Te pedimos por la mujer que es esposa: que sea reconocida, valorada y ayudada por su esposo, compañero fiel en la vida conyugal; que ella se respete y se dé a respetar, para vivir ambos la comunión de corazones y anhelos que se prolongan en la fecundidad de una nueva vida humana, participando así en la máxima obra de la creación: el ser humano.
Te pedimos por la mujer que es madre: que reconozca en la maternidad el florecimiento de su feminidad. Creada para la relación, sea sensible, tierna y abnegada en la educación de cada hijo; con la dulzura y la fortaleza, la serenidad y la valentía, la fe y la esperanza que van forjando la persona, el ciudadano, el hijo de Dios.
Te pedimos por las mujeres buenas y generosas que han entregado su vida para realizar la nuestra.
Te pedimos por las mujeres que se sienten solas, por las que no encuentran sentido a su vida; por las marginadas y usadas como objeto de placer y de consumo; por las que han sido maltratadas y asesinadas.
Te pedimos, Padre Bueno, por todos nosotros, varones o mujeres; que nos sepamos comprender, valorar y ayudar mutuamente, para que en la relación, amable y positiva, colaboremos juntos al servicio de la familia y de la vida.
Te lo pedimos por intercesión de la siempre Virgen María , Mujer, Esposa y Madre Buena, llena de fe humilde y valiente, que nos acompaña, sostiene y conduce a tu Hijo Cristo Jesús, el cual vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
CONMEMORACIÓN POR EL DÍA DE LA MUJER
Durante esa huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. El 8 de marzo es día de conmemorar y no de festejar.
Aún poca gente comprende el problema feminista. Confesémoslo francamente, nosotros los católicos hemos tratado al feminismo con una ligereza deplorable. Se siguen repitiendo por parte de los más severos las viejas bromas de Molière, las agudezas de Gaudissarts. Pero nosotros vemos aquí que el ridículo no mata nada, y menos aún al feminismo. Se deja entrever por todas partes, formando ligas y comités, inspirando revistas y diarios, tratando todas las cuestiones que interesan a la mujer”
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