Pasaron 50 años para que las autoridades eclesiásticas confirmaran lo que para el... pueblo había sido una certeza inmediata: que aquel campesino humilde -como Jesús- había llegado para renovar la fe de la gente y poner a la Iglesia al servicio del pueblo.
Un hombre que quedó en la historia no sólo por sus 5 años como Papa, sino por su vida entera transparente y ejemplar, con innumerables gestos, pero acompañados de valientes decisiones. En efecto, con sólo 3 meses de haber iniciado su pontificado, lanzaba la más profunda de las transformaciones que la Iglesia pudo conocer en toda su historia: el Concilio Vaticano II. Y lo expresaba así de claro y sencillo: "Si la Iglesia responde a su fundador y reencuentra su identidad, el mundo saldrá beneficiado".
Desde ahora es santo,
aunque preferimos seguir llamándolo como siempre:
JUAN XXIII, EL PAPA BUENO.
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