ESPÍRITUS ACTIVOS Y CONTEMPLATIVOS
Debemos ser santos, pero hacernos tales santos
que nuestra santidad no pertenezca solamente al
culto de los fieles,
ni esté solo en la Iglesia,
sino que trascienda y arroje en la sociedad
tanto esplendor de luz, tanta vida de amor de
Dios y de los hombres,
para ser, más que los santos de la Iglesia,
los santos del pueblo y de la salvación social.
Debemos tener una profundísima vena de
espiritualidad mística
que invada todos los estratos sociales,
espíritus contemplativos y activos,
"siervos de Cristo y de los pobres".
Llevemos con nosotros y bien dentro de nosotros
el divino tesoro de aquella caridad que es
Dios,
y aunque debamos andar entre la gente,
conservemos en el corazón aquel celestial
silencio
que ningún ruido del mundo puede romper,
y la celda inviolada del humilde conocimiento
de nosotros mismos,
donde el alma habla con los ángeles y con Dios.
(Don
Orione, Apuntes de 1939, Scritti 57, p.104b)
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