Los pobres son nuestros patrones y cuidar de ellos es “cuidar de Jesús”. En nuestras estructuras tenemos tantas personas en situación de vulnerabilidad, por lo que es más importante que nunca cuidar la organización y la coordinación de todas aquellas iniciativas que pueden protegerlos. Ellos son “el tesoro de la Iglesia” y es también en su nombre que debemos asegurarnos de que se hayan tomado todas las precauciones necesarias. Don Orione decía: “Miren que pasó el tiempo en que se daban órdenes: ahora los siervos somos nosotros, y los patrones nuestros son Ellos, la Iglesia y cuantos son atendidos en nuestras casas. Hagámoslo por el amor de Dios, y nos ganaremos el Paraíso: entonces nos haremos santos, si sabremos hacernos de verdad siervos de los otros, y especialmente de quien convive con nosotros. Miren que aquí está un gran secreto para hacernos santos: hacernos siervos de quien convive con
nosotros”. El ejercicio de la autoridad y una buena gestión, en este momento, es el servicio más importante para las personas frágiles, para defenderlas y protegerlas.
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