Desde
los comienzos de su apostolado, este sacerdote italiano se sintió
llamado hacia los más necesitados, abandonados, enfermos y todos
aquellos que como sociedad rechazamos. De hecho, la Congregación de los
Hijos de la Divina Providencia (éste es el nombre "oficial" de los Hijos
de Don Orione) se extiende hoy en todo el mundo como una gran familia
(sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y consagradas, laicos y
bienhechores) que brinda asistencia y amparo a aquellos que tanto amó
Don Orione, mediante obras que van desde hospitales, cottolengos,
hogares para discapacitados, centros para niños en riesgo y abandonados,
escuelas para aquellos a quienes la educación no llega, y un sinfín de
instituciones más que dan respuesta a las más diversas situaciones de
acuerdo a cada país o región.
La característica
principal de este accionar, tal como el mismo Don Orione lo quiso, es
que toda esta tarea se realiza sin importar raza, pensamiento, situación
o religión del que está necesitado. La otra característica es que se
hace principalmente con el apoyo de personas, instituciones y empresas
que prestan su colaboración desinteresada en el más completo anonimato y
sin recibir nada.
El incansable apostolado de Don Orione lo llevó
a realizar una fundación tras otra, dejando tras de sí una estela de
obras de caridad. Este camino evangelizador y de ferviente amor hacia el
prójimo lo trajo dos veces a nuestro continente (en 1921 y 1934). En
ambas ocasiones llegó en barco, visitando y viviendo en Brasil,
Argentina, Chile (cruzó la cordillera en un pequeño avión, cuando volar
representaba un gran riesgo)y Uruguay
Los Hijos de Don Orione en Uruguay
Mons.
Aragone, arzobispo de Montevideo, se entrevistó con Don Orione en el
año 1928 en un viaje a Italia. Allí le planteó la posibilidad de que los
Hijos de la Divina Providencia se instalaran en Uruguay para hacerse
cargo del Patronato de Obreros (obra dedicada a la atención de los hijos
y obreros analfabetos y muy pobres -muchos de ellos inmigrantes- que
trabajaban en el mercado de frutas y verduras en las cercanías del
Palacio Legislativo). En el año 1929 se instalan los primeros
religiosos, dando comienzo a la labor de la Congregación en Uruguay.
Justo también es reconocer la incansable y anónima colaboración de la
Sra. Teresa Bonello de Aguerre para que el Patronato comenzara y
continuara sus tareas.
Don Orione llega por segunda vez a Uruguay
en 1935 (junto al p. Dondero, quien se quedaría en nuestro país hasta su
muerte y fuera fuerte impulsor del Cottolengo). Se hospedó en la Calle
Porongos 2262, en donde actualmente funciona el Proyecto Gurisaes (una
de las obras de la Congregación). Todavía se conserva el pequeño
dormitorio que utilizó Don Orione, así como la pequeña Capilla del
Crucifijo que ha sido recientemente restaurada.
Desde ese momento
las obras de la Congregación se acrecientan y con ellas el número de
beneficiados: remodelación y ampliación del Patronato, fundación del
Santuario Nuestra Señora de las Flores (en La Floresta), nuevas obras en
la Capilla de Nuestra Señora de la Guardia, la Parroquia San Carlos
Borromeo (con el p. Nicolás Rébora) y posteriormente el Cottolengo.Aún
quedan entre nosotros algunas personas que vieron con sus propios ojos a
Don Orione durante su permanencia en Uruguay. Incansablemente atendía a
diario a muchos que querían hablar, confesarse o simplemente conocerlo
(pues ya era respetado por su fama de santidad).
como el primer día de su apostolado. Su mensaje y
obra perduran hoy con una vigencia increíble, a pesar de que han
transcurrido tantos años.
Frente a un mundo que parece no
encontrar la paz, y sobre el que se cierne el fantasma de la guerra y el
terrorismo, Don Orione ha dejado en sus numerosos escritos, un mensaje
profundo y actual, del que surge una confianza absoluta en Dios frente a
toda realidad, por más oscura y triste que parezca: "Seamos apóstoles
de caridad, de amor puro, amor alto y universal; hagamos reinar la
caridad con la mansedumbre del corazón, compadeciéndonos, ayudándonos
mutuamente, dándonos la mano para caminar juntos. Sembremos a manos
llenas sobre nuestros pasos obras de bondad y de amor; enjuguemos las
lágrimas de los que lloran".
Frente a un mundo
egoísta, hedonista y bélico, hay otra alternativa, otro camino: la
respuesta de la solidaridad, de la acogida fraterna, de la misericordia
divina, del respeto al más desvalido, como lo demuestra la obra y el
mensaje de Don Orione llevado adelante por tantos religiosos,
religiosas, sacerdotes, laicos y voluntarios que entregan su vida,
tiempo y recursos para que otra realidad sea posible: la Caridad de
Jesucristo por sobre todas las cosas.
p. Andrés Caprile fdp fuente Umbrales