En sus escritos y discursos en italiano, mientras
estaba en América Latina y también despues de su vuelta a Italia, aparecen
palabras y expresiones en español. Una palabra, en particular, le pareció
particularmente querida y la usó frecuentemente: los desamparados. La
expresión merece una profundización no en cuanto a sus detalles lingüísticos
sino porque se convirtió en un término carismático.
¿Qué significa desamparado?
La palabra desamparado es el participio pasivo
del verbo desamparar, cuyo
primer significado es abandonar, dejar a alguien sin protección (amparo)
y sin la ayuda de algo que necesita.
El prefijo des-
indica la negación del significado de la palabra a la cual se antepone; indica
privación, ser «sin».
El verbo amparar significa proteger, socorrer,
dar refugio, poner a cubierto; valerse de la ayuda o protección de alguien o de
algo.
El sustantivo amparo significa acción y efecto
de proteger o protegerse; protección, ayuda, sostén, patrocinio; remedio,
abrigo, asilo, refugio; significa persona o cosa que proteje.
Por tanto, desamparado tiene un significado
concreto, material (quien no tiene resguardo, abrigo, asilo, refugio, un lugar
donde protegerse), pero tiene un significado moral y relacional (quien está sin
ayuda, quien no tiene una persona a quien recurrir, que pueda preocuparse por
él).
Éste es el refugio al que el orante recurre invocando
a María: el útero, el regazo, las entrañas maternas, de las que derivan los
sentimientos de misericordia y compasión y los actos de acogida, de protección,
de ayuda.
Don Orione, que en su vocabulario apostólico tenía ya recogida una infinita letanía de nombres y de situaciones de pobres y de pobreza, fue golpeado por esta palabra española que encontró, quizás más completa y expresiva que otras para aclarar su concepto de “providencia” y de “pobres”: desamparado es quien no tiene providencia.
Don Orione conoció
y usó el término español desamparado
sobre todo cuando se puso a idear, promover y realizar el Pequeño Cottolengo
Argentino de Claypole.
El primer documento que testifica el uso del término por parte de Don Orione es el discurso radiofónico en la Radio Callao, el 25 de abril de 1935, algunos días después de la bendición de la primera piedra del Pequeño Cottolengo de Claypole. En los apuntes escritos para este discurso leemos: “He venido a la Argentina, para ponerme en manos de la Divina Providencia, como humilde instrumento para ayudar y consolar a los miembros más doloridos y desamparados de su sociedad, fundando un Pequeño Cottolengo”.
Dos días después, el 27 de abril, usó desamparados en un texto italiano: “En
el Cottolengo se vive alegremente: se reza, se trabaja, en la medida que lo
permitan las propias fuerzas: se ama a Dios, se ama y se sirve a los pobres. En
los desamparados se ve y se sirve a Cristo, en santa alegría”.
Predicando los ejercicios espirituales (6-15 de enero de 1936) en la “Casa de Lanús” (Villa Dominico), junto al Padre Rodolfo Carboni, Don Orione dio una de sus definiciones de desamparados. “Nosotros no estamos para los nobles, para los hijos de los ricos, para las altas clases sociales. Los Hijos de la Divina Providencia viven de la merced de Dios, de la vida de trabajo y de pobreza, sólo debemos estar para los pobres, para los más pobres, para los deshechos, para los desamparados (para los abandonados) de la sociedad”
.
Así, cada sacerdote, religiosa, médico,
educador, joven voluntario, cada persona con discapacidad, niño, trabajador o
amigo de la Obra –todos y cada uno– son la expresión viva y comunitaria de este
carisma que el Señor confió a Don Orione, para ir a los últimos en nombre de la
Iglesia.
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