Él la experimentó de lleno ya que la más rigurosa pobreza asoló a su familia. Su padre ejercía la tarea de empedrar caminos, una de las más duras de entonces, trabajando de sol a sol, a la intemperie, lejos de su casa y por una paga exigua. Durante un tiempo Luis lo acompañó aprendiendo lo que significa ese duro trabajo y el ganarse el pan.
La madre, por su parte, iba a espigar en los campos cercanos al pueblo muy de madrugada; era la condición para poder comer ella y sus hijos ese día. También, de muy pequeño, Luis Orione trabajó recolectando espigas junto con su madre.
Esta situación tan difícil tuvo su génesis en la revolución industrial, originada en Inglaterra, con graves repercusiones psicológicas y sociales en todo el mundo ya que llevó a la concentración de la riqueza en manos de un grupo reducido y al yugo servil impuesto por la minoría de ricos al numeroso proletariado.
Las condiciones de las clases trabajadoras eran indignas. Jornadas de 14 a 16 horas durante los cuales el obrero debía repetir mecánicamente el mismo gesto en una atmósfera física y moralmente malsana; concentración indiscriminada de mujeres, muchachos y hasta niños; falta de toda seguridad ante la desgracia y la enfermedad; salarios pobrísimos, subalimentación; viviendas insalubres y enfermedades
Esto sucedía sobre todo en las fábricas al margen de las grandes ciudades, pero también en el campo.
En la época de Don Orione, las clases dirigentes (particularmente en Italia) ante el desafío de la cuestión social no supieron ofrecer otro remedio que no fuera la paciencia y la resignación.
En su pueblo natal, como en toda la región del Piemonte se vivía un clima de aversión hacia la autoridad de la Iglesia, y la indiferencia religiosa, en nombre de los ideales patrióticos de la libertad y unidad nacional, era una corriente de moda.
El origen de este anticlericalismo se hallaba en la corriente llamada liberalismo, que buscaba separar la Iglesia del estado y que en los países latinos tomó la forma de separación hostil; en Italia, este proceso liberal se agravó por la Cuestión romana, es decir todos los hechos históricos que precedieron y siguieron a la toma de Roma por el rey Víctor Manuel II, el 20 de septiembre de 1870, acontecimiento que sumió a la Iglesia y al papado en una situación muy difícil.
El Vaticano se pronunció por el «non expedit» (la abstención de los católicos en las elecciones), hecho que provocó una notable disminución de los votantes y un distanciamiento entre el estado italiano y las masas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario