12/11/2015) Roma - “El Concilio, no
considera a los laicos como si fueran miembros de ‘segundo orden’, al
servicio de la jerarquía y simples ejecutores de las órdenes superiores
sino como discípulos de Cristo, llamados a animar cualquier entorno,
cualquier actividad y relación humana con el espíritu del Evangelio”,
recordó el Santo Padre en el mensaje que envió al cardenal Stanislaw
Rylko, presidente del Potificio Consejo para los Laicos, y a todos los
participantes en la Jornada de estudio, -organizada por el dicaterio que
preside el cardenal Rylko y la Universidad Pontificia de la Santa Cruz-
en el que se recordó el 50º aniversario de la promulgación del decreto
conciliar “Apostolicam actuositatem” del Concilio Vaticano II, sobre la
importancia de la vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia y
en el mundo.
El Concilio Vaticano II, señaló el Papa,
fue “un extraordinario acontecimiento de gracia, que cuenta entre sus
muchos frutos, con una nueva forma de considerar la vocación y la misión
de los laicos en la Iglesia y en el mundo, y que encontraron una
expresión magnífica principalmente en dos grandes Constituciones
conciliares Lumen Gentium y Gaudium et Spes.
Estos documentos “consideran a los
fieles laicos dentro de una visión de conjunto del Pueblo de Dios, al
que pertenecen junto a los miembros del orden sagrado y a los
religiosos, y que participan en la forma que les es propia, de la
función sacerdotal, profética y real de Cristo mismo”.
“En el vasto trasfondo de esta enseñanza
conciliar, indicó Francisco en su mensaje, se inserta el Decreto
Apostolicam Actuositatem, que trata más de cerca la naturaleza y los
ámbitos del apostolado de los laicos, y recuerda con fuerza que el
anuncio del Evangelio no está reservado a unos pocos "profesionales de
la misión", sino que debe ser el anhelo profundo de todos los fieles
laicos”.
Pero el Concilio Vaticano II, señaló el
Pontífice en su mensaje, como cada Concilio, “interpela a cada
generación de pastores y de laicos porque es un don inestimable del
Espíritu Santo que debe ser recibido con gratitud y sentido de
responsabilidad: todo lo que se nos da por el Espíritu y transmitido por
la santa Madre Iglesia va siempre entendido de nuevo, asimilado y
bajado a la realidad”.
Fuente: AICA
Don Orione y los laicos, una historia de corazón abierto y
trabajo fecundo
El compromiso de los laicos con el espíritu y el carisma que
Don Orione dejó para toda la humanidad y para la Iglesia, tiene sus raíces
históricas en la especial sensibilidad y en la voluntad del propio Don Orione.
Muchos son los momentos y acontecimientos que Don Orione
vivió junto a los laicos, a quienes siempre distinguió como actores centrales
de su gran obra. Sus cartas y los hechos lo atestiguan. No podemos dejar de
recordar que el joven clérigo Orione, en 1890, ya participaba de dos
asociaciones laicales: la conferencia de S. Vicente de Paul y la Sociedad de
Socorros Mutuos “San Marziano”.
Su primer colegio de “San Bernardino” (1893) en Tortona, fue
fundado como un “Convitto Paterno”, por iniciativa de una “Asociación de
Padres”, y dirigido por Don Orione con la ayuda de laicos de buena voluntad.
Al inicio de la fundación de la Pequeña Obra, en 1899 en
Turín, Don Orione lanzó el proyecto de la primera Asociación femenina: “En
torno a nuestro Instituto surgen las Damas de la Divina Providencia, una gran
asociación donde todas las almas se unen en las obras de caridad, y en un mismo
espíritu de abnegación y sacrificio”. Don Orione veía claramente la necesidad
de trabajar codo a codo con los laicos, como queda reflejado en este fragmento
de una carta suya del 10 de abril de 1925:
“Llegará un momento, como le ha sucedido a San Vicente de
Paul y al mismo Beato Cottolengo, que el servicio de las personas encargadas de
las instituciones de caridad –como esta en la que nos hemos embarcado en
Génova, en el nombre y confiados en la Divina Providencia-, no será suficiente,
y por más Religiosas que tuviéramos, o no alcanzarían nunca, o por otros buenos
motivos que sería largo de enumerar, siempre tendremos necesidad de tener otras
personas, aunque no sean religiosas, pero de buen espíritu y –Dios lo quiera-
también de buena familia, o sea de condición civil, que nos ayuden y que hagan,
dentro y fuera, lo que nosotros no llegamos o no podemos hacer, o porque no es
conveniente por buenas razones, o porque no lo sabemos hacer. Entonces si
ustedes se quedaran solas, el ministerio de la Caridad sufrirá y sufrirán los
pobres de Jesucristo.”
A su vez, ya en las Constituciones manuscritas de 1904, Don
Orione prevé una forma de consagración para los laicos que “anhelan con toda el
alma alcanzar la perfección, y que estarían dispuestos a hacer los votos, si
les fuera permitido”. Este deseo del Fundador se ha hecho realidad a través del
Instituto Secular Orionita.
Don Orione veía a los Ex alumnos “como apóstoles”; muchos de
ellos, en la vida civil, continuaron siendo, como laicos, parte viva de la
Familia Orionita. A través de la correspondencia personal y de la formación de
una Asociación (1934), cultivó en ellos una permanente participación en la vida
y en los ideales de la Pequeña Obra. Es notable la capacidad del Fundador para
cuidar de los Amigos, a los que veía como verdaderos discípulos y
colaboradores. En la relación cotidiana, los guiaba y formaba, los comprometía
en las obras de caridad y los animaba en lo que era propio de su estado y
profesión. Se constituyeron en Asociación en 1940.
Después de su muerte, todas estas iniciativas Don Orione con
los laicos, fueron continuadas por muchos de sus discípulos, atendiendo también
a los progresivos cambios de las condiciones sociales y del sentir eclesial,
hasta llegar a esta realidad que hoy se llama Movimiento Laical Orionita.
La constitución de este Movimiento en todo el mundo y en la
Argentina, tiene una rica historia
Desafíos futuros...
Tenemos por delante un largo camino, con dificultades, pero
también con la esperanza que nos da confiar en la Providencia de Dios. Queremos
compartirles algunos desafíos que se nos presentan para el futuro.
En primer lugar, continuar en la comprensión del sentido de
pertenencia al MLO. Este movimiento, no es un nuevo grupo sino que pretende
incluir a todos los laicos y laicas que viven el carisma orionita, quienes ya
pertenecen a asociaciones laicales y los que no.
En segundo lugar, consolidar la estructura que se ha
implementado. En este sentido, el Equipo Animador del MLO de Argentina (que
incluye a nuestros hermanos de Paraguay) intenta ser un equipo representativo
de todas las instancias laicales que componen el MLO. Por ello están
representadas todas las comunidades del país (de FDP y PHMC) divididas en
cuatro zonas, los distintos Secretariados, el ISO y los Amigos de Don Orione.
Este equipo cuenta también con una secretaría operativa y con el acompañamiento
de los Consejeros Provinciales encargados del MLO. Pero en lo que habrá que
poner mayor empeño es en la constitución de las coordinaciones locales. Allí,
en las comunidades, es donde se percibe verdaderamente el “movimiento”, a
través del trabajo, del voluntariado y el compromiso diario de tantos laicos y
laicas. Fortaleciendo las coordinaciones locales es como conseguiremos una
mejor organización, comunicación y representatividad.
Por último, avanzar decididamente en el plan de formación en
el carisma para los laicos. En este aspecto ya hay algunas experiencias que se
están programando y también queremos que los retiros espirituales y el
Encuentro Anual de la Familia Orionita, tengan una clara orientación en el tema
de la formación carismática. Tenemos también la posibilidad de utilizar las
fichas de formación que anualmente se preparan para toda la familia orionita.
También en este aspecto, insistimos, la formación debe ser un empeño creativo
de cada comunidad local.
Estos son algunos de los desafíos que nos esperan. Queremos
entusiasmar a todos los laicos y laicas a tomar conciencia de que somos una parte
importante de la familia, y que esta necesita de nuestra participación y de
nuestra vocación específica para que se multiplique y extienda el carisma que
compartimos con los Religiosos y Religiosas. Queremos ser fieles y
corresponsables sabiendo que somos como faros que deben hacer resplandecer la
luz del Evangelio, impregnando al mundo y a la Iglesia de la vitalidad, la
audacia, la apostolicidad y fundamentalmente de la caridad que hizo Santo a
nuestro querido Don Orione. l
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