La
obra de la Divina Providencia y la concentración eclesial.
La confianza en la Divina Providencia vivida y
trasmitida por Don Orione se caracteriza por su fuerte concentración eclesial,
de la pasión por la Iglesia en perspectiva de la salvación de la humanidad.
Escribiendo el importante documento carismático “los máximos principios
de la Obra de la Divina Providencia”[9], el Fundador presenta la obra de la
Divina Providencia con una amplia visión teológica e histórica, que corresponde
al “designio del Padre”de Ef 1,1-10
donde coloca después el carisma propio y específico de la “Pequena” Obra de la
Divina Providencia.
“En los siglos anteriores al nacimiento de
Nuestro Señor Jesucristo, la obra de la Divina Providencia estaba destinada a
disponer a la humanidad para recibir a Jesucristo el Redentor; después de la
venida del Señor, en el decurso de los siglos en que la Santa Iglesia milita
sobre la tierra, la obra de la Divina Providencia consiste en «Instaurare omnia
in Christo» ... uniendo toda la humanidad en un cuerpo único, la Santa Iglesia
Católica –constituida por Nuestro Señor Jesucristo bajo la potestad sagrada de
los Obispos, en unión y dependencia de la sagrada y suprema potestad apostólica
de Pedro, que es el Romano Pontífice... Nuestro minimo Instituto reconoce en el
Romano Pontifice el eje de la obra de la Divina Providencia en el mundo y el
universo... y esto con el fin de ... consagrarse a difundir y acrecentar con
toda clase de obras de misericordia ... con el propósito de ayudar a consolidar
la unidad de los hijos con el Padre, dentro de la Iglesia; y restablecer, hacia
afuera, la unidad desgarrada con el Padre.”
Se
reconocen tres círculos concéntricos de la obra de la salvación:
1. La
obra de la Divina Providencia (Padre
2. Consiste en instaurare omnia in Christo (Hijo)
3.
Uniendo toda la humanidad en un solo cuerpo, la Santa Iglesia Católica
constituída en unidad con los Obispos y el Papa
(Espíritu Santo)
Esta
visión es citada en el artículo 1° de las actuales Constituciones: “El nombre
dado por él mismo a la Congregación – Pequeña Obra de la Divina
Providencia – expresa la inserción en el
plano salvífico del Padre y la característica del total abandono a Dios en la
fe”.
El dinamismo propio de nuestra “pequeña obra en
el ser y en el “comprometerse con toda obra de misericordia” para “acudir a reforzar la unidad de los
hijos con el Padre” (el Papa) con el fin de restablecer todas las cosas en
Cristo”.[10]
Esto significa que cuando hoy hablamos de
carismaticidad/apostolicidad de las obras debemos valorar concretamente el cómo
y cuándo logramos el “fin especifico” de
unir al “eje de la obra de la Divina Providencia”, es decir al Papa y, en El, a
la Iglesia.[11] Es oportuno verificar la calidad “eclesializadora” de las
obras, es decir su eficiencia en “llevar los pequeños, los pobres y el pueblo
al Papa y a la Iglesia”.
Hay una página en la que Don Orione, por así
decirlo, muestra claramente sus intenciones. “Estos tiempos, escribió ya el
Eminentisimo Cardenal Parrocchi[12], entienden de la caridad solamente el
medio, no el fin y el principio. Digan a los hombres de este tiempo: es
necesario salvar las almas que se pierden, es necesario instruir a los que
ignoran los principios de la religión...y los hombres no entienden”. Jamás como
en nuestros tiempos el pueblo fue separado de la Iglesia y del Papa, y entonces
cuánto es providencial que este amor se vuelva a despertar con todos los medios
posibles para que vuelva a vivir en las almas el amor de Jesucristo. (...). El
ejercicio de la caridad alcanza perfectamente su fin en correspondencia a las
necesidades de nuestro tiempo, que es precisamente aquél de reconducir la
sociedad a Dios uniéndola nuevamente al Papa y a la Iglesia. Por lo tanto
aquella caridad que viene ejercida en nuestra sociedad motivada por el amor al
Papa y a la Iglesia, y mirando al alcance de este amor en todos, es
precisamente aquella que mejor responde a las necesidades de los tiempos. Y
éste es el espíritu del cual está constituída la Obra de la Divina Providencia,
ésta es su fisonomia, su carácter
típico: Restablecer todas las cosas en Cristo!”. [13]
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