SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


viernes, 3 de noviembre de 2023

4 DE NOVIEMBRE, DIA DE SAN CARLOS , RECORDAMOS A DON CARLO STERPI

 


Vuelve a la mente un detalle, que puede hacer sonreír pero que expresa mejor este pensamiento. El 4 de noviembre de 1932, día de San Carlos, estábamos reunidos –estudiantes de filosofía y de teología– en el augusto refectorio de la Casa Madre de Tortona para hacerle un poco de fiesta a Don Sterpi. Es notorio cómo él sufría –aún agradándole por los sentimientos que la inspiraban– aquellas manifestaciones de afecto y aquellos inevitables elogios que nuestra juvenil retórica –toda sinceridad y calor– le dirigía.
Entre otros, habló el estrambótico y jocoso de Don Mussa: con gran arrojo comenzó sus palabras y luego, con un fuerte giro, dijo, dirigiéndose al festejado:
“¡Sterpi! ¡Sterpi!… ¿nos permites que te lo digamos?… ¡Sterpi! ¡qué feo nombre! ¡Sterpi! ¡qué feo nombre!… e insistía.
Don Sterpi –con la cabeza sobre la mitad de la espalda, la boca cortada por una sonrisa esperaba a donde iban a terminar esas palabras; miraba a Don Orione. Nosotros, buen milagro, estábamos silenciosos, a su vez llenos de curiosidad y un poco mortificados por el audaz y casi irrespetuoso vocabulario del acalorado orador. Este recomenzó imperturbado:
–¿Quieres, Padre, que hoy, por ser tu onomástico, te lo cambiemos?…
Te daremos un nombre más hermoso, más digno de ti… te llamaremos: “prado”… ¿Estás contento?…”
Don Sterpi abrió, como pudo, toda su sonrisa. Nosotros estallamos en un prolongado, consenciente aplauso, mientras Don Mussa, continuando, daba precisas motivaciones a su propuesta: y en que allá con nosotros, ese día, estaba toda la Obra, para confirmar que ningún elogio era más correspondiente a la verdad, sincero y merecido, que aquel…
Sin duda, quedándose en el simbolismo del prado, cada uno de los Hijos de la Divina Providencia presentes y ausentes, habría podido agregar la flor del testimonio personal hasta demostrar que aún más exacto y justo habría sido hablar de “jardín”…
Junto a Don Sterpi, rodeado de un tupido grupo de superiores, Don Orione sonreía, señalando fuertemente que “sí” con la cabeza: también el estaba de acuerdo en que, lo que habían dicho quienes intervinieron, era verdad. Vivir con los Santos y colaborar con ellos no es precisamente una cosa muy fácil. Los Santos son siempre hombres de excepción, innovadores, audaces, inquietos y –para expresarnos– desprejuiciados en el bien, siempre “revolucionarios” a su vez, seguramente no siempre a la medida de quien los flanquea, los sigue, los quiere imitar, especialmente cuando ello comporta renuncias no comunes, sacrificios y mortificaciones.
La sonrisa de Don Orione, también en aquel día, certificaba –aunque la humildad tal vez le impedía pensar en lo que aquí se dice –que su fidelísimo Colaborador había sabido comprender y revivir en sí su vida íntima de hombre de la caridad– proyectado para alivio de todas las miserias del cuerpo y del espíritu– que había sabido mantener el paso detrás de él en el surco de las iniciativas benéficas, de su apostolado; y sobre todo que la vida de Don Sterpi había sido no una inerte renuncia a la propia personalidad, sino una abierta voluntad de conformarse con él a los proyectos de la Providencia
Como bien sabemos, Don Orione no derrochaba elogios a sus religiosos: decía la palabra suficiente para hacer resaltar méritos o impulsar iniciativas; por lo demás dejaba que, del bien realizado por cada uno, fuese testigo el Señor y que la alabanza última venga luego del “venite benedicti del Padre mío”… (Sean bendecidos por mi Padre).
Por eso, además de la confidente deferencia y la fraterna consideración que mantenía con Don Sterpi –la amistad “verdadera y sincera”, son sus palabras, “nutrida por cincuenta años hacia él”–, el Fundador ha dejado pocos y breves elogios escritos. Entre ellos, los dos tomados aquí para comentar, que evidencian dos prerrogativas: “el continuador según su corazón “y el” una verdaderamente una”.

GRACIAS, SEÑOR!  EL CONTINUADOR SEGÚN MI CORAZÓN  YA ME LO HAS DADO…”



Después de Dios, de la Santa Virgen y de la Santa Iglesia, los confío a


Don Sterpi, y se de ponerlos en buenas manos.


Tengan plena confianza en El; que bien se la merece.


Si Dios me dijera:

–Te quiero dar un continuador que sea según tu corazón–,
le respondería:
–Deja, oh Señor, porque ya me lo has dado en Don Sterpi.”
(Carta desde Argentina, 4 de noviembre de 1934)

RECORDAMOS A ESTANISLAO MARIO TONOLI, FDP.

de Salò (Brescia), pasó al Señor en el Centro Don Orione de Bérgamo-Redona el 4 de noviembre de 1995, a la edad de 87 años, 59 de profesión religiosa y 51 de sacerdocio. Descansa en Salò (Brescia).
El mismo Don Orione lo recibió en la Casa Madre de Tortona, con motivo del Belén Viviente el 6 de enero de 1933, quien al año siguiente, estando en América Latina, lo llamó a la Argentina, saludándolo en persona, el 21 de junio de 1935. , en el puerto de Buenos Aires. Sabiendo que tenía un diploma en agricultura, el Fundador había puesto sus ojos en él para la realización de un gran proyecto que estaba cerca de su corazón: la compra y preparación de 22 hectáreas de terreno para la fundación del primer Pequeño Cottolengo en ese país.
Entrando en la Óbra, Stanislao tenía 25 años, porque nació el 22 de mayo de 1908. Después de dos años de bachillerato y trabajo duro en Quarto Castagna y recibió el santo hábito de Don Orione en Tortona el 2 de abril de 1934, fue feliz de acoger la invitación y de unirse a él: salió de Italia el 6 de junio de 1935, instalándose en la Argentina que se convirtió en su segunda patria amada durante medio siglo. La inauguración de los pabellones del Peueño Cottolengo abrió a los primeros pobres a principios de 1936. Tonoli ofrece un generoso esfuerzo a la nueva y muy importante actividad, decisiva para el futuro desarrollo de la Congregación en la capital argentina, con un cuidado alojamiento de huérfanos y cuidado de los pobres, sin por ello escatimar el más vivo compromiso en sus estudios eclesiásticos y la formación religiosa orionina bajo la guía de nuestro misionero Padre Cesare Di Salvatore, que será maestro de noviciado (1935-36) y primer director del naciente Pequeño Cottolengo de Claypole. Confiará más tarde en que el ejemplo y las enseñanzas de Don Di Salvatore le fueron sanos y luminosos, sobre todo por su obediencia al Fundador y el ejercicio de la caridad sin medida.
Mientras tanto, tiene el consuelo de la llegada a Argentina (13 de abril de 1940) de su hermano Rocco, ( Roque Tonoli) nuevo sacerdote, con quien luego compartirá ideales y esfuerzos para el desarrollo de su amada Congregación.
Después de sus votos perpetuos (16 de enero de 1943) y la ordenación sacerdotal, recibida en Claypole el 23 de diciembre de 1944, Don Stanislao se convierte en colaborador parroquial en Nueva Pompeya (Buenos Aires), regresa como director a Claypole y Mercedes (1946-55) ; fue párroco asistente en Barranqueras (1956-62), en Claypole y Victoria (1962-67), para luego reunirse con su hermano el Padre Rocco, en un fructífero apostolado en Tucumán (1968-70), en Itatì (1970-78) . A Godoy Cruz (Mendoza) (1978-84) y Santa Fe - General Lagos (1984-86). Una larga fraternidad de intenciones, sacrificios y esperanzas en las diversas tareas de pastor y tesorero.
Mientras tanto, acompañados y asistidos por su hermana Clelia, los tres regresaron a Italia el 25 de abril de 1986, después de 51 años de misión, de Don Stanislao, quien pasó tres años ayudando a los cohermanos en el Santuario de Tortona (1986-88). durante dos años se ocupó espiritualmente, como capellán, de los sacerdotes oblatos de San Felice del Benaco (Verona) y, en 1992, se instaló en el Instituto Don Orione de Redona (Bérgamo), continuando allí sobre todo el ferviente apostolado de la oración.Celebró el jubileo de oro de su sacerdocio y vida misionera con alegría, fe y consuelo, difundiendo esta invocación: "Oh Santa Virgen, Madre de mi sacerdocio, haz florecer vocaciones generosas en la amada Congregación, con un corazón misionero como el de Don Orione, para los cinco continentes ".
de las "Actas y Comunicaciones de la Curia General" Septiembre Diciembre 1995