El 3 de julio de 1892 en su ciudad natal
de Tortona, Italia, Don Orione abría su primer oratorio, la primera
semilla de lo que habría de ser la futura Obra de la Divina Providencia. Veamos como empezó todo.
El Oratorio San LuisEl niño lloraba desconsolado y furioso.
- ¿Qué te pasa, por qué lloras? -pregunta solícito Luis Orione-.
El niño al fin estalla:
- ¡No voy más al catecismo! ¡Me pegan!
- Bueno -contemporiza Luis-, si te portas bien, no te pegarán.
- ¡No, no voy más! -insiste enojado el pequeño-.
- No te pongas así. Si vienes conmigo te hago un regalito.
El chico, al fin, le sigue a su cuarto,
mísero altillo sobre la bóveda de la catedral. Le regala unos dulces y
le explica el catecismo. Cuando el niño se va, le dice:
- Vuelve mañana; y trae a tus amigos. Verás que te enseñaré más cosas de Dios y juntos nos divertiremos.
Y el niño volvió, acompañado por muchos otros.
Luis entonces los lleva a los pies de la
Virgen del Buen Consejo en la catedral; luego a su pobre cuarto, que se
trasforma en aula y también en lugar de recreo. De allí en más, todo su
tiempo libre será para ellos.
Pasados algunos meses, en mayo, organiza
un hermoso mes de María para todos. Ya toda la ciudad de Tortona conoce a
Luis y a sus chicos. Ya no caben en su pobre habitación de los techos
de la catedral; entonces los lleva al aire libre, subiendo la cuesta
hasta las ruinas del “castillo”. Muchas veces, mientras suben hacia
allí, pasan ante un edificio con una imagen de la Virgen pintada en la
pared; entonces hace un alto a la turbulenta tropa y todos se recogen en
devota oración.
Unos treinta años después ese edificio se
trasformará en una institución de la Obra: el Colegio Dante Alighieri.
“Yo creo que el Señor -comentaba Don Orione- ha querido así mostrarme su
agrado por ese humilde homenaje que mis niños y yo rendíamos a su Madre
en aquellos primeros años.”
- Sabe, Monseñor, -se atreverá a decirle
al obispo de Tortona, un día- los chicos son muchos, en la catedral
alborotan y alteran la tranquilidad de los canónigos; la gente protesta.
Necesitaríamos otro lugar, más grande...
- Y yo te doy mi jardín -dijo Mons. Bandi, sin vacilar-: Será el Oratorio de la juventud de Tortona.
Sin más tardanzas, el 3 de julio de 1892
tuvo lugar la solemne inauguración en presencia de dos obispos, muchos
canónigos y otros eclesiásticos, sus compañeros seminaristas y una
familia de amigos músicos: los Perosi.
Con apenas veinte años, Luis Orione pronunciaba un inflamado discurso tomando como lema: “¡Almas y almas!”.
Así nació el Oratorio San Luis, primera
semilla de lo que habría de ser la futura Obra de la Divina Providencia.
“Nuestra primera tarea, es el Oratorio –afirmará más adelante Don
Orione-; es el campo de nuestras batallas apostólicas. La salvación de
la juventud del mundo entero vendrá de los oratorios y las escuelas, no
de los internados. ¡Y nuestra Obra nació precisamente de un oratorio
festivo!”.
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