Además de la casa de Victoria, en los primeros días de abril de 1922, Don Orione se hizo cargo de la atención espiritual de 700 muchachos que estaban alojados en la Colonia Nacional de Marcos Paz. El panorama no era nada sencillo. Se trataba de un instituto correccional de menores –el más grande del país– con niños pequeños y jóvenes hasta los 20 años, de los cuales más de 100 tenían ya causas penales. La tarea –muy desafiante, por cierto– fue encargada a los padres Contardi y Montagna y al clérigo Castagnetti.
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