El Jubileo nos pide que nos pongamos en camino y que superemos algunos límites. Cuando nos movemos, de hecho, no cambiamos solo de lugar, sino que nos transformamos nosotros mismos. Por eso, es importante prepararse, planificar el trayecto y conocer la meta.
En este sentido la peregrinación que caracteriza este año empieza antes del propio viaje: su punto de partida es la decisión de hacerlo.
El recorrido, en realidad, se construye progresivamente: hay varios itinerarios por elegir, lugares por descubrir; las situaciones, las catequesis, los ritos y las liturgias, los compañeros de viaje permiten enriquecerse con nuevos contenidos y perspectivas.
La contemplación de lo creado también forma parte de todo esto y es una ayuda para aprender que cuidar la creación “es una expresión esencial de la fe en Dios y de la obediencia a su voluntad”
(Francisco).
“¡El hombre se mueve! ¡La gran máquina de vapor que le hace hervir la sangre es su corazón! En las tardes hermosas, en el azul del firmamento me vuelvo hacia las estrellas, hacia las estrellas que brillan y danzan en la armonía de los cielos y corren unas a otras. ¿Y hacia dónde corren, digo yo, hacia dónde van? Y parecen responderme: ¡en una ley armoniosa y eterna, vamos buscando a Dios!
¡El hombre, también el hombre, cuando de a poco se va alejando de Dios, se enciende y va! ¡Corre, vuela buscando a Dios!
“Nos creaste para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Los corazones buscan la felicidad, ¡y la felicidad está en Dios! ¡Hermosa es esta carrera para perfeccionarse en la perfección que es Dios!” (Don Orione).
Este Año Jubilar nos recuerda que toda nuestra vida es una peregrinación hacia la meta final, el cielo. Ayúdanos, Señor, a comprender la importancia de prepararnos para este viaje y conocer claramente nuestro destino. Danos la determinación y el coraje de ponernos en camino, un viaje que no signifique simplemente cambiar de lugar, sino salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás. Enséñanos a superar la diversidad y los obstáculos, a buscar la unidad y la paz.
Con tu ayuda, conviértenos y transfórmanos. Te lo pedimos por tu Hijo, Jesucristo, hecho hombre, para revelarnos tu amor. Amén.