Tu madre, María, “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”:
así se hace modelo del cristiano y de la Iglesia;
mira y retiene la realidad lo más verdaderamente posible;
la contempla y reflexiona “en el corazón”:
no la percibe como observadora imparcial;
siente la injusticia, le duelen las víctimas...;
se implica a favor de los más débiles.
HOY 1 DE ENERO, TRES CELEBRACIONES SE UNEN: HONRAMOS A MARÍA COMO MADRE DE DIOS, RECORDAMOS LA CIRCUNCISIÓN DE JESÚS AL OCTAVO DÍA DE NACIDO Y REALIZAMOS LA JORNADA MUNDIAL POR LA PAZ.
En el año 431, el Concilio de Éfeso proclamó oficialmente que María es Madre de Dios.
“Desde
un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la
segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la
naturaleza, del cuerpo pero también de la persona quien es Dios desde
toda la eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el
tiempo a quien desde toda la eternidad era Dios. Así como toda madre
humana, no es solamente madre del cuerpo humano sino de la persona, así
María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es ambos Dios y hombre,
entonces Ella es la Madre de Dios”
Con esta solemnidad, la Iglesia ofrece cada 1 de enero a María como modelo de discipulado.
Precisamente en estos primeros días del
año somos muy dados a elaborar buenos propósitos y buenos deseos… Pero
para que no queden en el aire, la Iglesia pone ante nuestros ojos la
vida sencilla, confiada, fiel y comprometida de una mujer: María. Ella
no se queda en buenas palabras ni hermosos deseos y da un paso adelante
con su Sí al plan de Dios, quizás sin entender mucho en un inicio pero
con una profunda confianza se abandona.
Este año 2016 tiene un camino propuesto: el camino de la misericordia.
María es un excelente icono de la
misericordia: con corazón pobre y humilde escucha y acoge la voluntad de
Dios, atenta a los detalles en la boda de Caná intercede por aquellos
novios que se habían quedado sin vino para celebrar la alegría y el amor
de su matrimonio, acompaña a su hijo sufriente en el vía crucis,
permanece a los pies de la cruz junto a los crucificados, intercede por
todos especialmente los más pobres, enfermos y necesitados…
A Ella me gustaría encomendarnos para que
sea siempre sostén en nuestro caminar hacia Cristo, que sea bálsamo en
las heridas, caricia materna en nuestras caídas. Que María, Madre de la
misericordia, Madre de Dios interceda por cada uno de nosotros y
nuestras familias, que vele y proteja por los que pasan por momentos
difíciles.
¡Feliz y santo 2016!
infovaticana.com
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