comunión de vida con tu Hijo.
Ruega por nosotros, María
[1] DOLM. pág. 742 - 743