"Si bien la vida de Don Orione fuese, como decía él, una 'rueda', daba la máxima importancia a la piedad y quería que tuviese el primer puesto como valor y como actividad. "Todo se puede esconder, menos la falta de piedad". Recordaba la amonestación de Pablo a Timoteo "Exerce teipsum ad pietatem, pietas ad omnia utilis est" y aquello de San Bernardo al Papa Eugenio III "Vae tibi, si fons devotionis in te siccatus fuerit". (48) ¡Cuánto insistía sobre estos conceptos!
"El hombre vale tanto cuanto reza. De nuestro trabajo queda tanto cuanto está cimentado en la oración". (49)
"Queremos arder de fe y de caridad. Cada palabra nuestra debe ser un soplo de cielos abiertos: todos deben sentir la llama que arde en nuestro corazón y la luz de nuestro incendio interior, encontrar a Dios y a Cristo. Para conquistar a Dios y aferrar a los otros es necesario, primero, vivir una vida intensa de Dios en nosotros mismos, tener dentro de nosotros una fe dominante, un ideal grande que arda y resplandezca...". (50)
Don Orione vivía tan inmediata y exclusivamente "de fe", "de Dios", que el encuentro con Dios era la ocupación única, exclusiva, indivisa de su jornada. La dedicación apostólica era una encarnación de esta comunión y de ella derivaba su eficacia.
"Seamos sinceros. ¿Por qué no siempre renovamos la sociedad, por qué no tenemos siempre la fuerza de arrastrar? ¡Nos falta la fe, la fe ardiente! Vivimos poco de Dios y mucho del mundo: vivimos una vida espiritual tísica, falta aquella verdadera vida de fe y de Cristo en nosotros, que conlleva en sí toda la aspiración de la verdad y del progreso social, que penetra todo y a todos, y llega hasta los más humildes trabajadores. Nos falta aquella fe que hace de la vida un apostolado ardiente en favor de los míseros y de los oprimidos, como es toda la vida y el evangelio de Jesucristo". (51)
Ahora bien, tengamos presente este dato: en la vida de Don Orione, y en el estilo de vida que él transmite a sus hijos espirituales, la actividad no es contraria a la intimidad con Dios, más bien es "parte" viva de la intimidad con Dios.
Don Orione era un gran contemplativo en la acción. No sólo su alma vivía en Dios, sino que Dios vivía en su alma. Por esto, el trabajo, las muchas personas y problemas que lo ocupaban "no lo perturbaban", porque lo suyo era un continuo moverse con Dios, en Dios, por Dios. Justamente se ha observado que, cuando Don Orione, en su programa de vida espiritual, afirma "Me arrojaré por la noche, cansado, entre los brazos de Jesús" sin más hace comprender que su apostolado (léase fatiga, preocupación, etc), en su carisma no es de por sí un obstáculo, sino casi 'conditio sine qua non' para alimentar la oración misma. "No adora a Dios aún cuando está cansado, sino más bien logra adorarlo justamente porque está cansado, en cuanto que su cansancio ha sido la preparación áurea para la unión con Dios". (52)
48. Testimonio de Don G. Zambarbieri, Ex processu, p. 714. Acordándose de un religioso que no perseveró, Don Orione advertía:
"En las obras exteriores y en el estudio se agotan todas las
facultades, la inteligencia y la memoria y la vida, como ha sucedido con
(...): no tenía nunca un momento para recogerse, para entrar en sí
mismo, ¡para ser religioso...! Dio, sí, grandes pasos, pero fuera del
camino. El trabajo de cierta gente no sirve 'ad aeternitatem' (para la
eternidad). Por lo tanto, trabajo, sí, pero con celo verdadero,
prudente, piadoso; un celo sostenido por una firme piedad". Scritti 55, p. 199 ss; cfr. Parola (30.10.1924) III, p. 65.
49. Scritti 54, 174. "Con la oración lo podremos todo, sin
oración no podremos nada. Es con la oración que se hacen las cosas.
Nosotros podremos plantar y regar, pero solo Dios puede hacer crecer",
Lettere II, p. 124. En un fogoso discurso, a esta constatación Don Orione agrega: "...Y
si muchas veces sucede que se obtiene sin rezar, el hombre edifica
entonces un sepulcro para sí mismo. Dice el Tasso: Non edifica chi vol
gli imperi / su fondamenti fabbricar mondani, / ma ben move ruine,
ond'egli oppresso / sol crostrutto un sepolcro abbia a se stesso (Canto
I). Estos versos del Tasso son la traducción del 'Nisi Dominus
aedifverit domum, in vanum lavoraverunt qui aedificant eam', Parola VII, p. 56-59.
50. In cammino con Don Orione, p. 324.
51. Don Orione. La scelta dei poveri più poveri, o.c., p. 135.
52. TERZI I. Atti e Comunicazioni della Curia Generalizia della Piccola Opera della Divina Provvidenza (1986), p. 8.
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