La relación de don Orione con Pío XI fue aún más plena de audiencias, coloquios e informes sobre misiones confidenciales y delicadas, intensificadas por la confianza que lo unía al cardenal Pietro Gasparri, Secretario de Estado. Por ejemplo, sólo recientemente los archivos han dado a conocer el papel decisivo y discreto del santo tortonés para poner en claro la historia de san Pío de Pietrelcina. Al final de una difícil mediación de don Orione para evitar una iniciativa que podía menoscabar el prestigio de la Santa Sede, Pío XI no dudó en comentar en una audiencia: «Don Orione ha sudado sangre, pero ha dado consuelo al Papa» (Summarium, p. 894).
En este marco hay que ver las significativas y
eficaces intervenciones de don Orione para desbloquear las negociaciones que
llevaron a la Conciliación entre Estado e Iglesia en Italia en 1922. En la
carta que escribió a Mussolini en 1923, le hacía comprender que la verdadera
conciliación que había que buscar era la conciliación entre “romanidad ” y
“universalidad” del papado que presuponían una autonomía y libertad también
política (cf. Messaggi di don Orione, 107, pp. 27-45). Esta visión de la misión
espiritual y civil del papado se expresaba, en aquellos años de acentuados y
peligrosos nacionalismos, en un clarividente profetismo: «Veo venir los pueblos
hacia Roma desde los cuatro vientos», escribía don Orione. «Veo el Oriente y el
Occidente reunirse en la verdad y formar los días más hermosos de la Iglesia.
Será una maravillosa reconstrucción, quizá la más grande de las épocas, la pax
Christi in regno Christi» (Scritti, 86, p. 102).
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