El tren llegó a la estación del pueblo de Sáenz Peña a las 11,30 hs del sábado 27 de febrero de 1937.nos decía el padre Enrique Contardi " viaje toda la noche.. y el sábado hasta las 11,30. En el mismo tren viajaba la Comisión de festejos de Sáenz Peña, con unas treinta artistas y la orquesta Canaro, contratadas expresamente durante un mes, por un importe de $ 40.000, que quedaron como deuda a la Municipalidad de Sáenz Peña, por algunos años. A la llegada del tren. toda la población precedida por la banda municipal y con bombas de estruendo, esperaban su llegada, yo creía que toda esa fiesta fuese para el nuevo párroco. Me conmoví y pensaba como responder a tales manifestaciones. Pero grande fue mi sorpresa, al ver que las autoridades, se dirigieron al vagón que traían las artistas, mientras que yo, descendía del tren como un extraño: observado por algunos, como si fuese un pájaro de mal agüero. Para ellos era extraño ver un sacerdote vestido de negro, ya que por muchos años habían visto, solamente de paso, algún franciscano de aquellos que atendían, como podían, las necesidades espirituales del gran territorio del Chaco."
La fiesta no era para él. Ante tal recibimiento, abandonó rápidamente la Estación, casi con vergüenza , con la impresión de estar haciendo algo incorrecto...
Me dirigí a un coche de alquiler, pidiéndole que me llevase a una capilla provisoria que una comisión había mandado construir para las circunstancia ..Allí me encontré con un franciscano anciano, que estaba esperando la llegada del sacerdote de Don Orione, para hacer una entrega de la Capilla. Era pequeña de no más de 8 x 4 metros. Celebré la misa en un altar hecho con algo que parecían cajones, con manteles más o menos blancos y con un calor de 46° a la sombra. Continuamente debía apoyarme durante la misa, para no caerme, especialmente cuando me daba vuelta para el Dominus vobiscum. No podía más. Al finalizar me acosté sobre el suelo. Por casi 5 días, no pude tomar más que un poco de agua fresca, sin ningún alimento porque el estómago lo rechazaba. Y sudaba continuamente por el grande calor."
Fuente Donde no corren los caballos" Fernando Fornerod pag 56, 57, 58
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