Dios nos amó. Dice San Juan: Nosotros amamos porque Dios nos amó primero (1Jn 4, 19). El amor de Dios hacia los hombres es tan grande que nosotros no podemos medirlo... Dios es caridad —lo dice siempre San Juan— Dios es santísimo eterno amor».
La caridad es infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, por el cual podemos amar a Dios y al prójimo, ella nos lleva a ensanchar nuestros corazones, y gracias al amor de Dios aquello que «parece muerte se hace vida». El dinamismo de la caridad en Don Orione encuentra su fuente en la experiencia interior de Dios, que trasluce en cada contacto suyo, en cada acción suya, en sus escritos tan lúcidos en las razones de la fe y tan cargados de amor divino. El amor lo rapta, la caridad lo eleva y lo deja perderse en Dios y dilata su corazón sin confines. «La caridad tiene brazos tan grandes que no ve ni montes ni confines o barreras de nacionalidad».
La experiencia del amor de Dios lo llevaba a ser uno con Cristo, por los demás. Santidad y caridad se identifican. Don Orione expresa así su adhesión a este dinamismo unificante de la caridad: «Buscaré de imbuirme de caridad de adentro y de afuera y de aniquilarme por la salud de los hermanos y por atraer al amor de Dios y de la Iglesia a las almas y al pueblo».
Don Orione conocía bien la doctrina teológica sobre la caridad: ella crece para una mayor unión con Dios y se intensifica con la oblación de sí. «¡Amar siempre y dar la vida cantando al Amor! Despojarme de todo... abismarme siempre infinitamente y volar siempre más alto infinitamente, cantando a Jesús y a la santa Virgen y no detenerme nunca».
«Don Luis Orione se nos presenta como una maravillosa y genial expresión de la caridad cristiana... él se dejó siempre conducir sólo por la lógica del amor».
Esta unión con Dios es también la fuente de la dinámica de la caridad apostólica, tan característica en la vida de la Congregación. « ¿Cuál es el secreto para tener éxito en las obras del apostolado, para obtener resultados satisfactorios en nuestro trabajo? Este secreto es la unión con Dios, vivir con Dios, en Dios, unidos a Dios, tener siempre el espíritu elevado a Dios... Todo aquello que se hace se transforma, así en oro, porque todo se hace por la gloria de Dios y todo se vuelve oración».
Al explicar la virtud de la caridad a sus hijos e hijas, Don Orione une la buena doctrina espiritual a la referencia continua a la vida y a los ejemplos de los santos. 1
La caridad es el principio de unidad espiritual que funde doctrina, ascetismo personal y apostolado. Para comprender a Don Orione, apóstol de la caridad, es preciso comprender a Don Orione místico. Él, desde la juventud es requerido por la gracia para abrirse al amor de Dios. Tiene grandes deseos de bien, tiene el gusto de Dios y de las cosas sagradas. Desea ser sacerdote para dedicarse al servicio de Dios y de los hombres. A los 18 años, como escribía él mismo, Cristo lo conquista para tenerlo para sí, para la obra de la Iglesia y del Papa, y lo plasma para hacer de él un apóstol de la juventud, de los pobres, de los abandonados y de aquellos que no van a la iglesia. Este dinamismo de la caridad, ya sea por la forma como por la intensidad, fue un don personal particular.
Don Orione encuentra e indica la fuente de la caridad en Dios, el cual es Amor. Reconoce la bondad de Dios, su Divina Providencia, en todo y en todos, y desde su corazón brota continuamente el «Deo gratias»: gratitud a Dios, estímulo y urgencia del «charitas Christi urget nos!» para la inmolación incansable por el bien del prójimo. En la gracia de Dios («¡Oh divina Providencia!») está el dinamismo de la caridad: la gracia genera gratitud, y la gratitud hacia Dios genera la gratuidad hacia el prójimo.2
1 Tras los Pasos de Don Orione
2 Tras los Pasos de Don Orione
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