Luis Orione tiene trece años, y el convento, en resumen, le gusta. Los frailes, los
compañeros son buenos, y hay tanto espacio abierto; sobre todo se reza, se estudia, existe alegría, una alegría diferente de aquella de la escuela o de la calle: un verdadero regocijo. Hay anhelos que deben cumplirse en breve, por ejemplo, cuatro o cinco postulantes esperan vestir el hábito de San Francisco apenas llegue el Padre Provincial. Es una perspectiva fascinante, y si para vivirla es necesario esperar, crecer, madurar, ¡bien vale la pena! "Yo - recordará Luis muchos años después - no soñaba otra cosa sino con el Hábito con capucha y cordón blanco"...<9>. Luego, la noticia fulminante: el Provincial llegó para imponer el hábito a los postulantes, y entre estos está Luis….. Después seguirá con el relato.
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