El 16 de mayo de 2004, Juan Pablo II inscribirá en el álbum de los santos a Don Orione, un hombre que supo unir el amor activo y concreto hacia los necesitados con un profundo misticismo, y que "si viviera hoy trataría de devolver la dignidad a quien no la tiene". Su familia religiosa – los Hijos de la Divina Providencia, las Pequeñas Misioneras de la Caridad, el Instituto secular Don Orione y un vasto movimiento laical – está presente en 29 naciones, irradiando, sobre todo entre la gente más pobre, el espíritu y los proyectos apostólicos del fundador.
Al morir Don Orione, el 12 de marzo de 1940, el papa Pío XII lo definió como "padre de los pobres e insigne bienhechor de la humanidad doliente y abandonada", aun cuando él prefería llamarse el "changador de la Providencia". Incluso entre los no creyentes hubo muchas manifestaciones de afecto y estima, como reconocimientos a su obra abnegada a favor de los pobres.
Con ocasión de este evento, hemos entrevistado al sacerdote Giovanni D’Ércole, reconocido vaticanista y apreciado periodista de la televisión italiana, y miembro de la congregación de Don Orione. Él nos hace notar que el Papa pondrá el sello de la Iglesia al apostolado de Don Orione, un hombre que obró en bien de los demás, "no como un simple trabajador social, sino como un "padre" y, por lo tanto, con una visión global de las necesidades del hombre, tanto en lo material como en lo espiritual, con el deseo de responder a cada una de sus expectativas".
*Don Orione vivió y actuó en la primera mitad del siglo pasado. ¿Qué sentimientos experimentaría si hoy estuviera entre nosotros?
- Creo que hoy Don Orione sentiría profundamente la necesidad de devolver la dignidad a quien no la tiene. Precisamente por esto hay que acercarlo idealmente a Madre Teresa, según me parece, porque ambos son ángeles que Dios ha suscitado en nuestro tiempo para conducir a la humanidad hacia un futuro de esperanza, en el cual se superen las tentaciones de la desesperación, del egoísmo, y el hombre se sienta sostenido en la lucha para vencer todo tipo de violencia mediante el amor. A Don Orione, de hecho, se le puede sintetizar como el santo de la Divina Providencia y, en una sociedad como la nuestra, la necesidad más fuerte que yo advierto en la gente, es la de poder percibir que Dios nos ama. Por eso creo que es actualísimo su ofrecimiento al hombre de una esperanza basada en la certeza que Dios ya ha vencido.
*Don Orione, al igual que Madre Teresa de Calcuta, no ha sido sólo un santo de la caridad, sino también un excelente místico…
- Precisamente, por haber sido un gran santo de la caridad, ha sido también un gran místico, totalmente penetrado de Dios, que es amor. Además, la caridad, sin una profunda experiencia de Dios, corre el riesgo de transformarse en puro activismo, simple creación de estructuras, y no en un "animus" que se transmite a los otros y que, a la postre, es el ánimo mismo de Dios. Es probable que, en su experiencia mística, Don Orione haya pasado por incomprensiones dolorosas y haya vivido la soledad del alma. Pero, gracias a todo esto, ha podido cantar el amor ya en toda su existencia.
*Para la Congregación orionista, el evento de la canonización representa – por lo que se ha dicho – un momento de fuerte espiritualidad y de un relanzamiento del carisma de fundador. ¿De qué se trata, en particular?
Ante todo, ese evento representará un fuerte impulso para todos sus hijos espirituales y para todos los miembros de la Familia orionista, a darnos cuenta de la gran responsabilidad de encarnar a Don Orione hoy, y de hacerlo, por tanto, presente a través de nuestra existencia. Esto nos llama a una revisión de todas nuestras obras, de manera de no dejarnos absorber por la "burocracia de la caridad", de los negocios materiales, hasta apagar en nuestro interior el "fuego ardiente de la divina caridad", en palabras de Don Orione. Otra responsabilidad se da con la comunidad eclesial, porque Don Orione nos pertenece a los orionistas sólo en parte; él pertenece mayormente a la Iglesia en su conjunto. Con la canonización es propuesto como modelo universal, por eso, ahora, debemos actuar de tal manera que él represente realmente un ejemplo vivo para la entera comunidad eclesial. Hago votos, por tanto, a mí mismo, a mis hermanos y hermanas orionistas, a que tomemos conciencia de que no podemos encerrar a Don Orione en nuestros conventos, ni siquiera en nuestras capillas e iglesias. Sino que debemos empeñarnos en que Don Orione vaya por todas partes y sea una esperanza para toda la Iglesia y la humanidad.
Saverio Gaeta
(En Revista FAMIGLIA CRISTIANA,
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