SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


domingo, 15 de noviembre de 2020

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES


 

“Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7,32)

 

“Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7,32). La antigua sabiduría ha formulado estas palabras como un código sagrado a seguir en la vida. Hoy resuenan con todo su significado para ayudarnos también a nosotros a poner nuestra mirada en lo esencial y a superar las barreras de la indiferencia. La pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, que nos reveló estar presente en sus hermanos más débiles (cf. Mt 25,40).

1. Tomemos en nuestras manos el Eclesiástico, también conocido como Sirácida, uno de los libros del Antiguo Testamento. Aquí encontramos las palabras de un sabio maestro que vivió unos doscientos años antes de Cristo. Él buscaba la sabiduría que hace a los hombres mejores y capaces de escrutar en profundidad las vicisitudes de la vida. Lo hizo en un momento de dura prueba para el pueblo de Israel, un tiempo de dolor, luto y miseria causado por el dominio de las potencias extranjeras. Siendo un hombre de gran fe, arraigado en las tradiciones de sus antepasados, su primer pensamiento fue dirigirse a Dios para pedirle el don de la sabiduría. Y el Señor le ayudó.

Desde las primeras páginas del libro, el Sirácida expone sus consejos sobre muchas situaciones concretas de la vida, y la pobreza es una de ellas. Insiste en el hecho de que en la angustia hay que confiar en Dios: «Endereza tu corazón, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te separes, para que al final seas enaltecido. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y sé paciente en la adversidad y en la humillación. Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación. En las enfermedades y en la pobreza pon tu confianza en él. Confía en él y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él. Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia y no os desviéis, no sea que caigáis» (2,2-7).

2. Página tras página, descubrimos un precioso compendio de sugerencias sobre cómo actuar a la luz de una relación íntima con Dios, creador y amante de la creación, justo y providente con todos sus hijos. Sin embargo, la constante referencia a Dios no impide mirar al hombre concreto; al contrario, las dos cosas están estrechamente relacionadas.

Lo demuestra claramente el pasaje del cual se toma el título de este Mensaje (cf. 7,29-36). La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables. Para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios. De tal atención deriva el don de la bendición divina, atraída por la generosidad que se practica hacia el pobre. Por lo tanto, el tiempo que se dedica a la oración nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo contrario: la bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres.

3. ¡Qué actual es esta antigua enseñanza, también para nosotros! En efecto, la Palabra de Dios va más allá del espacio, del tiempo, de las religiones y de las culturas. La generosidad que sostiene al débil, consuela al afligido, alivia los sufrimientos, devuelve la dignidad a los privados de ella, es una condición para una vida plenamente humana. La opción por dedicarse a los pobres y atender sus muchas y variadas necesidades no puede estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados. El poder de la gracia de Dios no puede ser sofocado por la tendencia narcisista a ponerse siempre uno mismo en primer lugar.

Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta. No se trata de emplear muchas palabras, sino de comprometer concretamente la vida, movidos por la caridad divina. Cada año, con la Jornada Mundial de los Pobres, vuelvo sobre esta realidad fundamental para la vida de la Iglesia, porque los pobres están y estarán siempre con nosotros (cf. Jn 12,8) para ayudarnos a acoger la compañía de Cristo en nuestra vida cotidiana.

4. El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. ¿Cómo podemos ayudar a eliminar o al menos aliviar su marginación y sufrimiento? ¿Cómo podemos ayudarla en su pobreza espiritual? La comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros. Y para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona. No podemos sentirnos “bien” cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra. El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad.

Es cierto, la Iglesia no tiene soluciones generales que proponer, pero ofrece, con la gracia de Cristo, su testimonio y sus gestos de compartir. También se siente en la obligación de presentar las exigencias de los que no tienen lo necesario para vivir. Recordar a todos el gran valor del bien común es para el pueblo cristiano un compromiso de vida, que se realiza en el intento de no olvidar a ninguno de aquellos cuya humanidad es violada en las necesidades fundamentales.

5. Tender la mano hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida. ¡Cuántas manos tendidas se ven cada día! Lamentablemente, sucede cada vez más a menudo que la prisa nos arrastra a una vorágine de indiferencia, hasta el punto de que ya no se sabe más reconocer todo el bien que cotidianamente se realiza en el silencio y con gran generosidad. Así sucede que, sólo cuando ocurren hechos que alteran el curso de nuestra vida, nuestros ojos se vuelven capaces de vislumbrar la bondad de los santos “de la puerta de al lado”, «de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7), pero de los que nadie habla. Las malas noticias son tan abundantes en las páginas de los periódicos, en los sitios de internet y en las pantallas de televisión, que nos convencen que el mal reina soberano. No es así. Es verdad que está siempre presente la maldad y la violencia, el abuso y la corrupción, pero la vida está entretejida de actos de respeto y generosidad que no sólo compensan el mal, sino que nos empujan a ir más allá y a estar llenos de esperanza.

6. Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver! La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida del que trabaja en la administración y proporciona los medios para salvar el mayor número posible de vidas. La mano tendida del farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. La mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo.

7. Esta pandemia llegó de repente y nos tomó desprevenidos, dejando una gran sensación de desorientación e impotencia. Sin embargo, la mano tendida hacia el pobre no llegó de repente. Ella, más bien, ofrece el testimonio de cómo nos preparamos a reconocer al pobre para sostenerlo en el tiempo de la necesidad. Uno no improvisa instrumentos de misericordia. Es necesario un entrenamiento cotidiano, que proceda de la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, de una mano tendida hacia nosotros.

Este momento que estamos viviendo ha puesto en crisis muchas certezas. Nos sentimos más pobres y débiles porque hemos experimentado el sentido del límite y la restricción de la libertad. La pérdida de trabajo, de los afectos más queridos y la falta de las relaciones interpersonales habituales han abierto de golpe horizontes que ya no estábamos acostumbrados a observar. Nuestras riquezas espirituales y materiales fueron puestas en tela de juicio y descubrimos que teníamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestros hogares, redescubrimos la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial. Hemos madurado la exigencia de una nueva fraternidad, capaz de ayuda recíproca y estima mutua. Este es un tiempo favorable para «volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo [...]. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad [...]. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente» (Carta enc. Laudato si’, 229). En definitiva, las graves crisis económicas, financieras y políticas no cesarán mientras permitamos que la responsabilidad que cada uno debe sentir hacia al prójimo y hacia cada persona permanezca aletargada.

8. “Tiende la mano al pobre” es, por lo tanto, una invitación a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino. Es una llamada a llevar las cargas de los más débiles, como recuerda san Pablo: «Mediante el amor, poneos al servicio los unos de los otros. Porque toda la Ley encuentra su plenitud en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. [...] Llevad las cargas los unos de los otros» (Ga 5,13-14; 6,2). El Apóstol enseña que la libertad que nos ha sido dada con la muerte y la resurrección de Jesucristo es para cada uno de nosotros una responsabilidad para ponernos al servicio de los demás, especialmente de los más débiles. No se trata de una exhortación opcional, sino que condiciona de la autenticidad de la fe que profesamos.

El libro del Eclesiástico viene otra vez en nuestra ayuda: sugiere acciones concretas para apoyar a los más débiles y también utiliza algunas imágenes evocadoras. En un primer momento toma en consideración la debilidad de cuantos están tristes: «No evites a los que lloran» (7,34). El período de la pandemia nos obligó a un aislamiento forzoso, incluso impidiendo que pudiéramos consolar y permanecer cerca de amigos y conocidos afligidos por la pérdida de sus seres queridos. Y sigue diciendo el autor sagrado: «No dejes de visitar al enfermo» (7,35). Hemos experimentado la imposibilidad de estar cerca de los que sufren, y al mismo tiempo hemos tomado conciencia de la fragilidad de nuestra existencia. En resumen, la Palabra de Dios nunca nos deja tranquilos y continúa estimulándonos al bien.

9. “Tiende la mano al pobre” destaca, por contraste, la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices. La indiferencia y el cinismo son su alimento diario. ¡Qué diferencia respecto a las generosas manos que hemos descrito! De hecho, hay manos tendidas para rozar rápidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de estrechas oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras. Hay manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza. Hay manos tendidas que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero. Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas. Y también hay manos tendidas que, en el puritanismo hipócrita, establecen leyes que ellos mismos no observan.

En este panorama, «los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe» (Exhort. ap. Evangelii gaudium54). No podemos ser felices hasta que estas manos que siembran la muerte se transformen en instrumentos de justicia y de paz para el mundo entero.

10. «En todas tus acciones, ten presente tu final» (Si 7,36). Esta es la expresión con la que el Sirácida concluye su reflexión. El texto se presta a una doble interpretación. La primera hace evidente que siempre debemos tener presente el fin de nuestra existencia. Acordarse de nuestro destino común puede ayudarnos a llevar una vida más atenta a quien es más pobre y no ha tenido las mismas posibilidades que nosotros. Existe también una segunda interpretación, que evidencia más bien el propósito, el objetivo hacia el que cada uno tiende. Es el fin de nuestra vida que requiere un proyecto a realizar y un camino a recorrer sin cansarse. Y bien, la finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otra que el amor. Este es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de él. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor. Este fin aparece en el momento en que el niño se encuentra con la sonrisa de la madre y se siente amado por el hecho mismo de existir. Incluso una sonrisa que compartimos con el pobre es una fuente de amor y nos permite vivir en la alegría. La mano tendida, entonces, siempre puede enriquecerse con la sonrisa de quien no hace pesar su presencia y la ayuda que ofrece, sino que sólo se alegra de vivir según el estilo de los discípulos de Cristo.

En este camino de encuentro cotidiano con los pobres, nos acompaña la Madre de Dios que, de modo particular, es la Madre de los pobres. La Virgen María conoce de cerca las dificultades y sufrimientos de quienes están marginados, porque ella misma se encontró dando a luz al Hijo de Dios en un establo. Por la amenaza de Herodes, con José su esposo y el pequeño Jesús huyó a otro país, y la condición de refugiados marcó a la sagrada familia durante algunos años. Que la oración a la Madre de los pobres pueda reunir a sus hijos predilectos y a cuantos les sirven en el nombre de Cristo. Y que esta misma oración transforme la mano tendida en un abrazo de comunión y de renovada fraternidad.

Roma, en San Juan de Letrán, 13 de junio de 2020, memoria litúrgica de san Antonio de Padua.

 

Francisco

 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Reuniones previas de presentación de las comunidades - Día 1 HACIA EL ENCUENTRO DE FAMILIA ORIONITA, VIRTUAL

ARGENTINA: COMIENZAN LAS CELEBRACIONES POR LOS 100 AÑOS DE LA LLEGADA DE DON ORIONE
El 13 de noviembre, con el encuentro online de la Familia Carismática Orionina de Argentina, inaugura oficialmente el año que se celebra el centenario de la llegada de Don Orione al país.

Celebraciones por el centenario del legado de Don Orione al país sudamericano (1921 - 2021) oficialmente en Argentina .

La apertura del evento del 13 al 20 de noviembre es el corazón de la Familia Carismática Orionina, que debido a la pandemia tendrá lugar online. Con el lema “100 años. Profetas de la caridad hacia nuevos desafíos ”, y el evento involucrará en las comunidades orioninas presentes en Argentina, pero también en las de Chile y Uruguay.

La presentación de la información de los laicos orioninos Gabriela Bermúdez, Fernanda Coronel y Juan J. Vignola seguirá el 21 de noviembre.

Finalmente, el domingo 22, desde el Santuario de Piccolo Cottolengo en Claypole, si se retransmitirá en directo la Santa Misa, presidente del Superior Provincial, P. Gustavo Aime.

Todas las citas de la Familia Charismática Orionina se retransmitirán a través de Zoom, YouTube y Facebook.


 

martes, 10 de noviembre de 2020

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES.

El Santo Padre Francisco para la IV Jornada Mundial de los Pobres a celebrarse este domingo XXXIII del tiempo durante el año, 15 de noviembre de 2020, acompañando el lema “Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7,32).

"Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad." Papa Francisco.
Dado en Roma, San Juan de Letrán, el 13 de junio de 2020, Memoria litúrgica de san Antonio de Padua.
Mensaje apto para su lectura y/o descarga disponible en → www.episcopado.org
jornada mundial de los pobre

domingo, 25 de octubre de 2020

LA TRAGEDIA DE LA AUTOPISTA

 



La muerte del superior general Don Giuseppe Masiero, de Don Angelo Riva, Don Italo Sara n

y Raphael Villanueva Escobar, el 25 de octubre de 1991. El asunto judicial.

         Don Giuseppe Vallauri reconstruye no solo la dinámica del incidente en el que el Superior General y otros religiosos orioninos perdieron la vida, sino también lo que siguió al proceso judicial.

            En la noche entre el 25 y el 26 de octubre de 1991, falleció en la Autopista Regional del Centro, desde Caracas que conduce a Valencia, directo a Barquisimeto [1] , la segunda ciudad de Venezuela, Don Giuseppe Masiero [2] , superior general y Don Angelo Riva [3] , tesorero general de la Ópera Don Orione. Don Italo Saran, director del Piccolo Cottolengo en Barquisimeto, falleció en el mismo auto, un Fiat Uno. [4] El joven voluntario Rafael Villanueva Escobar, [5] al volante, resultó gravemente herido y falleció horas después en el hospital, tras haber podido contar algo sobre la dinámica del terrible accidente de tránsito, en el que otros dos también perdieron la vida.

            Fue una gran tragedia la pérdida de tres cohermanos y un voluntario. Sus roles hicieron que el vacío dejado fuera aún mayor. En particular, la Congregación se vio sacudida por la repentina muerte del superior general.       

La Autopista Regional, que va desde la capital hacia el occidente del país, es amplia y espaciosa; dos calzadas, cada una de las cuales consta de tres carriles. Uno puede imaginarse fácilmente que el tráfico es rápido y sostenido, incluso a esa hora tardía. (¿Puedes encontrar el tiempo aproximado?) A unos 11 kilómetros del centro, aún en el área metropolitana de Caracas, hay una curva ancha, en parte un viaducto en una vía de abajo, llamado “el Tazón”, desde el nombre del barrio ubicado a la derecha. La zona es montañosa y la carretera continúa inmediatamente cuesta arriba, en una larga línea recta, en el centro de un pequeño valle.

El Fiat estaba completando la curva cuando, de repente, desde la dirección opuesta, en fuerte descenso, llega un camión a gran velocidad, "en la jerga venezolana, que prácticamente pasa por encima del Fiat y un coche posterior, aplastando al primero y empujando al segundo fuera de la carretera. Se cree que Don Masiero, Don Italo y Don Riva murieron instantáneamente, presionados contra el retorcido vehículo. En una foto espantosa, tomada por los rescatistas, se puede ver la cabeza agrandada y un brazo de Don Masiero. También murió el conductor del otro automóvil, un taxista llamado Luis Rafael Gonzáles. Una mujer no identificada también perdió la vida, viajando, según un periódico, en la camioneta o en un taxi, según otros.

El joven Rafael, herido de muerte, fue trasladado al cercano hospital de Coche pero, a pesar de las intervenciones de los médicos, falleció en la madrugada del día 26. Como se mencionó anteriormente, sin embargo, tuvo fuerzas para hablar, decir su nombre y dirección. y relatar el incidente.

EL camión que provocó la tragedia, un “Pagado”, blanco y azul, matrícula 770 MAN, fue “Cargado de papas”. (patatas). Al frente estaba Arturo José Hernández, de 42 años, originario de Quibor, en el estado de Lara, por lo tanto del mismo estado de Barquisimeto. Llevó su carga al mercado de Coche, un suburbio. Arturo José resultó gravemente herido; fue trasladado al hospital de Coche (donde murió alrededor de las 4.30 de la madrugada).

La causa inmediata del accidente, en la práctica, se atribuye a la rotura de los frenos del camión: se dirigía hacia la ciudad, y dado el largo y recto descenso, había alcanzado una velocidad peligrosa. Al acercarse a la esquina, tuvo que reducir la velocidad y, se cree, aplicó los frenos. Fallaron y el camión, en lugar de mantener su carril, rompió la línea divisoria e invadió el carril opuesto. En ese instante pasaban los dos autos, el Fiat Uno y el taxi. El impacto fue muy severo. El primer carro, el de nuestros religiosos, fue comprimido por el peso del vehículo y su carga; el segundo, el taxi, como puede verse en las imágenes, quedó reducido a una maraña de metal irreconocible.

¿La carga de “papas”? se derramó sobre el asfalto. Dada la hora tardía, la oscuridad de la noche, la zona un poco aislada, aunque cercana a las afueras de la ciudad, la ayuda no fue inmediata. Así que no sabemos si alguien sobrevivió brevemente o si todos murieron instantáneamente. Un diario apostó que si el rescate fuera más oportuno se salvarían más víctimas. Sin embargo, es seguro que los bomberos lucharon por sacar los cuerpos de los restos. El conductor de la camioneta perdió la pierna derecha y el cuerpo de la desconocida fue encontrado entre las bolsas de papas que se habían derramado en la vía.

La luz de la mañana del sábado reveló los detalles del aterrador incidente. Entre los objetos aún reconocibles en el Fiat, dos pares de anteojos y zapatos. Un diario señaló cómo, `` por la ironía del destino, se repitió el dicho de que la `` vida sigue '' ya que, poco después de la recuperación de los cadáveres, y durante toda la mañana, decenas de personas se entregaron a la colecta de las "papas"  esparcidos por la carretera y en la cuneta, en el borde”.

¿Diferente a la "carga"? de los sacerdotes: una fuente reveló que dentro del Fiat Uno de ellos, presuntamente el ecónomo, llevaba consigo más de 50.000 bolívares, una gran suma de cruzeiros y, además, liras y dólares. Sin embargo, el columnista observó de inmediato que el dinero se destinaba a la obra de Barquisimeto, y también a otras obras de la congregación, ya que los dos superiores visitarían otras casas y llevarían ayuda donde fuera necesario.

Las víctimas fueron trasladadas al Tanatorio de Bello Monte, donde fueron identificadas, algunas con dificultad por la falta de documentación, y una, como se ha dicho, quedó sin nombre. La afirmación de la prensa de que faltaban los documentos, al menos en lo que respecta a los sacerdotes, suscita cierta perplejidad: dos de los sacerdotes venían de Brasil; no hubiera sido posible ingresar a Venezuela sin documentos.

Los funerales de Don Italo y el joven Rafael se celebraron juntos en la catedral de Barquisimeto, con el arzobispo Mons. Tulio Manuel Chirivella Varella. Están enterrados en el cementerio de la ciudad, cuna del joven venezolano y ciudad de adopción, para Don Italo.

Los restos de Don Masiero y Don Riva, en cambio, fueron llevados a Italia (a un costo de 700.000,00 bolívares), y su solemne funeral se celebró en Tortona, cuna de la congregación orionina, en el santuario de la Madonna della. Guardia, donde se venera el cuerpo del fundador San Luigi Orione el 4 de noviembre, en presencia del cardenal Canestri, arzobispo de Génova y ex obispo de Tortona, de otros prelados, más de doscientos sacerdotes, autoridades, religiosas y amigos, exalumnos.

Fuente: Messaggi Don Orione

jueves, 22 de octubre de 2020

EL COVID 19, EN " LA VIDA DESPUÉS DE LA PANDEMIA" extracto

 


....estas horas, a causa del COVID-19 hemos comprendido que todos estamos involucrados e implicados: la desigualdad, el cambio climático y la mala gestión nos amenazan a todos. Hemos de entender también que se deberían cambiar los paradigmas y sistemas que ponen en riesgo el mundo entero. Nuestra vida tras la pandemia no debe ser una réplica de lo que fue antes, sin importar quién solía beneficiarse desproporcionadamente. « Seamos misericordiosos con el que es más débil.

Sólo así reconstruiremos un mundo nuevo ». 

El COVID-19 nos ha permitido poner a prueba el egoísmo y la competición, y la respuesta es la siguiente: si seguimos aceptando, e incluso exigiendo, una competición implacable entre intereses individuales, corporativos y nacionales, en la que los perdedores son destruidos, entonces al final los ganadores también perderán como los otros, porque este modelo es insostenible a cualquier escala: desde el virus microscópico hasta las corrientes oceánicas, desde la atmósfera a las reservas de agua dulce. Una nueva era de solidaridad debe poner a todos los seres humanos en el mismo plano de dignidad, cada uno asumiendo su propia responsabilidad y contribuyendo para que todos —uno mismo, los demás y las generaciones futuras— puedan prosperar. fragmento de "La vida después de la Pandemia" pág. 17 a 19 

Junto a la visión, el compromiso y la acción, el Papa Francisco ha mostrado hasta qué punto la oración es fundamental para redirigir nuestra mirada a la esperanza, sobre todo cuando la esperanza se hace débil y lucha por sobrevivir. « Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras ».

miércoles, 21 de octubre de 2020

CARTA ENCICLICA FRATELLI TUTTI : PANDEMIAS Y OTROS FLAGELOS DE LA HISTORIA



32.       Es verdad que una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos. Por eso dije que «la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. […] Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos». 

33.       El mundo avanzaba de manera implacable hacia una economía que, utilizando los avances tecnológicos, procuraba reducir los “costos humanos”, y algunos pretendían hacernos creer que bastaba la libertad de mercado para que todo estuviera asegurado. Pero el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza  a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos. Hoy podemos reconocer  que «nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad».  El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hacen resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia.

34.       Si todo está conectado, es difícil pensar que este desastre mundial no tenga relación con nuestro modo de enfrentar la realidad, pretendiendo ser señores absolutos de la propia vida y de todo lo que existe. No quiero decir que se trata de una suerte de castigo divino. Tampoco bastaría afirmar que el daño causado a la naturaleza termina cobrándose nuestros atropellos. Es la realidad misma que gime y se rebela. Viene a la mente el célebre verso del poeta Virgilio que evoca las lágrimas de las cosas o de la historia.33

35.       Pero olvidamos rápidamente las lecciones de la historia, «maestra de vida».34 Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como resultado de sistemas de salud desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado.

 

36.       Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío. Además, no se debería ignorar ingenuamente que «la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca».35 El “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia.

33        Cf. Eneida 1, 462: «Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt».

34        «Historia […] magistra vitae» (MARCO TULIO CICERÓN, De Oratore, 2, 36).  

miércoles, 7 de octubre de 2020

lunes, 5 de octubre de 2020

CRONOLOGÍA ORIONINA

 1930, 6 de octubre, lunes: Inicio de las actividades de asistencia a los huérfanos en la Villa puesta a disposición por la com. Benefactora. Paolo Sportello, en Anzio, en cuya propiedad se construyó el Istituto Sacro Cuore en 1934, en Via New York. [Cf. Escritos 67,32; 88,121; PODP, octubre de 1931, 9-11].

1934, 6 de octubre, sábado: En el vapor Conte Grande, Don Luigi Orione llega (sin desembarcar) a Río de Janeiro (Brasil), procedente de Italia. [Cf. 7.376 escritos; 18.15].

FELICIDADES A LOS PADRES GUSTAVO AIME Y DAVID PENZOTTI

                   

                           


      Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,

que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes.
Amen

viernes, 2 de octubre de 2020

OCTUBRE, MES MISIONERO EXTRAORDINARIO

 MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO

PARA EL DÍA MUNDIAL DE LA MISIÓN 2020

 

"Aquí estoy, envíame" ( Is 6,8)

 

Queridos hermanos y hermanas ,

Deseo expresar mi gratitud a Dios por el compromiso con el que se vivió el Mes Misionero Extraordinario el pasado mes de octubre en toda la Iglesia. Estoy convencido de que ha contribuido a estimular la conversión misionera en muchas comunidades, en el camino señalado por el tema "Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo".

En este año, marcado por los sufrimientos y desafíos provocados por la pandemia de Covid 19, este camino misionero de toda la Iglesia prosigue a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: "Aquí estoy, envíame" ( Is 6, 8 ). Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: "¿A quién enviaré?" ibid.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su misericordia que desafía tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial. “Como los discípulos del Evangelio, una tormenta inesperada y furiosa nos tomó por sorpresa. Nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo barco, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de consolarnos unos a otros. En este barco ... todos estamos allí. Como esos discípulos, que hablan con una sola voz y con angustia dicen: "Estamos perdidos" (v. 38), así también nos hemos dado cuenta de que no podemos avanzar cada uno por su cuenta, sino sólo juntos "( Meditación en Piazza San Pedro, 27 de marzo de 2020). Estamos realmente asustados, desorientados y asustados. El dolor y la muerte nos hacen experimentar nuestra fragilidad humana; pero al mismo tiempo todos reconocemos que compartimos un fuerte deseo por la vida y la liberación del mal. En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de uno mismo por amor a Dios y al prójimo se presenta como una oportunidad de compartir, de servicio, de intercesión. La misión que Dios confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y cerrado al yo redescubierto y renovado por el don de sí.

En el sacrificio de la cruz, donde se cumple la misión de Jesús (cf. Jn 19, 28-30), Dios revela que su amor es para cada uno y para todos (cf. Jn 19, 26-27). Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque es Amor en un movimiento perenne de misión, saliendo siempre de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió al Hijo Jesús (cf. Jn 3,16). Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra obedecen enteramente a la voluntad del Padre (cf. Jn 4 , 34; 6, 38; 8, 12-30; Heb.10,5-10). A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos arrastra a su movimiento de amor, con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a los pueblos.

«La misión, la“ Iglesia saliente ”no son un programa, una intención que debe realizarse con esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te lleva ”( Sin él no podemos hacer nada , LEV-San Paolo, 2019, 16-17). Dios siempre nos ama primero y con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal surge del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testificó. Todos, sin embargo, tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, a ser, en el sacramento del Bautismo y en la libertad de fe, lo que siempre han sido en el corazón de Dios.

El haber recibido la vida gratuitamente constituye ya una invitación implícita a entrar en la dinámica del don de sí: una semilla que, en el bautizado, tomará forma madura como respuesta de amor en el matrimonio y virginidad por el Reino de Dios. Vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende al amor. Nadie está excluido del amor de Dios, y en el santo sacrificio de Jesús el Hijo en la cruz, Dios venció el pecado y la muerte (cf. Rm 8, 31-39). Para Dios, el mal - sin siquiera - se convierte en un desafío para el amor y el amor más y más ( cf.Mt 5 : 38-48; Lc23,33-34). Por tanto, en el Misterio Pascual, la misericordia divina sana la herida original de la humanidad y se derrama sobre todo el universo. La Iglesia, sacramento universal del amor de Dios al mundo, continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía a todas partes para que, a través de nuestro testimonio de fe y del anuncio del Evangelio, Dios vuelva a manifestar su amor y toque y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas en todos los lugares y tiempos.

La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero sólo podemos percibir esta llamada cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús, que está vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿estamos dispuestos a acoger la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, a escuchar la llamada a la misión, tanto en el camino del matrimonio, como en el de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, y en todo caso en la vida cotidiana? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a todas partes para dar testimonio de nuestra fe en Dios Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de la salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo edificando la Iglesia? Como María, la madre de Jesús, estamos dispuestos a estar sin reservas al servicio de la voluntad de Dios (cf. Lc1,38)? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: "Aquí estoy, Señor, envíame" (cf. Is 6, 8). Y esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.

Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia se convierte en un desafío también para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos desafían. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los abandonados a sí mismos, de los que pierden el trabajo y el salario, los que no tienen casa ni comida. Obligados a estar físicamente distantes y a quedarnos en casa, se nos invita a redescubrir que necesitamos relaciones sociales, y también una relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debe hacernos más atentos a nuestra forma de relacionarnos. con los demás. Y la oración, en la que Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación.La imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía nos ha hecho compartir la condición de tantas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa todos los domingos. En este contexto, la pregunta que Dios hace: "¿A quién enviaré?", Se dirige de nuevo a nosotros y espera una respuesta generosa y convencida de nosotros: "¡Aquí estoy, envíame!" (Es 6,8). Dios sigue buscando a quién enviar al mundo ya los pueblos para dar testimonio de su amor, de su salvación del pecado y de la muerte, de su liberación del mal (cf. Mt 9, 35-38; Lc 10, 1-12).

Celebrar el Día Mundial de las Misiones también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. La caridad expresada en las colectas de las celebraciones litúrgicas del tercer domingo de octubre está destinada a apoyar la obra misionera realizada en mi nombre por las Obras Misionales Pontificias, para satisfacer las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las Iglesias de todo el mundo para la salvación. de todo.

Que la Santísima Virgen María, Estrella de la evangelización y Consoladora del afligido, discípulo misionero de su propio Hijo Jesús, continúe intercediendo por nosotros y apoyándonos.

Roma, San Giovanni in Laterano, 31 de mayo de 2020, Solemnidad de Pentecostés

 

viernes, 25 de septiembre de 2020

2020, MES DE LA BIBLIA, MLO BARRANQUERAS PRESENTE VIRTUALMENTE

VIDEO 2020, SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA, EL MLO BARRANQUERAS SE UNE A ESTA CEL...

LA COORDINACION LOCAL DEL MLO BARRANQUERAS, SE UNE A ESTA FECHA TAN IMPORTANTE, COMO ES EL MES DE LA BIBLIA Y EL 27 DIA NACIONAL DE LA BIBLIA EN ARGENTINA, POR LO QUE DIFUNDIREMOS  VIDEOS ALUSIVOS A LA FECHA .