SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


jueves, 28 de septiembre de 2023

RECORDAMOS AL PADRE CESAR MORELATI


  

El padre César Morelati (1916-2003) nació en Brignano Gera D’Adda, un pequeño pueblo a los pies de los Alpes, al norte de la ciudad de Bergamo, en la provincia de Lombardia, Italia.muerto en Claypole en 2003 el 29 de septiembre, a 87 años de edad, 70 de profesión, 61 de sacerdocio y 67 de vida misionera.

 Nació el 24 de mayo de 1916, siendo bautizado al día siguiente. El llamado de Dios le llegó a temprana edad. "Sentí que el Señor me necesitaba, no sabía bien para qué, pero me entregué y me dejé llevar..."

 A los 12 años su madre y el cura párroco de su pueblo lo llevaron delante de Don Orione. “Él nos miró –cuenta el padre César– y nos llamó; ahí entré en la congregación”. Habiendo sentido hablar de Don Orione y su preocupación por las vocaciones pobres, fue recibido en Tortona 16 de octubre de 1928, continuando sus estudios allí y en Voghera. De niño se traslada a Tortona para su formación. Allí convive cinco años en la Casa Madre con Don Orione.

Recibió el hábito de manos del mismo Don Orione, en la fiesta de la Inmaculada de ese mismo año. Hizo su noviciado en Villa Moffa (1932 – 1933), y profesará en manos del Fundador el 15 de Agosto de 1933. 

 En la Navidad del año 1934, Don Orione, lo eligió para participar, personificando un ángel, en el pesebre viviente del pueblo, hecho que siempre recordaba. Luego de terminar sus estudios filosóficos, y ser por un año asistente de los probandos en el San Bernardino,el 18 de mayo de 1936, siendo aún clérigo, partió, como misionero hacia la Argentina, donde permanecerá hasta la muerte,

 “Don Orione estaba aquí –dice emocionado Morelati– y quiso que yo fuera a su lado. Quería que me preparara como maestro después de haber completado mis estudios de Filosofía”.

Mientras estudia el magisterio vive en la comunidad de Pompeya y trabaja en la de Carlos Pellegrini en tareas de secretaría. Aprende a escribir a máquina y a manejar. En la casa de Carlos Pellegrini comparte tres meses con Don Orione.
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Sus primeros grados como maestro fueron un tercero y un cuarto en el colegio San Vicente de Paul de Villa Domínico. Eran 42 alumnos. Allí se ocupaba también de acompañar a los postulantes. “Todas las tardes –recuerda– venía Don Orione desde Carlos Pellegrini a dar las buenas noches”.

Al año siguiente fue enviado por tres años a Cuenca, en la provincia de Buenos Aires, para que dé clase en el colegio. Después, es destinado a Claypole, para continuar sus estudios teológicos con los Padres Verbitas en Villa Calzada (1938 – 1941). Al terminar sus estudios en enviado al Colegio ―La Sagrada Familia‖ de Mar del Plata (1941 – 1943)  Emite su profesión perpetua el 22 de junio de 1940, en manos del P. Zanocchi y es ordenado sacerdote, junto a 11 compañeros más, el 22 de febrero de 1942 por Mons. Aragone, en la entonces capilla San José de Mar del Plata. . Años después irá al colegio Mons. Juan Agustín Boneo de Rosario; más tarde se ocupará de la escuela de Victoria y después otra vez a Mar del Plata. Así va “dando vueltas y trabajando”, como dice él, por todas las comunidades educativas orionitas del país durante 42 años. “Tengo siempre presente –afirma César Morelati– la solicitud que Don Orione nos hiciera a dos o tres cuando estábamos con él en Villa Domínico: ‘Debemos trabajar porque estamos en el principio de la congregación. Si aquí en Argentina se trabaja va a haber un paraíso, pero si no se trabaja va a haber una gran pérdida’”.

"Yo estuve junto a un santo

En septiembre del año 2000, a pocos días de la llegada definitiva del corazón de Don Orione a Argentina, Revista Don Orione entrevistó en Victoria al P. César Morelati, uno de los religiosos orionitas de los que vivieron en nuestro país que más tiempo compartió con Don Orione, tanto en Italia como aquí.

El valor de aquel reportaje al P. Morelati se actualiza hoy al permitirnos conocer en profundidad a Don Orione en detalles cotidianos. Leer el testimonio del P. Morelati nos acerca al santo de la caridad a través de alguien que mientras vivió no se cansó de decir a boca llena: “Yo conocí a Don Orione, yo estuve con un santo”.

 

– ¿Qué recuerda de la convivencia con Don Orione?

– Al entrar de pequeño en la congregación parte de mi infancia fue en la Casa Madre de Tortona. Allí fui creciendo y conociendo a Don Orione. Como era niño había muchas cosas que todavía no comprendía. En ese momento no me daba cuenta de la santidad de ese gran hombre. El acostumbraba a jugar con nosotros distintos juegos que había inventado para hacerlos en el interior de la casa, porque en el patio era imposible debido a la nieve. Era el invierno de 1928. Él jugaba y comía con nosotros, y cada tanto acudía al estudio y nos indicaba la ética y la moral que tenía que seguir el postulante.

– ¿Cómo lo describiría a Don Orione?

– Su semblante transparentaba al Dios verdadero. Cuando sonreía captaba todas las voluntades. Don Orione vivía unido a Dios y eso se veía en su rostro. Sus ojos eran grandes, negros y siempre estaban centelleando. Cuando se fijaba en una persona y se iba dibujando su amplia sonrisa era cuando esa persona se serenaba. Había mucha gente que hablaba con Don Orione para pedirle consejo.

– ¿Por qué parte de Italia hacia Argentina?

– Don Orione nos llamó para poder dar clase a los niños. En aquel momento la Obra había abierto los colegios San Martín de Tours, de San Fernando, y Mons. Juan Agustín Boneo, de Rosario. Llamó a alguno de los religiosos que tenían título de maestro, y si bien yo no tenía título, estaba de asistente de los postulantes, tenía un gran interés de conocer América y entonces levanté la mano. El padre Sterpi hizo los trámites y me mandó aquí junto con el padre Luis Varetto. El P. Sterpi quería que se nos hiciera una despedida como misioneros, que fuera muy entusiasmante para nosotros y para los que se quedaban. En la ceremonia de despedida se nos besaron los pies, porque nos íbamos a misionar, y se nos dio una cruz misionera. Pero cuando llegué a la Argentina, Don Orione me pidió la cruz, la besó y me dijo: “Guarda esa cruz, aquí no son indios”. Y yo, que tenía 20 años y venía con todo el entusiasmo, me quedé frío. Hace 64 años que tengo la cruz guardada como me pidió Don Orione.

– ¿Cuál fue su primer trabajo en Argentina?

– Los primeros cuatro meses estuve yendo todas las mañanas a la casa de Carlos Pellegrini donde me ocupaba de pasar a máquina las cartas que Don Orione escribía a mano. Muchas veces lo vi escribir y cómo cortaba el papel cuando subrayaba. Porque él tenía un carácter fuerte y cuando escribía cartas que eran bastante “saladitas”, subrayaba y cortaba el papel. Yo me trasladaba para allí todas las mañanas desde Pompeya en el colectivo 50.

– ¿En qué estaba trabajando Don Orione cuando usted llega al país?

– Lo primero que empezó Don Orione fue la obra de Avellaneda, y después colocó la piedra fundamental del cottolengo de Claypole y más tarde los pabellones del cottolengo. También estaba interesado en abrir una obra en San Miguel. Fue así que contactó al dueño de los terrenos, que tenía allí una casa de mala vida. Y Don Orione le pidió que le diera los terrenos para transformar esa casa de mal en una de bien. El fundador lo hacía con mucho entusiasmo anunciándolo como bienhechor, aun cuando no había tomado la decisión de entregar la casa. Esa era la estrategia para hacerlo decidirse. En ese momento me acuerdo del rostro de Don Orione, que estaba iluminado. Uno es el Don Orione que yo recordaba de pequeño y otro distinto el que me encuentro aquí, porque de pequeño no tenía noción de que el hombre era un santo. Su mística no pasaba por ponerse de rodillas y rezar, sino que toda su vida estaba entregada a Dios. Mientras trabajaba, escribiendo cartas o recibiendo a una persona, usted veía y sentía que era Dios quien hablaba.

– ¿Qué cosas preocupaban a Don Orione?

– Los colegios, porque no había maestros y no tenía plata para pagarles. Entonces venían desde Italia muchos hermanos para poder ocuparse de las escuelas. En 1937, un año después de mi llegada a la Argentina, llegaron 18 hermanos para servir desde la educación.

– También compartió con él sus estadías en el Cottolengo de Claypole, ¿qué hacía Don Orione allí?

– Visitaba los distintos pabellones, que en ese momento eran seis. El visitaba a los enfermos. Les ponía la mano sobre la cabeza y les daba la bendición. Todos los enfermos buscaban hablarle. Yo lo acompañaba y no perdía de vista su rostro. Se percibía la alegría que él sentía visitando los enfermos y la alegría que le producía a los enfermos verlo siempre sonriente.

– ¿Cómo vivió el pasado 29 de agosto (del año 2000) mientras esperaba al corazón de Don Orione?

– Caminaba por un sendero de atrás del Cottolengo de Claypole y rezaba. Venía a mi mente cuando Don Orione, para poder comprar todos los terrenos que están en la entrada y al costado de lo que es hoy el cottolengo, mandaba a alguno de los religiosos con un montón de medallitas para que las fueran “sembrando” en esos terrenos de manera que el Señor recordara que esos campos se necesitaban. Ese día (de la llegada de la reliquia del corazón) escuché la voz de Don Orione que era fuerte y aguda, como de trompeta. Nos repetía lo que nos dijo a un grupo de maestros cuando nos llevó a la escuela de Villa Domínico: “Los dejo aquí, pero no los voy a dejar huérfanos, voy a venir mañana por la noche”.

fuente Necrologico 

fuente 100 pasos haci los 100 años de Don Orione Argentina

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