“EL CINTURÓN DE LA CARIDAD “
Nos decía el padre Raúl Trombini fdp
Hace 88 años -el 28 de abril de 1935- Don Luis Orione colocaba la Piedra Fundamental del Pequeño Cottolengo de Claypole. En su interior contenía un ladrillo de la Puerta Santa de la Basílica San Pedro que él hizo traer desde Roma como signo de su amor a la Iglesia y para hacer memoria del Año Santo que concluía en esa misma fecha.
Cuando Don Orione llegó a Claypole, describió como “una bellísima parcela de 21 hectáreas, mitad arbolada con frutales, plantas aromáticas, palmeras, eucaliptos y plátanos, y mitad campo: una ubicación muy saludable, provista de buena agua y cercana a la estación”.
Don Orione dos meses antes en el Colegio Stella Maris de Mar del Plata, habló sobre “San José Benito Cottolengo, el santo de los desamparados”. Y cuya presencia comenzaba a intuirse durante el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Buenos Aires en octubre de 1934 que –tal como registraron los diarios de la época– dejó en Don Orione el ardiente deseo de “ver fructificar la enseñanza dejada por el Congreso y abrirse aún más los brazos de la gran cruz de Palermo hasta poder erigir una institución que prolongara en Argentina la prédica, la orientación y la razón de la existencia de José Benito Cottolengo”.
Así fue. Entre los frutales y las aromáticas de Claypole brotó el Pequeño Cottolengo argentino: un retoño vigoroso que creció con la savia del Espíritu Santo y que fue regado por la generosidad de todo el pueblo.
Su crecimiento fue exponencial, hasta convertirse en la gran institución que es hoy. Y fiel al mandato de la vida que engendra vida, echó raíces fuertes y extendió sus ramas para dar nuevos frutos con nuevas semillas. Ya en abril de 1940, el Boletín del Pequeño Cottolengo publicaba que “las casas formarán con el tiempo el Cinturón de la Caridad”.