"Ave María y Adelante."
SABÍAS ?
¿SABÍAS?MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS
SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA
¿ Y SU ORIGEN? :
El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".
¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...
¿Cuál es el fìn del MLO?
Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.¿Cómo lograr esto?
A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.
¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.
Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.
Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias
jueves, 14 de agosto de 2025
ANIVERSARIO SACRAMENTINAS NO VIDENTES
"Ave María y Adelante."
MARÍA, MADRE DE LA ESPERANZA
La Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirma que la Santísima Virgen «resplandece ahora en la tierra ante el pueblo peregrino de Dios, como signo de segura esperanza y consuelo, hasta que llegue el día del Señor» (n.º 68).
La liturgia de la Iglesia, considerando el papel de la Santísima Virgen en la historia de la salvación,
la invoca a menudo como «nuestra Esperanza» y «Madre de la Esperanza».
Además, en el Misal de la Santísima Virgen María, un formulario completo está dedicado a María, «Madre de la Santa Esperanza». En 2020, el Papa Francisco ordenó que se insertaran tres nuevas invocaciones en las Letanías Lauretanas,
incluyendo «Madre de la Esperanza». «María», señala el Santo Padre, «ha soportado más de una noche en su camino como madre. Desde su primera aparición en los Evangelios, su figura destaca como si fuera un personaje de drama. No fue fácil responder con un «sí» a la invitación del ángel:
y, sin embargo, ella, una mujer aún en la flor de la juventud, respondió con valentía, a pesar de desconocer el destino que le aguardaba... Ese «sí» es el primer paso de una larga lista de obediencias que acompañarán su camino como madre... María acoge la vida tal como se nos da, con sus días felices, pero también con sus tragedias que nunca desearíamos haber atravesado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo fue clavado en el madero de la cruz...
María "estuvo de pie", simplemente estuvo allí. Aquí está de nuevo,
99 la joven de Nazaret, con el cabello canoso por el paso de los años, todavía lidiando con un Dios al que solo se debe abrazar, y con una vida que ha llegado al umbral de la más profunda oscuridad. María
"estuvo de pie" en la más profunda oscuridad, pero "estuvo de pie". No se ha ido. María está allí, fielmente presente, cada vez que se necesita mantener una vela encendida en un lugar de niebla y niebla.
Ni siquiera ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba abriendo en ese momento para todos nosotros: está allí por fidelidad al plan de Dios, cuya sierva se proclamó el primer día de su vocación, pero también por su instinto de madre que simplemente sufre cada vez que un hijo experimenta una pasión... La encontraremos de nuevo en el primer día de la Iglesia, ella, madre de la esperanza, en medio de esa comunidad de discípulos tan frágiles... Por eso todos la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo, que es la Santa Madre de Dios. Porque ella nos enseña la virtud de la espera, incluso cuando todo parece insignificante: siempre confía en el misterio de Dios, incluso cuando parece eclipsarse a causa del mal del mundo. En tiempos de dificultad, que María, la Madre que Jesús nos dio a todos, sostenga siempre nuestros pasos, que siempre diga a nuestros corazones: «¡Levántate! Mira hacia adelante, mira al horizonte», porque Ella es la Madre de la Esperanza» (Papa Francisco, Audiencia General, 10 de mayo de 2017).
miércoles, 13 de agosto de 2025
SOR MARIA PLAUTILLA
Hermana María Plautilla
SOR MARÍA PLAUTILLA
HAN DICHO DE ELLA…
DIONIGI TETTAMANZI (Cardenal)
La experiencia histórica del resultado positivo de aquel lejano peregrinar del éxodo bíblico, anima a los caminantes terrenales de cada tiempo a mirar con confianza la meta celeste por alcanzar. ¿Cuándo? ¿Cómo? Todo es incierto. Sin embargo los peregrinos de lo absoluto cantan y caminan.
Es interesante conocer el hecho de vida de una débil y joven criatura, cuyo camino en la existencia fue breve. Pero fue un canto de caridad percibido con claridad por cuantos le han sido cercanos, y con fascinación por cuántos sólo se han acercado brevemente y de lejos. Las ondas sonoras de la caridad y de la santidad tienen un dinamismo y una potencia de verdad misteriosa.
El camino de la vida de la Sierva de Dios, Sor María Plautilla Cavallo, ha estado marcado por el sufrimiento desde tierna edad, forjado por la fuerza de la caridad y consumado en la completa oblación en el arco de apenas 33 años de vida, 10 de consagración religiosa. Un heroico gesto de generosidad, mientras se encontraba gravemente enferma en su cama, por salvar a una enferma mental subida sobre el alféizar de la ventana, coronó su vida que llegó a la meta el 5 de octubre1947.
Provenía de la familia Cavallo, de Roata Chiusani, donde había nacido el 13 de noviembre de 1913 y le fue puesto el nombre de Lucía. Brotó como una de las muchas flores de su "provincia grande", Cúneo, rica en pastos verdes, que la vio crecer pobre y simple, regada de fatigas y sudores. La lozanía de aquella niña venía del Señor ya que, con singular madurez, apenas con doce años, ella supo reemplazar, en el cuidado de la casa y de los hermanitos, a la mamá muerta prematuramente, y no desdeñó duplicar las fatigas para contribuir al equilibrio familiar en una difícil supervivencia.
Este sentido materno de generoso cuidado de los otros la acompañó toda la vida. Más tarde, cuando los familiares alcanzaron cierta autonomía, pudo dar libre respuesta a la voz del Señor que la llamaba a la oblación total de sí. Respondió al Señor con la prontitud de quien está acostumbrado a obedecer y a darse activamente, sin tenerse en cuenta a sí misma ni a las exigencias. Voy a “hacerme santa a costa de cualquier sacrificio", escribió en los días de la decisión.
Se hizo religiosa de Don Orione. Su campo de contemplación y misión fue el Pequeño Cottolengo de Génova que yo tengo la gracia de conocer bien. No me es difícil imaginarla hoy en el rostro de alguna de sus hermanas de hábito que encuentro en aquella benemérita institución de caridad. Una de sus hermanas de entonces ha dicho de ella: "Veía bien todo, veía buenas a todas, atenta hacia todas las enfermas, se deleitaba en atender a las más repugnantes. Las peores eran las más amadas por ella, las tenía lindas y limpias, las quería felices, alegres; quería el orden. Todas querían estar con ella. Donde pasaba esparcía el perfume del buen humor."
Entre las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad de Don Orione se encontró a gusto y dio testimonio de aquel "recto saber” que edificaba a sus hermanas, a los internos y a la gente que entraba en aquella órbita. No era una religiosa extraordinaria, de las de los discursos en público, de las catequesis bien pensadas o de emprendimientos pastorales. No. Fue una de aquellas religiosas, como todavía hay muchas hoy, a las que se las quisiera tener junto a la cama del hospital o como madre para el hijo minusválido o cercana a los padres ancianos o como consejera discreta con su escucha y sus rosarios acompañados por un convincente “confiémonos a Dios y a la Virgen."
De aspirante o de hermana, sana o enferma, su vida puede encontrar la síntesis simbólica en el humilde y generoso gesto oblativo del muchacho del Evangelio que le dio a Jesús sus cinco panes y dos peces, medio de una providencia que no venía de los propios recursos sino más bien de aquellos más abundantes de Dios. Siempre dio 'todo' y aspiraba a Dios su 'Todo', con sincera y sentida piedad. "La verdadera piedad, - escribió en sus apuntes de vida espiritual -, no consiste en tantas reverencias y tantas manifestaciones exteriores, sino en tenerla dentro, de verdad. Ser a la buena, simple. El Señor agradece la alegría de corazón". Y añadía: "Sin esta virtud no se va al Paraíso. El Señor juzga rigurosamente sobre esto: hacer el bien a todos, el bien siempre, el mal a ninguno". Eran las palabras que, como bien sabemos, tenía en la boca y en el corazón su Don Orione, cerca del cual Sor Plautilla se formó. Alguien que conocía bien a ambos la definió curiosamente como "Don Orione vestido de Hermana”.
Amo ver y recordar así a Sor María Plautilla, como un "orionina" en el sentido que ha asumido este adjetivo: simple, pronta, a la buena, toda sacrificio, de piedad sólida y encendida pero sin apariencias, siempre activa y olvidada de sí porque era toda y sólo de Jesús.
Dionigi Card. Tettamanzi, Arzobispo de Génova, Génova 14 de junio de 2001
SEVERINO POLETTO (Cardenal)
Creo que Jesús podría decir algo más de esta “esposa” suya que ofreciendo con totalidad ha dado a Él y a los hermanos más pobres toda su breve pero intensa vida.
Se ha dicho que Sor María Plautilla ha realizado en sí misma el ideal de religiosa que soñaba Don Orione, sobre todo por el estilo de dedicación total al Señor y a los hermanos, hecha de humildad, escondimiento, silencio, oración y exquisitez de caridad. En ella lo ordinario llegaba a ser el espacio cotidiano de un heroico cumplimiento de la voluntad de Dios con un estilo que dejaba transparentar toda su limpidez y riqueza interior.
Todos estamos llamados a la santidad (LG 40) y tenemos aquí una prueba de cómo este ideal es posible aún sin hacer cosas excepcionales. El ejemplo de esta humilde religiosa sirva de estímulo a muchas personas que conocemos comprometidas en los varios campos de trabajo apostólico, sobre todo en el de la caridad, y que necesitan cada vez más de testimonios para poder creer en la posibilidad y el deber de ser santos en lo terrible y monótono de lo cotidiano.
BRUNO GALVANI (Historiador)
Fue una Misionera de la Caridad que, en vez de hacerlo en tierras de lejanos continentes, testimonió su amor evangélico en un pasillo hospitalario del propio pueblo.
En: Messaggi di Don Orione ( http://www.donorione.org/ )
martes, 12 de agosto de 2025
LA PATAGONIA ROMANA
lunes, 11 de agosto de 2025
TESTIGO DE ESPERANZA EN LA BIBLIA
La Biblia relata varias historias emblemáticas de personas que, como diría San Pablo (cf. Romanos 4,18), «se mantuvieron firmes en la esperanza contra toda esperanza», porque confiaron plenamente en el amor de Dios, se encomendaron a su misericordia, su providencia y su ternura. Su paciencia, su perseverancia y su confianza fueron recompensadas con resultados excepcionales e impredecibles: la poderosa intervención de Dios revirtió ciertas derrotas y situaciones irremediables: fertilizó vientres y se volvió incurablemente estériles; transformó corazones de piedra en corazones de carne, el luto en celebración, al esclavo en rey; superó condiciones irreversibles como la desesperación y la muerte. En el Magníficat, María canta esta esperanza y su cumplimiento. Aquí recordamos brevemente a tres figuras del Antiguo Testamento: Juan II Preboste, Abraham, Sara y el Ángel, que son para nosotros ejemplos extraordinarios de fe y esperanza.
Abraham era de edad avanzada, al igual que su esposa, Sara, quien también era estéril. El Señor le prometió una nueva tierra y una posteridad extraordinaria, tan numerosa como las estrellas del cielo, algo absurdo según la lógica y la experiencia humanas. Sin embargo, «confiando en esta promesa, Abraham emprende el camino, acepta dejar su tierra y convertirse en extranjero, esperando este hijo 'imposible' que Dios debía darle, aunque el vientre de Sara ya estaba prácticamente muerto. Abraham cree, su fe se abre a una esperanza aparentemente irrazonable; es la capacidad de ir más allá del razonamiento humano, más allá de la sabiduría y la prudencia del mundo, más allá de lo que normalmente se considera sentido común, para creer en lo imposible. La esperanza abre nuevos horizontes, nos permite soñar lo que ni siquiera es imaginable. La esperanza nos permite entrar en la oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz» (Papa Francisco, Audiencia, 28 de diciembre de 2016).
José, el penúltimo hijo de Jacob y Raquel, era odiado por sus hermanos mayores, quienes decidieron eliminarlo vendiéndolo a comerciantes que se dirigían a Egipto. En ese país extranjero, José, ahora esclavo, nunca deja de confiar en la fiel y protectora amistad de Dios, incluso cuando todo parece una trampa cruel e inhumana sin salida. Y ocurre lo inesperado: tras varias vicisitudes como esclavo oprimido, José se convierte en la segunda autoridad más alta de toda la nación después del faraón. Su esperanza se convierte en perdón, bendición y salvación también para sus hermanos y su pueblo, quienes son acogidos en paz en Egipto, en el dramático momento de una terrible hambruna en su tierra. Ester, una piadosa joven judía, es elegida reina por el rey Artajerjes de Persia. Confiando plenamente en el Señor y arriesgando su propia vida, logra salvar a su pueblo de un terrible plan de muerte urdido por el enemigo Amán. ¡La esperanza nunca decepciona!
domingo, 10 de agosto de 2025
SANTA CLARA DE ASIS, 11 AGOSTO
Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia a Clara Favarone, joven de dieciocho años, perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso Rosso. En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de los Ángeles. La aguardaban Francisco y varios sacerdotes, con cirios encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus. Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de Francisco, que corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. A la mañana siguiente, familiares y amigos invadieron el templo. Rogaban y amenazaban. Pensaban que la joven debería regresar a la casa paterna. Gritaba y se lamentaba el padre. La madre lloraba y exclamaba: Está embrujada. Era el 18 de marzo de 1212. Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico comerciante Bernardone, Clara era una niña de once años. Siguió paso a paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo. Y con esa admiración fue creciendo el deseo de imitarlo.
Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una comunidad. La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en todo. Cuidaba a los enfermos en los hospitales; dentro del convento realizaba los más humildes quehaceres. Pedía limosnas, pues esa era una de las normas de la institución. Las monjas debían vivir pendientes de la providencia divina: la limosna y el trabajo. Corrieron los años. En el verano de 1253, en la iglesia de San Damián de Asís, el papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte. Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia plenaria. El Papa contestó, sollozando: Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia divina. Lloran las monjas la agonía de Clara. Todo es silencio. Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.
- Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.
Una de las monjas le pregunta:
- ¿Con quién hablas?
Ella contesta recitando el Salmo.
- Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.
Y expiró. Era el 11 de agosto de 1253.
Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella fue alto candelabro de santidad, a cuya luz acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas. Santa Clara fundó la orden de las clarisas, rama femenina de los franciscanos, y desde hace siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís. De ella dijo su biógrafo Tomás Celano: Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte.
sábado, 9 de agosto de 2025
MUERTE DE FRANCISCO DRZEWIECKI Y COMPAÑEROS MARTIRES
Beato Sac. Franciszek Drzewiecki, desde Zduny (Polonia), muerto por odio a la fe en Dachau (Alemania) en 1942, a 34 años de edad, 11 de profesión y 6 del Sacerdocio. Francisco entró adolescente al seminario en Zdunska Wola (Polonia). Después de la secundaria y los estudios filosóficos, en 1931 fue a Italia, en la casa madre de Tortona, a los estudios de noviciado y teología.
Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1936. Ya sacerdote sus primeros frutos los dio en el Pequeño Cottolengo de Génova Castagna. Volvió a Polonia a finales de 1937, Don Francesco continuó sus actividades como educador en Zdunska Wola universidad. En el verano de 1939 fue llamado a hacerse cargo de la parroquia "Sagrado Corazón" y el Pequeño Cottolengo de Wloclawek. Aquí le sorprendió l ' 1a invasión nazi en septiembre de 1939 que pronto se convertiría en la persecución religiosa abierta contra la Iglesia Católica.
El 7 de noviembre de ese 1939, Don Francesco, con casi todo el clero de la diócesis, fue detenido y llevado a la cárcel. Las largas Vía Crucis de las humillaciones y sufrimientos traídos en varios campos de concentración y finalmente a Dachau. Sus compañeros de campamento lo recordaban como un "buen hombre, sacerdote santo edificado por su cortesía y atención." Después de dos años de penurias, privaciones, el trabajo forzado y el testimonio heroico de fortaleza y caridad, murió el 13 de septiembre de 1942.
A medida que lo llevaron a la muerte, dijo Don Francisco con una disposición serena: "Vamos ... Pero vamos a ofrecer nuestras vidas para Dios, para la Iglesia y para la patria ". Esas fueron sus últimas palabras.
La caridad, fruto de su unión habitual con Dios, formo el tejido de su vida. Se lo recuerda como un clérigo ejemplar, maestro y pastor celoso, finalmente lo atrapó y exaltado en la terrible prueba y la muerte en los campos. El Papa Juan Pablo II lo beatificó 13 junio de 1999.
según fuente Don Flavio Peloso
DON ORIONE DEVOTO DE SAN LORENZO
viernes, 8 de agosto de 2025
LA ESPERANZA NO DEFRAUDA
La esperanza no defrauda
De la Bula de Indicación del Jubileo Ordinario del año 2025, Spes non contunditi.
Redescubrir la paciencia es muy beneficioso para uno mismo y para los demás.
San Pablo suele usar la paciencia para enfatizar la importancia de la perseverancia y la confianza
en lo que Dios nos ha prometido, pero sobre todo da testimonio de que Dios es paciente con nosotros, Él, que es «el Dios de la perseverancia y del consuelo» (Rm 15,5).
La paciencia, también fruto del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. Por lo tanto, aprendamos a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia, que es hija de la esperanza y, al mismo tiempo, la sostiene. De este entrelazamiento de esperanza y paciencia, se desprende claramente que la vida cristiana es un camino, que también requiere momentos intensos para alimentar y fortalecer la esperanza, compañera insustituible que nos permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús (nn. 4-5).
La esperanza, junto con la fe y la caridad, forma el tríptico de las «virtudes teologales», que expresan la esencia de la vida cristiana (cf. 1 Co 13,13; 1 Ts 1,3). En su dinamismo inseparable, la esperanza es lo que, por así decirlo, orienta, indica la dirección y el propósito de la existencia del creyente. Por ello, el apóstol Pablo nos invita a «alegrarnos en la esperanza, ser pacientes en la tribulación, constantes en la oración» (Rm 12,12). Sí, necesitamos «rebosar de esperanza» (cf. Rm 15,13) para dar un testimonio creíble y atractivo de la fe y el amor que llevamos en el corazón:
para que la fe sea gozosa, la caridad entusiasta; para que todos puedan ofrecer incluso una simple sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio generoso, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quienes lo reciben (n. 18).
El próximo Jubileo será un Año Santo caracterizado por una esperanza inquebrantable, la esperanza en Dios.
Que nos ayude también a redescubrir la confianza necesaria en la Iglesia y en la sociedad, en las relaciones interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de cada persona y en el respeto a la creación.
Que el testimonio de la fe sea en el mundo levadura de auténtica esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde podamos vivir en justicia y en armonía entre los pueblos, esforzándonos por cumplir la promesa del Señor.
Dejémonos atraer por la esperanza desde ahora y que, a través de nosotros, se contagie a todos los que la deseen. Que nuestra vida les diga: «Espera en el Señor, sé fuerte, y tu corazón se alivie de la inseguridad; espera en el Señor» (Sal 27,14). Que la fuerza de la esperanza llene nuestro presente, mientras esperamos con confianza el regreso del Señor Jesucristo, a quien corresponde la alabanza y la gloria ahora y por los siglos venideros (n. 25).
jueves, 7 de agosto de 2025
BASILICAS E IGLESIAS JUBILARES DE ROMA
Las cuatro basílicas papales en Roma son San Pedro en el Vaticano, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Estas basílicas albergan las Puertas Santas, que el Papa abre durante el Año Jubilar. La Ruta de las Siete Iglesias fue un itinerario devocional formalizado y revivido en el siglo XVI por San Felipe Neri: los peregrinos que llegaban a Roma para el Jubileo debían visitar las cuatro basílicas papales y otras tres iglesias (San Lorenzo Extramuros, Santa Cruz de Jerusalén y San Sebastián Extramuros) en un solo día para obtener la deseada indulgencia. El itinerario tiene una longitud aproximada de 25 kilómetros. Además, para el Jubileo de 2025, se han designado 13 iglesias como lugares de encuentro especiales para los peregrinos. En estas iglesias se impartirá catequesis en varios idiomas para profundizar en el significado del Año Santo. Además, se tendrá la oportunidad de experimentar el sacramento de la Reconciliación y nutrir la experiencia de fe con la Eucaristía y la oración.
Las iglesias son: Iglesia de Santa Prisca; Basílica de los Santos Silvestre y Martino ai Monti; Iglesia de Santa María en Monserrato degli Spagnoli; Iglesia de San Juan Bautista de los Fiorentini; Iglesia de Santa María del Sufragio; Iglesia del Santo Espíritu de los Napoletanos; Iglesia de Santa Catalina de Siena; Iglesia de Santa María de la Oración y la Muerte; Iglesia de Santa María en Vallicella; Iglesia de San Salvador en Lauro; Iglesia de San Pablo en la Regla; Basílica de San Andrés delle Fratte; Santuario del Divino Amor.
La Puerta Santa, símbolo del Jubileo
La "Puerta Santa", otro elemento distintivo del Jubileo, contiene un poderoso simbolismo que, desde el ámbito bíblico, abarca las esferas eclesial y personal.
Jesús dijo: "Yo soy la puerta de las ovejas. Todas los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los escucharon, pero yo soy la puerta.
Si alguno entra por mí, se salvará. Entrará y saldrá y hallará pastos” (Juan 10,7-9). Cristo, por tanto, es la única puerta por la que estamos seguros, protegidos, salvados y, al mismo tiempo, introducidos a la abundancia de la bondad de Dios. La Puerta Santa, entonces —en esta perspectiva cristológica— es “una Puerta de la Misericordia, donde quien entra puede experimentar el amor de Dios que consuela, perdona y da esperanza” (Papa Francisco).
La Puerta abierta es una invitación a entrar, una clara señal de acogida, comprensión, solidaridad y consuelo. No hay entradas principales ni secundarias, ni accesos para las autoridades ni atajos para quienes tienen necesidades especiales: la “Puerta Santa” es única, no hace distinción, discriminación ni marginación.
Cruzar ese umbral no puede reducirse a un mero ritual, más o menos emocional; debe ser una elección libre y responsable que implica la voluntad sincera de dejar de lado todo el peso de los vicios, las infidelidades, incoherencias y pecados, para definir un camino claro de conversión y seguir con determinación al Buen Pastor. Hasta 1975, la Puerta Santa de las cuatro basílicas romanas estuvo tapiada por dentro y por fuera. Al inaugurarse el Jubileo, fue necesario demoler un muro real, operación que el Papa inició físicamente con tres martillazos, dejando espacio para los albañiles que completaron la demolición. En la ceremonia de clausura del Año Santo, la Puerta fue tapiada de nuevo. Fue Pablo VI quien interrumpió esta tradición, dejando de tapiar el exterior de la "Puerta Santa" al cierre del Jubileo.
Los 16 bajorrelieves de bronce de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro representan la historia de la salvación en 14 escenas: 1) el pecado y la expulsión de Adán y Eva del Paraíso; 2) la Anunciación; 3) el Bautismo de Jesús; 4) la parábola del Buen Pastor; 5) la parábola del Padre Misericordioso; 6) la curación del paralítico; 7) El pecador perdonado; 8) Jesús le dice a Pedro que debemos perdonar "setenta veces siete"; 9) Jesús, arrestado, mira a Pedro, quien acaba de negarlo; 10) Jesús en la cruz y el buen ladrón;
11) Cristo resucitado se aparece a Tomás; 12) El Señor envía el Espíritu Santo a los apóstoles; 13) La conversión de Saulo; 14) El Papa Pío XII abre la Puerta Santa en el Jubileo de 1950 (las palabras del panel son las del Señor en el Apocalipsis: "He aquí, estoy a la puerta y llamo").
La virtud de la esperanza se funda en Jesucristo, el sacrificio y las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Que el Espíritu Santo aumente en nosotros esta virtud consoladora en estos días: que nos dé una esperanza firme, inquebrantable y altísima, que nos lleve hasta las mismas puertas del Cielo. Don Luigi Orione