FEBRERO 1940 ANGINA PECTORIS
Don Manuel estuvo particularmente cerca de Don Orione en febrero de 1940, cuando el Fundador fue fuertemente golpeado por un gravísimo ataque cardíaco que lo puso al borde de la tumba. Acudió en las noches, compartió las trepidaciones de aquellas horas, se interesó para que “superada la crisis” Don Orione dejase el rígido clima de Tortona, insistiendo junto a los médicos, para que aceptase un poco de convalecencia en la casa de Sanremo. Don Orione tuvo que ceder a tanta insistencia y la mañana del 9 de marzo partió para Sanremo; algunos días después, la noche del 12, moría después de una última jornada de oración y de trabajo.
El Abad Caronti una vez más demostró su gran corazón de padre y de protector. Llegó enseguida a Sanremo y su presencia fue providencial: guió y dirigió cada cosa, especialmente en lo que concernía al traslado del cadáver de Sanremo a Tortona. A lo largo del trayecto se debían efectuar numerosas paradas, porque muchos querían rendir el último homenaje y saludo a Don Orione: la presencia del Visitador fue de gran ayuda en aquellos días claves porque liberó a Don Sterpi de tantas dificultades y responsabilidades que se le hubieran podido presentar para la petición de los distintos permisos y los aspectos organizativos del traslado del cuerpo. Después de la parada en Génova, para los pobres del Pequeño Cottolengo, fue precisamente el Abad Caronti quien dispuso que pasase también por Milán, a través de Novi Ligure, Alejandría, Mortara: ¿Qué le empujó a un hombre tranquilo y respetuoso de las leyes y reglamentos a desatender algunas disciplinas?, nos lo refiere el mismo abad que frente a la conmoción que le supuso ver tal cantidad de gente que quería acercarse a Don Orione para darle un último saludo, afirmó: «¡Ahora empiezo a saber de verdad quien era Don Orione».
En los días que siguieron inmediatamente a la muerte del Fundador el Abad Caronti demostró aún su sabiduría y paternidad por la confianza que le unió a Don Carlos Sterpi quien le cedió todas las facultades hasta el Primer Capítulo General que vino celebrado en agosto de 1940 con la elección por unanimidad del mismo Don Sterpi como Superior General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
En los años sucesivos el Abad Caronti dio otra preciosa contribución al preparar según la normativa canónica el texto de las Constituciones, aprobadas con decretum laudis por la Sagrada Congregación de los Religiosos el 24 de enero de 1944 y presentadas a los Hijos de la Divina Providencia el 2 de marzo de 1944.
También el segundo Capítulo General, celebrado del 12 al 18 de septiembre de 1946 en Tortona, se desarrolló bajo la guía experta del Abad Caronti. En aquella ocasión fue elegido como nuevo Director General Don Carlos Pensa y Don Sterpi fue el primero en besarle la mano, haciendo un acto de homenaje. En septiembre de 1946 la obra preciosa del Abad Caronti se concluía felizmente, sin traumas y con gran regocijo por parte de todos los Hijos de la Divina Providencia. El Visitador Apostólico había cumplido de esta manera su misión y con fecha del 21 de octubre de 1946 remitía oficialmente su mandato a la Santa Sede, después de un servicio que se había iniciado el 7 de julio de 1936 y que continuó durante diez buenos años.
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