SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


jueves, 14 de agosto de 2025

ANIVERSARIO SACRAMENTINAS NO VIDENTES


ANIVERSARIO N°98 , DE LAS HERMANAS SACRAMENTINAS




























Don Orione fundó a las hermanas de Sacramentinas 15 de agosto de 1927, en la solemnidad de la Asunción. De ellas dijo "ellas serviran a Jesús en el Sacramento"; "Formaran una comunidad especial para orar por el Papa y la Iglesia". Las hermanas Sacramentinas con la adoración y el sacrificio ruegan por la actividad apostólica de los hijos de la Divina Providencia y de las pequeñas Hermanas Misioneras de la caridad; ofrecen a Dios la privación de la vista por los hermanos que aún no conocen la verdad, que vengan a Dios, luz del mundo (cf. Costo. Arte 4).En todas las comunidades,de las hermanas Sacramentinas damos gracias a Dios por su fundación y por la oportunidad de amarlo y servirle en el Santísimo Sacramento.
"Ave María y Adelante."



MARÍA, MADRE DE LA ESPERANZA

 


La Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirma que la Santísima Virgen «resplandece ahora en la tierra ante el pueblo peregrino de Dios, como signo de segura esperanza y consuelo, hasta que llegue el día del Señor» (n.º 68).

La liturgia de la Iglesia, considerando el papel de la Santísima Virgen en la historia de la salvación,

la invoca a menudo como «nuestra Esperanza» y «Madre de la Esperanza».

Además, en el Misal de la Santísima Virgen María, un formulario completo está dedicado a María, «Madre de la Santa Esperanza». En 2020, el Papa Francisco ordenó que se insertaran tres nuevas invocaciones en las Letanías Lauretanas,

incluyendo «Madre de la Esperanza». «María», señala el Santo Padre, «ha soportado más de una noche en su camino como madre. Desde su primera aparición en los Evangelios, su figura destaca como si fuera un personaje de drama. No fue fácil responder con un «sí» a la invitación del ángel:

y, sin embargo, ella, una mujer aún en la flor de la juventud, respondió con valentía, a pesar de desconocer el destino que le aguardaba... Ese «sí» es el primer paso de una larga lista de obediencias que acompañarán su camino como madre... María acoge la vida tal como se nos da, con sus días felices, pero también con sus tragedias que nunca desearíamos haber atravesado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo fue clavado en el madero de la cruz...

María "estuvo de pie", simplemente estuvo allí. Aquí está de nuevo,

99 la joven de Nazaret, con el cabello canoso por el paso de los años, todavía lidiando con un Dios al que solo se debe abrazar, y con una vida que ha llegado al umbral de la más profunda oscuridad. María

"estuvo de pie" en la más profunda oscuridad, pero "estuvo de pie". No se ha ido. María está allí, fielmente presente, cada vez que se necesita mantener una vela encendida en un lugar de niebla y niebla.

Ni siquiera ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba abriendo en ese momento para todos nosotros: está allí por fidelidad al plan de Dios, cuya sierva se proclamó el primer día de su vocación, pero también por su instinto de madre que simplemente sufre cada vez que un hijo experimenta una pasión... La encontraremos de nuevo en el primer día de la Iglesia, ella, madre de la esperanza, en medio de esa comunidad de discípulos tan frágiles... Por eso todos la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo, que es la Santa Madre de Dios. Porque ella nos enseña la virtud de la espera, incluso cuando todo parece insignificante: siempre confía en el misterio de Dios, incluso cuando parece eclipsarse a causa del mal del mundo. En tiempos de dificultad, que María, la Madre que Jesús nos dio a todos, sostenga siempre nuestros pasos, que siempre diga a nuestros corazones: «¡Levántate! Mira hacia adelante, mira al horizonte», porque Ella es la Madre de la Esperanza» (Papa Francisco, Audiencia General, 10 de mayo de 2017).

miércoles, 13 de agosto de 2025

SOR MARIA PLAUTILLA

Hermana María Plautilla

ANIVERSARIO  DE SU PROFESION PERPETUA, LA RECORDAMOS ASI:
SOR MARÍA PLAUTILLA
HAN DICHO DE ELLA…

DIONIGI TETTAMANZI (Cardenal)
"Sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación", (Is. 12,3). El camino de la vida humana repite la larga marcha del pueblo hebreo en el desierto. Es un camino pesado, en efecto; interminable en apariencia. Porque está acompañado por un largo cortejo de pruebas, de sufrimientos, de tentaciones. Sin embargo el pueblo canta y camina.
La experiencia histórica del resultado positivo de aquel lejano peregrinar del éxodo bíblico, anima a los caminantes terrenales de cada tiempo a mirar con confianza la meta celeste por alcanzar. ¿Cuándo? ¿Cómo? Todo es incierto. Sin embargo los peregrinos de lo absoluto cantan y caminan.
Es interesante conocer el hecho de vida de una débil y joven criatura, cuyo camino en la existencia fue breve. Pero fue un canto de caridad percibido con claridad por cuantos le han sido cercanos, y con fascinación por cuántos sólo se han acercado brevemente y de lejos. Las ondas sonoras de la caridad y de la santidad tienen un dinamismo y una potencia de verdad misteriosa.
El camino de la vida de la Sierva de Dios, Sor María Plautilla Cavallo, ha estado marcado por el sufrimiento desde tierna edad, forjado por la fuerza de la caridad y consumado en la completa oblación en el arco de apenas 33 años de vida, 10 de consagración religiosa. Un heroico gesto de generosidad, mientras se encontraba gravemente enferma en su cama, por salvar a una enferma mental subida sobre el alféizar de la ventana, coronó su vida que llegó a la meta el 5 de octubre1947.
Provenía de la familia Cavallo, de Roata Chiusani, donde había nacido el 13 de noviembre de 1913 y le fue puesto el nombre de Lucía. Brotó como una de las muchas flores de su "provincia grande", Cúneo, rica en pastos verdes, que la vio crecer pobre y simple, regada de fatigas y sudores. La lozanía de aquella niña venía del Señor ya que, con singular madurez, apenas con doce años, ella supo reemplazar, en el cuidado de la casa y de los hermanitos, a la mamá muerta prematuramente, y no desdeñó duplicar las fatigas para contribuir al equilibrio familiar en una difícil supervivencia.
Este sentido materno de generoso cuidado de los otros la acompañó toda la vida. Más tarde, cuando los familiares alcanzaron cierta autonomía, pudo dar libre respuesta a la voz del Señor que la llamaba a la oblación total de sí. Respondió al Señor con la prontitud de quien está acostumbrado a obedecer y a darse activamente, sin tenerse en cuenta a sí misma ni a las exigencias. Voy a “hacerme santa a costa de cualquier sacrificio", escribió en los días de la decisión.
Se hizo religiosa de Don Orione. Su campo de contemplación y misión fue el Pequeño Cottolengo de Génova que yo tengo la gracia de conocer bien. No me es difícil imaginarla hoy en el rostro de alguna de sus hermanas de hábito que encuentro en aquella benemérita institución de caridad. Una de sus hermanas de entonces ha dicho de ella: "Veía bien todo, veía buenas a todas, atenta hacia todas las enfermas, se deleitaba en atender a las más repugnantes. Las peores eran las más amadas por ella, las tenía lindas y limpias, las quería felices, alegres; quería el orden. Todas querían estar con ella. Donde pasaba esparcía el perfume del buen humor."
Entre las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad de Don Orione se encontró a gusto y dio testimonio de aquel "recto saber” que edificaba a sus hermanas, a los internos y a la gente que entraba en aquella órbita. No era una religiosa extraordinaria, de las de los discursos en público, de las catequesis bien pensadas o de emprendimientos pastorales. No. Fue una de aquellas religiosas, como todavía hay muchas hoy, a las que se las quisiera tener junto a la cama del hospital o como madre para el hijo minusválido o cercana a los padres ancianos o como consejera discreta con su escucha y sus rosarios acompañados por un convincente “confiémonos a Dios y a la Virgen."
De aspirante o de hermana, sana o enferma, su vida puede encontrar la síntesis simbólica en el humilde y generoso gesto oblativo del muchacho del Evangelio que le dio a Jesús sus cinco panes y dos peces, medio de una providencia que no venía de los propios recursos sino más bien de aquellos más abundantes de Dios. Siempre dio 'todo' y aspiraba a Dios su 'Todo', con sincera y sentida piedad. "La verdadera piedad, - escribió en sus apuntes de vida espiritual -, no consiste en tantas reverencias y tantas manifestaciones exteriores, sino en tenerla dentro, de verdad. Ser a la buena, simple. El Señor agradece la alegría de corazón". Y añadía: "Sin esta virtud no se va al Paraíso. El Señor juzga rigurosamente sobre esto: hacer el bien a todos, el bien siempre, el mal a ninguno". Eran las palabras que, como bien sabemos, tenía en la boca y en el corazón su Don Orione, cerca del cual Sor Plautilla se formó. Alguien que conocía bien a ambos la definió curiosamente como "Don Orione vestido de Hermana”.
Amo ver y recordar así a Sor María Plautilla, como un "orionina" en el sentido que ha asumido este adjetivo: simple, pronta, a la buena, toda sacrificio, de piedad sólida y encendida pero sin apariencias, siempre activa y olvidada de sí porque era toda y sólo de Jesús.
Dionigi Card. Tettamanzi, Arzobispo de Génova, Génova 14 de junio de 2001

SEVERINO POLETTO (Cardenal)

La vida de esta religiosa puede encontrar su síntesis simbólica en el humilde pero generoso gesto oblativo de la viuda del Evangelio (cfr. Mc 12,41-44). Ninguno la había notado, su gesto de dar era discreto, casi tímido, sin ostentaciones. Pero Jesús, que se había puesto allí para observar, quiso ponerla en evidencia justamente porque ella había dado más que todos, ya que habiendo ofrecido dos moneditas, poca cosa, había dado todo lo que tenía.
Creo que Jesús podría decir algo más de esta “esposa” suya que ofreciendo con totalidad ha dado a Él y a los hermanos más pobres toda su breve pero intensa vida.
Se ha dicho que Sor María Plautilla ha realizado en sí misma el ideal de religiosa que soñaba Don Orione, sobre todo por el estilo de dedicación total al Señor y a los hermanos, hecha de humildad, escondimiento, silencio, oración y exquisitez de caridad. En ella lo ordinario llegaba a ser el espacio cotidiano de un heroico cumplimiento de la voluntad de Dios con un estilo que dejaba transparentar toda su limpidez y riqueza interior.
Todos estamos llamados a la santidad (LG 40) y tenemos aquí una prueba de cómo este ideal es posible aún sin hacer cosas excepcionales. El ejemplo de esta humilde religiosa sirva de estímulo a muchas personas que conocemos comprometidas en los varios campos de trabajo apostólico, sobre todo en el de la caridad, y que necesitan cada vez más de testimonios para poder creer en la posibilidad y el deber de ser santos en lo terrible y monótono de lo cotidiano.

BRUNO GALVANI (Historiador)

Haber dado todos sus días y tantas vigilias nocturnas, el propio cuerpo y la propia alma al cuidado de enfermas mentales crónicas y de epilépticas, a la limpieza y a la higiene de tantos físicos deformados, es ya tocar el umbral de una dimensión heroica. Pero vivir aquel alienante cotidiano en un espíritu de perfecta alegría, haciendo vida la máxima de Don Orione, según la cual "nuestros Pobres son nuestros patrones. Tenemos que servirlos de rodillas" quiere decir entrar en la dimensión de la santidad.
Fue una Misionera de la Caridad que, en vez de hacerlo en tierras de lejanos continentes, testimonió su amor evangélico en un pasillo hospitalario del propio pueblo.


En: Messaggi di Don Orione ( http://www.donorione.org/ )

martes, 12 de agosto de 2025

LA PATAGONIA ROMANA

Un día fui llamado a Roma para ser recibido en audiencia por el Santo Padre Pío X. Me presento, y antes de que hiciera la genuflexión, el Papa me dice:
            ‘Bien, bien, prepárate, que mañana te envío a la Patagonia’.
            ‘Padre santo, ¿cómo hago para marchar mañana? Tengo tantas cosas entre manos, tengo tantos asuntos que terminar y, además, en la Patagonia, están ya los salesianos, los hijos de Don Bosco’.
            Y Pío X, sonriendo, me dice:
               ‘No, no te envío a la Patagonia. Irás a las afueras de la Puerta de San Juan: allí es como si te enviase a la Patagonia. Irás allí y empezarás abriendo una capilla provisional… Será necesario, luego, que te las entiendas con el jefe superior de la policía y con el gobernador, y, después, que tú mismo hagas una inspección, porque, por ciertas cloacas también se encuentran niños recién nacidos abandonados. Ve, ve y verás’.
            Cuando salí de la audiencia, pensé – en compañía del espíritu de San Felipe – en visitar las siete Iglesias, San Pedro, Santa María la Mayor, las catacumbas, San Juan, para prepararme con la oración y un poco de penitencia, para la obra santa que se debería realizar en barrio Appio y para atraer sobre el barrio la protección del cielo y la bendición de la Madre de Dios.
Acabada la visita a las siete Iglesias, di una vuelta por la zona del Barrio Appio. Era domingo. Por aquí y por allá había tabernas, con los característicos ramajes en la entrada, y había familias enteras, que comían alegremente a la sombra de las ramas, y entonces me di cuenta de que también yo tenía hambre. Compré un poco de pan, con alguna cosa, y me retiré junto a un árbol para comer. Después de comer me encontraba tan cansado que apenas me tenía en pie.
Se alquiló un establo de caballos, en el barrio Appio, hemos mandado hacer el suelo, se pintó de blanco, y hemos mandado hacer dos confesionarios a los salesianos.
Puesto que aquella capilla no tenía nada que indicase que era una capilla, habiendo sido antes un establo, ¿qué se podía hacer para  atraer a la gente? Llené mis bolsillos de céntimos y de caramelos, cogí una gran campanilla y recorrimos las calles del barrio: con una mano tocaba la campanilla y, con la otra, dejaba caer tras de mí los caramelos  y, de vez en cuando, entre los caramelos, también algún céntimo.
Los muchachos, o mejor aquella muchachada, venía tras de mí, otros venían a mi encuentro y  yo continuaba impertérrito tocando desesperadamente y tirando delante y detrás caramelos y algún céntimo, que al caer también hacían ruido,  atraían a pequeños y a grandes. A medida que me acercaba a la capilla, más gente había tras de mí y hacía cola. Sentía que alguien decía, ‘Ese sacerdote debe estar un poco loco’. Llegados al lugar adecuado entré en la capilla que estaba abierta de par en par y me coloqué en el altar. Pero, dado que la muchachada estaba ocupada en quitar el papel a los caramelos y chuparlos e incluso contarlos, y todo el mundo hablaba, entonces, en silencio, me puse a mover la boca sin proferir palabra alguna, y hacía grandes gesticulaciones con las manos, levantando los ojos al cielo, abriendo los brazos, como cuando predicaba a los locos en Lungara, gesticulando sin pronunciar palabra. Toda aquella gente, y también los muchachos, al verme gesticular y creyendo que yo predicaba de verdad, se tranquilizaron poco a poco, también porque, después de todo, querían saber la razón de toda aquella vuelta por el barrio, tocando la campanilla. Así pude conseguir que me oyeran. Y enseguida, en aquellas primeras semanas, realicé setenta matrimonios en tres días, y también celebré otros bautizos de adultos (Par. 1.11.1903; Par. 24.3.1934).
Es el nacimiento de la primera parroquia confiada a la Congregación, en Roma, ¡por deseo del Papa!
El barrio Appio es una zona abandonada con hierbas y cañaverales, algún edificio y muchos cuchitriles, cabañas y grutas recavadas en las canteras de puzolana. La calle está invadida de carros y otros medios de transporte que hacen recorridos, por motivos comerciales, entre la ciudad y los castillos romanos. Los habitantes son pobres, poco o nada religiosos, más bien, con frecuencia, encendidos anticlericales. Viven al día y como pueden. Completan el cuadro de miseria y de deterioro las numerosas tabernas, centros de encuentro de individuos siniestros, y las casas de mala vida. Tiene razón Pío X: al barrio Appio se le puede también dar el nombre de Patagonia, pero no tiene nada de ciudad.
El día de la Anunciación de 1908, da inicio la actividad misionera de Don Orione y de sus hijos. Un establo limpio y blanqueado, sin cruz y sin campanario es la primera iglesia de la nueva parroquia. Por su extrema simplicidad y pobreza la llaman enseguida “el portal de Belén”. En el  interior impacta el gran crucifijo sobre el altar, y, como llamada a la devoción, junto a la entrada, la estatua de la Dolorosa.
Los inicios están bajo la protección de la Inmaculada, una pequeña estatua puesta para la veneración junto al altar. Don Orione abre, por así decirlo, el surco. Le suceden en la actividad pastoral y organizativa Don Sterpi y Don Goggi.
De este humilde inicio, escondido en un terreno, humanamente hablando, “no idóneo”, brota la flor maravillosa de la Iglesia de “Todos los Santos” y, como primer fruto, la escuela “San Felipe Neri” que educa en la fe y en la ciencia a miles y miles de jóvenes.
Fuente P.Facundo Mela de  "Dar la vida cantando al amor" del P. Angelo Campagna

lunes, 11 de agosto de 2025

TESTIGO DE ESPERANZA EN LA BIBLIA

 

La Biblia relata varias historias emblemáticas de personas que, como diría San Pablo (cf. Romanos 4,18), «se mantuvieron firmes en la esperanza contra toda esperanza», porque confiaron plenamente en el amor de Dios, se encomendaron a su misericordia, su providencia y su ternura. Su paciencia, su perseverancia y su confianza fueron recompensadas con resultados excepcionales e impredecibles: la poderosa intervención de Dios revirtió ciertas derrotas y situaciones irremediables: fertilizó vientres y se volvió incurablemente estériles; transformó corazones de piedra en corazones de carne, el luto en celebración, al esclavo en rey; superó condiciones irreversibles como la desesperación y la muerte. En el Magníficat, María canta esta esperanza y su cumplimiento. Aquí recordamos brevemente a tres figuras del Antiguo Testamento: Juan II Preboste, Abraham, Sara y el Ángel, que son para nosotros ejemplos extraordinarios de fe y esperanza.

Abraham era de edad avanzada, al igual que su esposa, Sara, quien también era estéril. El Señor le prometió una nueva tierra y una posteridad extraordinaria, tan numerosa como las estrellas del cielo, algo absurdo según la lógica y la experiencia humanas. Sin embargo, «confiando en esta promesa, Abraham emprende el camino, acepta dejar su tierra y convertirse en extranjero, esperando este hijo 'imposible' que Dios debía darle, aunque el vientre de Sara ya estaba prácticamente muerto. Abraham cree, su fe se abre a una esperanza aparentemente irrazonable; es la capacidad de ir más allá del razonamiento humano, más allá de la sabiduría y la prudencia del mundo, más allá de lo que normalmente se considera sentido común, para creer en lo imposible. La esperanza abre nuevos horizontes, nos permite soñar lo que ni siquiera es imaginable. La esperanza nos permite entrar en la oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz» (Papa Francisco, Audiencia, 28 de diciembre de 2016).

José, el penúltimo hijo de Jacob y Raquel, era odiado por sus hermanos mayores, quienes decidieron eliminarlo vendiéndolo a comerciantes que se dirigían a Egipto. En ese país extranjero, José, ahora esclavo, nunca deja de confiar en la fiel y protectora amistad de Dios, incluso cuando todo parece una trampa cruel e inhumana sin salida. Y ocurre lo inesperado: tras varias vicisitudes como esclavo oprimido, José se convierte en la segunda autoridad más alta de toda la nación después del faraón. Su esperanza se convierte en perdón, bendición y salvación también para sus hermanos y su pueblo, quienes son acogidos en paz en Egipto, en el dramático momento de una terrible hambruna en su tierra. Ester, una piadosa joven judía, es elegida reina por el rey Artajerjes de Persia. Confiando plenamente en el Señor y arriesgando su propia vida, logra salvar a su pueblo de un terrible plan de muerte urdido por el enemigo Amán. ¡La esperanza nunca decepciona!

 

domingo, 10 de agosto de 2025

SANTA CLARA DE ASIS, 11 AGOSTO

 

Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia a Clara Favarone, joven de dieciocho años, perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso Rosso. En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de los Ángeles. La aguardaban Francisco y varios sacerdotes, con cirios encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus. Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de Francisco, que corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. A la mañana siguiente, familiares y amigos invadieron el templo. Rogaban y amenazaban. Pensaban que la joven debería regresar a la casa paterna. Gritaba y se lamentaba el padre. La madre lloraba y exclamaba: Está embrujada. Era el 18 de marzo de 1212. Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico comerciante Bernardone, Clara era una niña de once años. Siguió paso a paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo. Y con esa admiración fue creciendo el deseo de imitarlo.

Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una comunidad. La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en todo. Cuidaba a los enfermos en los hospitales; dentro del convento realizaba los más humildes quehaceres. Pedía limosnas, pues esa era una de las normas de la institución. Las monjas debían vivir pendientes de la providencia divina: la limosna y el trabajo. Corrieron los años. En el verano de 1253, en la iglesia de San Damián de Asís, el papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte. Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia plenaria. El Papa contestó, sollozando: Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia divina. Lloran las monjas la agonía de Clara. Todo es silencio. Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.

- Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.

Una de las monjas le pregunta:

- ¿Con quién hablas?

Ella contesta recitando el Salmo.

- Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.

Y expiró. Era el 11 de agosto de 1253.

 Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella fue alto candelabro de santidad, a cuya luz acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas. Santa Clara fundó la orden de las clarisas, rama femenina de los franciscanos, y desde hace siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís. De ella dijo su biógrafo Tomás Celano: Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte.







 

sábado, 9 de agosto de 2025

MUERTE DE FRANCISCO DRZEWIECKI Y COMPAÑEROS MARTIRES


 Beato Sac. Franciszek Drzewiecki, desde Zduny (Polonia), muerto por odio a la fe en Dachau (Alemania) en 1942, a 34 años de edad, 11 de profesión y 6 del Sacerdocio. Francisco entró adolescente al seminario en Zdunska Wola (Polonia). Después de la secundaria y los estudios filosóficos, en 1931 fue a Italia, en la casa madre de Tortona, a los estudios de noviciado y teología.

 Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1936. Ya sacerdote sus primeros frutos los dio en el Pequeño Cottolengo de Génova Castagna. Volvió a Polonia a finales de 1937, Don Francesco continuó sus actividades como educador en Zdunska Wola universidad. En el verano de 1939 fue llamado a hacerse cargo de la parroquia "Sagrado Corazón" y el Pequeño Cottolengo de Wloclawek. Aquí le sorprendió l ' 1a invasión nazi en septiembre de 1939 que pronto se convertiría en la persecución religiosa abierta contra la Iglesia Católica.

 El 7 de noviembre de ese 1939, Don Francesco, con casi todo el clero de la diócesis, fue detenido y llevado a la cárcel. Las largas Vía Crucis de las humillaciones y sufrimientos traídos en varios campos de concentración y finalmente a Dachau. Sus compañeros de campamento lo recordaban como un "buen hombre, sacerdote santo  edificado por  su cortesía y atención." Después de dos años de penurias, privaciones, el trabajo forzado y el testimonio heroico de fortaleza y caridad, murió el 13 de septiembre de 1942.

 A medida que lo llevaron a la muerte, dijo Don Francisco con una disposición serena: "Vamos ... Pero vamos a ofrecer nuestras vidas para Dios, para la Iglesia y para la patria ". Esas fueron sus últimas palabras.

 La caridad, fruto de su unión habitual con Dios, formo el tejido de su vida. Se lo recuerda como un clérigo ejemplar, maestro y pastor celoso, finalmente lo atrapó y exaltado en la terrible prueba y la muerte en los campos. El Papa Juan Pablo II lo beatificó 13 junio de 1999.  

según fuente Don Flavio Peloso


DON ORIONE DEVOTO DE SAN LORENZO




Don Orione lo presenta como modelo de amor para los pobres.Don Orione tenía gran veneración y culto a los mártires heroicos, testigos de la fe y la caridad de la Iglesia primitiva.
 Tenía una particular devoción al mártir  San Lorenzo  debido a que se dedicó al servicio de los pobres. Lorenzo, nacido en Huesca (España) en 225, fue uno de los siete diáconos de Roma, donde fue martirizado el  10 de agosto, 25, durante la persecución ordenada por el emperador Valeriano en el 257. 
Don Orione  demandó el hecho innumerables veces y la expresión con la que el diácono Lorenzo presentó al emperador a  los pobres de Roma diciendo "estos son los tesoros de la Iglesia" .Difundió un folleto impreso a sus clérigos con la historia del martirio del Papa Sixto II y el diácono Lorenzo. Dos de las iglesias al cuidado de Don Orione ,la Catedral de  Tortona y la de Génova, están dedicadas a San Lorenzo Mártir. Quería que el contrato de compra del Paverano,  Casa del Pequeño Cottolengo Genovese , fue firmado el día de San Lorenzo Mártir, el 10 de agosto de 1933.
, San Lorenzo fue no sólo el  gran diácono y mártir de la Iglesia, sino también el Santo de los pobres. Su oficio fue dar fe, pan y consuelo a unos 5.000 pobres, mantenidos por la caridad de los fieles. Es decir, cuando el tirano quiso que le entregarse los supuestos tesoros de la Iglesia, San Lorenzo pidió tres días: recogió entonces a todos sus pobres, llevó a el perseguidor  la turba de lisiados, viudas, huérfanos   le dijo: he aquí, estos son " los tesoros de la Iglesia."
Extracto escrito de Don Flavio Peloso
La tradición sitúa su nacimiento en Huesca, en la Hispania Tarraconensis. Cuando Sixto fue nombrado Papa en 257, Lorenzo fue ordenado diácono, y encargado de administrar los bienes de la Iglesia y el cuidado de los pobres. Por esta labor, es considerado uno de los primeros archivistas y tesoreros de la Iglesia, y es el patrón de los bibliotecarios.
Durante la persecución de los cristianos bajo la administración del Emperador Valeriano I en 258, muchos sacerdotes y obispos fueron condenados a muerte, mientras que los cristianos que pertenecían a la nobleza o al senado eran privados de sus bienes y enviados al exilio. El Papa Sixto II fue una de las primeras víctimas de esta persecución, y fue crucificado el 6 de agosto.
Una leyenda citada por san Ambrosio de Milán dice que Lorenzo se encontró con Sixto en su camino a la crucifixión, y que le preguntó: "¿A dónde vas, querido padre, sin tu hijo? ¿A dónde te apresuras, santo padre, sin tu diácono? Nunca antes montaste el altar de sacrificios sin tu sirviente, ¿y ahora deseas hacerlo sin mí?", a lo que el Papa respondió: "En tres días tú me seguirás" Por la fe de Cristo, tres días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre.
 Entre los tesoros de la Iglesia confiados a Lorenzo se dice que se encontraba el Santo Grial, la copa usada por Jesús y los Apóstoles en la Última Cena, y que consiguió enviarlo a Huesca, junto a una carta y un inventario, donde fue escondido y olvidado durante siglos.


En la Basílica de San Lorenzo en Roma es donde se encuentran los restos del santo. Según la tradición, Lorenzo fue quemado vivo en una hoguera, concretamente en una parrilla, cerca del campo de Verano en Roma. Su santo se celebra el 10 de agosto, día en el cual según la tradición recibió martirio.

Lorenzo fue enterrado en la Via Tiburtina, en las catacumbas de Ciriaca, por Hipólito y Justino. Se dice que Constantino I el Grande mandó construir un pequeño oratorio en honor del mártir, que se convirtió en punto de parada en los itinerarios de peregrinación a las tumbas de los mártires romanos en el siglo VII. El Papa Dámaso I reconstruyó la iglesia, hoy en día conocida como Basilica di San Lorenzo fuori le Mura, mientras que la basílica di San Lorenzo in Panisperna se alza sobre el lugar de su martirio. La parrilla usada en el martirio fue guardada por el Papa Pascual II en la iglesia de San Lorenzo de Lucina.

Lorenzo es uno de los santos más ampliamente venerados por la Iglesia Católica Romana. Su martirio ocurrió muy temprano en la historia de la Iglesia, por lo cual muchas otras tradiciones Cristianas lo honran también

viernes, 8 de agosto de 2025

LA ESPERANZA NO DEFRAUDA

 



La esperanza no defrauda

De la Bula de Indicación del Jubileo Ordinario del año 2025, Spes non contunditi.

Redescubrir la paciencia es muy beneficioso para uno mismo y para los demás.

San Pablo suele usar la paciencia para enfatizar la importancia de la perseverancia y la confianza

en lo que Dios nos ha prometido, pero sobre todo da testimonio de que Dios es paciente con nosotros, Él, que es «el Dios de la perseverancia y del consuelo» (Rm 15,5).

La paciencia, también fruto del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. Por lo tanto, aprendamos a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia, que es hija de la esperanza y, al mismo tiempo, la sostiene. De este entrelazamiento de esperanza y paciencia, se desprende claramente que la vida cristiana es un camino, que también requiere momentos intensos para alimentar y fortalecer la esperanza, compañera insustituible que nos permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús (nn. 4-5).

La esperanza, junto con la fe y la caridad, forma el tríptico de las «virtudes teologales», que expresan la esencia de la vida cristiana (cf. 1 Co 13,13; 1 Ts 1,3). En su dinamismo inseparable, la esperanza es lo que, por así decirlo, orienta, indica la dirección y el propósito de la existencia del creyente. Por ello, el apóstol Pablo nos invita a «alegrarnos en la esperanza, ser pacientes en la tribulación, constantes en la oración» (Rm 12,12). Sí, necesitamos «rebosar de esperanza» (cf. Rm 15,13) para dar un testimonio creíble y atractivo de la fe y el amor que llevamos en el corazón:

para que la fe sea gozosa, la caridad entusiasta; para que todos puedan ofrecer incluso una simple sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio generoso, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quienes lo reciben (n. 18).

El próximo Jubileo será un Año Santo caracterizado por una esperanza inquebrantable, la esperanza en Dios.

Que nos ayude también a redescubrir la confianza necesaria en la Iglesia y en la sociedad, en las relaciones interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de cada persona y en el respeto a la creación.

Que el testimonio de la fe sea en el mundo levadura de auténtica esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde podamos vivir en justicia y en armonía entre los pueblos, esforzándonos por cumplir la promesa del Señor.

Dejémonos atraer por la esperanza desde ahora y que, a través de nosotros, se contagie a todos los que la deseen. Que nuestra vida les diga: «Espera en el Señor, sé fuerte, y tu corazón se alivie de la inseguridad; espera en el Señor» (Sal 27,14). Que la fuerza de la esperanza llene nuestro presente, mientras esperamos con confianza el regreso del Señor Jesucristo, a quien corresponde la alabanza y la gloria ahora y por los siglos venideros (n. 25).

jueves, 7 de agosto de 2025

BASILICAS E IGLESIAS JUBILARES DE ROMA


VATICANO: BASÍLICA SAN PEDRO.
SAN JUAN DE LETRAN
SANTA MARÍA LA MAYOR
SAN PABLO EXTRAMUROS.

Las cuatro basílicas papales en Roma son San Pedro en el Vaticano, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Estas basílicas albergan las Puertas Santas, que el Papa abre durante el Año Jubilar. La Ruta de las Siete Iglesias fue un itinerario devocional formalizado y revivido en el siglo XVI por San Felipe Neri: los peregrinos que llegaban a Roma para el Jubileo debían visitar las cuatro basílicas papales y otras tres iglesias (San Lorenzo Extramuros, Santa Cruz de Jerusalén y San Sebastián Extramuros) en un solo día para obtener la deseada indulgencia. El itinerario tiene una longitud aproximada de 25 kilómetros. Además, para el Jubileo de 2025, se han designado 13 iglesias como lugares de encuentro especiales para los peregrinos. En estas iglesias se impartirá catequesis en varios idiomas para profundizar en el significado del Año Santo. Además, se tendrá la oportunidad de experimentar el sacramento de la Reconciliación y nutrir la experiencia de fe con la Eucaristía y la oración.

Las iglesias son: Iglesia de Santa Prisca; Basílica de los Santos Silvestre y Martino ai Monti; Iglesia de Santa María en Monserrato degli Spagnoli; Iglesia de San Juan Bautista de los Fiorentini; Iglesia de Santa María del Sufragio; Iglesia del Santo Espíritu de los Napoletanos; Iglesia de Santa Catalina de Siena; Iglesia de Santa María de la Oración y la Muerte; Iglesia de Santa María en Vallicella; Iglesia de San Salvador en Lauro; Iglesia de San Pablo en la Regla; Basílica de San Andrés delle Fratte; Santuario del Divino Amor. 

La Puerta Santa, símbolo del Jubileo

La "Puerta Santa", otro elemento distintivo del Jubileo, contiene un poderoso simbolismo que, desde el ámbito bíblico, abarca las esferas eclesial y personal.

Jesús dijo: "Yo soy la puerta de las ovejas. Todas los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los escucharon, pero yo soy la puerta.

Si alguno entra por mí, se salvará. Entrará y saldrá y hallará pastos” (Juan 10,7-9). Cristo, por tanto, es la única puerta por la que estamos seguros, protegidos, salvados y, al mismo tiempo, introducidos a la abundancia de la bondad de Dios. La Puerta Santa, entonces —en esta perspectiva cristológica— es “una Puerta de la Misericordia, donde quien entra puede experimentar el amor de Dios que consuela, perdona y da esperanza” (Papa Francisco).

La Puerta abierta es una invitación a entrar, una clara señal de acogida, comprensión, solidaridad y consuelo. No hay entradas principales ni secundarias, ni accesos para las autoridades ni atajos para quienes tienen necesidades especiales: la “Puerta Santa” es única, no hace distinción, discriminación ni marginación.

Cruzar ese umbral no puede reducirse a un mero ritual, más o menos emocional; debe ser una elección libre y responsable que implica la voluntad sincera de dejar de lado todo el peso de los vicios, las infidelidades, incoherencias y pecados, para definir un camino claro de conversión y seguir con determinación al Buen Pastor. Hasta 1975, la Puerta Santa de las cuatro basílicas romanas estuvo tapiada por dentro y por fuera. Al inaugurarse el Jubileo, fue necesario demoler un muro real, operación que el Papa inició físicamente con tres martillazos, dejando espacio para los albañiles que completaron la demolición. En la ceremonia de clausura del Año Santo, la Puerta fue tapiada de nuevo. Fue Pablo VI quien interrumpió esta tradición, dejando de tapiar el exterior de la "Puerta Santa" al cierre del Jubileo.

Los 16 bajorrelieves de bronce de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro representan la historia de la salvación en 14 escenas: 1) el pecado y la expulsión de Adán y Eva del Paraíso; 2) la Anunciación; 3) el Bautismo de Jesús; 4) la parábola del Buen Pastor; 5) la parábola del Padre Misericordioso; 6) la curación del paralítico; 7) El pecador perdonado; 8) Jesús le dice a Pedro que debemos perdonar "setenta veces siete"; 9) Jesús, arrestado, mira a Pedro, quien acaba de negarlo; 10) Jesús en la cruz y el buen ladrón;

11) Cristo resucitado se aparece a Tomás; 12) El Señor envía el Espíritu Santo a los apóstoles; 13) La conversión de Saulo; 14) El Papa Pío XII abre la Puerta Santa en el Jubileo de 1950 (las palabras del panel son las del Señor en el Apocalipsis: "He aquí, estoy a la puerta y llamo").

La virtud de la esperanza se funda en Jesucristo, el sacrificio y las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Que el Espíritu Santo aumente en nosotros esta virtud consoladora en estos días: que nos dé una esperanza firme, inquebrantable y altísima, que nos lleve hasta las mismas puertas del Cielo.  Don Luigi Orione