“Jesús en el Santo Evangelio dice a sus
discípulos: de ahora en adelante no los llamaré más siervos sino 'amigos'... La
amistad tiene algo suave que casi trasciende la fraternidad de la carne y de la
sangre. Un día, mejor dicho, una tarde, fui a confesarme con Don Bosco; ahora
no recuerdo más, pero me parece poder decir que aquella fue la última vez que
me confesó. Había apenas empezado el tercer año del secundario: yo era el más
joven de los penitentes de Don Bosco...
“Después de haberme confesado me dijo estas
textuales palabras: '¡Nosotros seremos siempre amigos!' Cuantas veces me
encontré en dificultades y en tantas peripecias, y siempre me sentí animado y
confortado por estas palabras que quedaron grabadas en mi corazón: ¡nosotros
seremos siempre amigos!
"Don Bosco vive en miles y miles de casas
y obras: vive en el espíritu y en la obras de sus hijos y en la inmensa apostolicidad
de su congregación. Nuestra congregación es una pequeña plantita en comparación
a un cedro, como es la planta de la obra de Don Bosco (...) Recuerden, mis
queridos sacerdotes, siempre esto: ¡hagan siempre lo posible para que en
nuestra congregación nunca falte el cariño, la fraternidad, la unión, la
amistad de la cual habló Don Bosco!”
“¡La Pequeña Obra será lo que Dios quiera ¡pero
antes de todo, la Pequeña Obra debe sentir siempre gratitud hacia Don Bosco y
hacia sus hijos; y que nuestra actitud y conducta manifiesten siempre
agradecimiento hacia los salesianos por la sagrada memoria de Don Bosco (...) Y
si alguna vez en la vida les ocurriera poder decir alguna palabra, poder
defender a algún salesiano, a algún hijo de Don Bosco, háganlo, recordando la
palabra, la gran palabra que Don Bosco dirigió, con su gran corazón a un pobre
muchacho que él sacó de los campos, de los surcos y por quien se adelantó tanto
en su espíritu paterno, que lo llamó amigo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario