SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


sábado, 29 de julio de 2023

30 DE JULIO 1937, DON ORIONE HABLA POR RADIO ULTRA

 

Texto del discurso pronunciado ante el micrófono de la “Radio Ultra”, el 30 de Julio de 1937. EL COTTOLENGO ES UNA FAMILIA CONSTRUIDA SOBRE LA FE

El 30 de julio de 1937 Don Orione, aprovechando el ofrecimiento de “RADIO ULTRA”, se despide del pueblo argentino . De esa manera se dirige una vez más a quienes siente que han comprendido el mensaje de las diferentes obras de caridad fundadas en nuestro territorio

Amados Argentinos

Ha llegado para mí la hora de las despedidas, esa hora que suele ser melancólica, pero que no es triste para el cristiano que se siente sometido, en todo momento, a una voluntad amorosa como es la de Dios a quien amamos.

Voy a partir de la Argentina después de una permanencia que debía ser breve y que Dios Nuestro Señor, con señales visibles de su Providencia, ha querido prolongar por tres, años, desde vuestro milagroso Congreso Eucarístico.

Y, en esta hora propicia para la efusión del corazón, quiero aprovechar el amable ofrecimiento de “RADIO ULTRA” para hablar una vez más a todos vosotros, amados Argentinos: aunque invisibles corporalmente, siente desde aquí que vuestras almas y la mía palpitan en una misma fraternidad cristiana, y que con muchas de ellas se ha establecido una muy honda comunidad de ideales sobrenaturales, de esas uniones que forman una amistad superior a todas las contingencias, una amistad que Dios confirmará eternamente en el Cielo.

Pues bien, a todos quiero deciros y confirmaros que en la Argentina he hallado para siempre mi segunda patria, y que, Dios mediante, volveré a ella vivo o muerto, pues quiero que mis cenizas duerman en el Pequeño Cottolengo Argentino de Claypole, regadas por las oraciones de tantas almas que, gracias a vuestra inagotable caridad, encontrarán allí, en los brazos humildes pero afectuosos de mis amados Hijos, los Religiosos de la Divina Providencia, el asilo de su orfandad, el remedio de su dolencia, el consuelo de su aflicción, el alimento de su indigencia, y, sobre todo, la dignificación cristiana y el amor Evangélico, único capaz de arrancar de la desesperación a los náufragos de la vida, que se sienten objeto de desprecios por parte de la sociedad paganizada de nuestros días.

Trae esta obra todo su espíritu de la Caridad de Cristo; y nunca la hubiera comenzado, sin el deseo y la plena bendición de su Eminencia Revma. el Sr. Cardenal Arzobispo, del Excmo. Sr. Nuncio Apostólico y del Excmo. Sr. Arzobispo de la Plata. Por esto Dios ha estado siempre conmigo, no obstante mis grandes miserias. Yo no tengo otro deseo que vivir y morir humildemente a los pies de la Santa Iglesia de Cristo: Ella es mi gran amor.

El Señor ama a todas sus criaturas sin excepción, pero su Providencia no pudo dejar de amar especialmente a los que sufren tribulaciones de alguna manera, después que Jesús se presentó como su modelo y su Capitán, sometiéndose El mismo a la pobreza, al abandono, al dolor y hasta al martirio de la Cruz.

Por lo cual el ojo de la Divina Providencia mira con predilección una obra de este género, y el Pequeño Cottolengo Argentino tendrá siempre abierta su puerta a toda clase de miseria moral y material.

Separados luego en tantas otras familias, acogerá en su seno como hermanos, a los ciegos, a los sordomudos, a los retardados, a los incapaces: cojos, epilépticos, ancianos e inválidos para el trabajo niños escrofulosos, enfermos crónicos, niños y niñas de cortos años en adelante; jovencitas en la edad de peligros morales; a todos aquellos, en una palabra, que por una u otra causa necesiten de asistencia o de auxilio, y no puedan ser recibidos en hospitales o asilos, y que verdaderamente se hallen abandonados; sean de cualquier nacionalidad o religión, sean también sin religión alguna: ¡Dios es Padre de todos! [Ef. 4, 6)]En el “Cottolengo” no deberá quedar sitio vacío; y en su puerta no se preguntará a quien la cruce si tiene un nombre, sino si tiene algún dolor.

¡En él, nada de empleados! Nada de fórmulas burocráticas, que tantas veces angustian y vuelven humillante el bien que se recibe: nada que se parezca a una administración: el Cottolengo es una familia construida sobre la Fe [Cfr. Mt. 12.46-50; Lc. 8.19-21; Mr. 3.31-35] y que vive de los frutos de una caridad inextinguible.

Por eso en él se vive alegremente: se ora, se trabaja en la medida de las fuerzas de cada uno, se ama a Dios y se ama y se sirve a Cristo en los pobres, en santa y perfecta alegría, porque ellos no son huéspedes, no son asilados: son los patrones, y nosotros somos sus servidores. Por eso ellos están contentos, y el Señor también, y continuamente brota de allá y se eleva al Cielo una sinfonía de oraciones, de gratitud por los bienhechores, de trabajo, de cánticos y de caridad.

Vosotros quizás creeréis que poseemos fondos y réditos.

No, amigos míos, de todo esto tenemos menos que nada. El Pequeño Cottolengo no tiene réditos, y no podrá jamás tener tales réditos; va adelante día a día: “panem nostrum quotidianum” [Lc 11,3].

Y, Deo gratias, tengo la satisfacción de salir de la Argentina sin dejar un solo centavo de deuda. Aquel Dios, que es el gran Padre de todos [Ef 4,6], que piensa en el pajarillo del aire [Mt 6,26]y nos manda despreocuparnos del mañana, envía con mano benéfica el pan cotidiano, esto es, aquel que se necesita cada día. Por eso nuestra debilidad no nos asusta: la consideramos como el trofeo de la caridad y de la gloria de Jesucristo, nuestro Dios y Redentor.

Nada es más agradable al Señor que la confianza en El. Y nosotros querríamos poseer una Fe, un ánimo intrépido, una confianza tan grande como el Corazón de Jesús.

Nuestro Banco es la Divina Providencia, y Ella lo hace y lo hará todo mediante la caridad de los corazones misericordiosos, movidos del deseo de hacer el bien a aquellos que más lo necesitan, tal como nos enseña el Evangelio y la Iglesia Católica, la Iglesia Romana, Madre y Maestra de nuestra Fe y de nuestra alma. He nombrado al Evangelio, queridos hermanos, y quiero que esta palabra sacratísima sea la última con que me despida de vosotros, porque cuando Jesús envió a sus discípulos les confió, sobre todo, la misión de dar a conocer el Evangelio [cf. Lc 9, 6; Mc 16,15]; no la sabiduría de los hombres, ni las doctrinas de los filósofos, ni los discursos literarios, ni las opiniones de los sociólogos, cuya falacia suele evidenciarse por la misma diversidad de las escuelas. Un solo libro hay que lo contiene todo sin que le falte nada, código divino de fe, de amor y de civilización: libro que escribió Dios con la Sangre de su Hijo, y que en la Iglesia Católica es guardado como en los Sagrarios: este es el Evangelio.

¡Leamos y conformemos nuestra vida al Santo Evangelio!

A la munificencia de la primera Benefactora Doña Carolina Pombo de Barilari, a las muy distinguidas Damas, Doña Dámasa Saavedra Zelaya de Lamas, Doña Dolores de Anchorena de Elortondo y, por su intermedio al Hon. Consejo General de la Sociedad Conferencias de Señoras de San Vicente de Paúl, a todas las distinguidas e insignes Bienhechoras y Bienhechores que han donado Pabellones al “Cottolengo Argentino”, o de cualquier manera, han contribuido, moral o materialmente, con grandes ofertas, o con el módico óbolo de la Viuda del Evangelio [Mc 12, 41-44; Lc 21, 1-4], la expresión de la más profunda y eterna gratitud mía y de mis queridos pobres del Pequeño Cottolengo Argentino.

Antes de embarcarme de regreso a mi dilecta e inolvidable Italia, hoy desde este micrófono, desde el cual tengo el honor de dirigir mi palabra al gran Pueblo Argentino, pongo en vuestras manos, después de Dios, esta vuestra obra, este Cottolengo que, como todas las obras argentinas, ha de llegar a ser grande, grande como vuestro corazón. ¡Y todo sea a honor y gloria de Dios, y siempre Deo Gratias!

Nobilisimos argentinos, que formáis esta gran Nación, admirable por sus bríos, sus riquezas, sus progresos y más aún por sus obras sociales de caridad y de educación, yo guardaré imborrables recuerdos de gratitud, de admiración por vosotros, por vuestras Autoridades Eclesiásticas y Civiles, todos en mi corazón ante Dios en el Altar... ¡Rogad por mí!

Rogad que pueda pronto regresar a esta mi segunda Patria como lo deseo ardientemente y, con esta esperanza, no os digo “adiós”, sino “hasta pronto”, si Dios quiere.

Amados Argentinos ¡Gracias por todo! Jamás os olvidaré. ¡Dios sabrá recompensar vuestra caridad! ¡Dios bendiga a todos, todos, todos!

Y la Virgen de Luján os proteja siempre: defienda y haga potente, grande y gloriosa la Nación Argentina.

Don Orione

 Sus hermosas palabras de despedida aún resuenan en nuestros oídos y en nuestros corazones, y trascienden las fronteras de nuestra Nacion. Hoy nos vuelve a decir a todos los que habitamos en este bendito suelo latinoamericano: argentinos, uruguayos y paraguayos, … guardaré imborrables recuerdos de gratitud y de admiración por ustedes, por su carácter, su bondad... por su amor hacia los más necesitados.... Sigamos haciendo honor a tan nobles palabras y movidos por el deseo de hacer el bien a aquellos que más lo necesitan renovemos nuestro compromiso.

Ahora y siempre …. ¡¡¡Ave María y Adelante!!!

P. Gustavo Aime fdp

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