Don Orione nos propone hoy ser profetas de la caridad ante los nuevos desafíos del mundo contemporáneo y, en particular, a los que nuestra realidad nos enfrenta. Por esto, transitando hacia los cien años de la venida de Don Orione a nuestras tierras, es bueno posar nuestra mirada en el tiempo de los preparativos de aquel viaje misionero y preguntarnos cómo fue esa entrega a la moción del Espíritu que lo trajo a plantar su tienda al otro lado del océano.
Un tiempo lleno de dificultades El contexto histórico donde se fue entretejiendo este acontecimiento nos ayuda a comprender nuestra responsabilidad con la misión soñada e iniciada por Don Orione. ¿Qué pasaba por el corazón y la mente de Don Orione en aquellas épocas? Tratemos de dimensionar nuestra presencia en Latinoamérica, como fruto de una profunda convicción de fe en la Providencia. Don Orione desde hacía tiempo tenía planeado visitar a los primeros misioneros enviados a Brasil. La intención de reunirse con sus religiosos se fue postergando, inicialmente a causa de la primera guerra mundial (1915-1918), lo que dificultaba incluso la correspondencia. Luego, en 1918 hubo un segundo intento, donde sus planes nuevamente se postergan a causa de una enfermedad. Así, recién en 1921 puede viajar a América. Los registros históricos indican que la misión en la Argentina no estaba prevista entre los planes de Don Orione. Pero al poco tiempo de su estadía en Brasil sus planes cambian y manifestará sus aspiraciones y proyectos para Latinoamérica: “Será necesario que la Congregación haga los máximos esfuerzos, y se implante bien, aquí en Brasil y en Argentina; yo no pienso moverme de aquí, si antes no echo al menos los cimientos, (...) y las columnas principales que la Divina Providencia quiere que se levanten en estas tierras, para salvación de esta pobre juventud, y para el bien de la Iglesia.”.
También cabe mencionar las “circunstancias providenciales” que se iban entretejiendo a través de la correspondencia entre Don Orione y Mons. Maurillo Silvani, quién en respuesta a su carta fechada el 22.9.1921, le insiste diciendo: “Pero venga, venga pronto, en noviembre, que en Argentina es el mes de la Virgen y de las flores. Aquí no hay nada para los pobres, para los deshechos de la sociedad. No hay nada para los niños abandonados, para los desamparados...”.
Todo hace pensar que esta última carta fue definitoria para que Don Orione se animase a pasar del Brasil a la Argentina. A partir de aquí nace otra historia: la del amor de Don Orione por nuestro país. Una historia cuyos inicios merecen ser contados más adelante.
Qué sabía Don Orione de Argentina
Don Orione oyó hablar de un lejano país llamado
Argentina, durante sus tres años salesianos (1886-1888), que coinciden con los
años de las misiones salesianas en la Patagonia, comenzadas en 1875. Por eso
eran tema de conversación y de entusiasmos misioneros en las prédicas y “buenas
noches” del propio Don Bosco y de sus inmediatos colaboradores. De ahí la
metáfora usada por el Papa San Pío X, al encomendarle a Don Orione la atención
pastoral de la “Patagonia romana”, “fuori porta San Giovanni”, es decir apenas
fuera de las murallas que rodean la Roma antigua y medieval (Enzo Giustozzi,
Don Orione, Latinoamérica y Argentina. Fragmentos de articulo de revista Don Orione N 82.