SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


miércoles, 26 de febrero de 2025

FIN ESPECIFICO DE LA OBRA DON ORIONE


El fin especial de la congregación es difundir el conocimiento y el amor de Jesucristo de la iglesia y del papa, especialmente entre las clases humildes; atraer y unir con un vínculo dulce y estrecho, de toda la mente y el corazón, los hijos del pueblo y las clases trabajadoras a la sede apostólica en la cual, según las palabras de San Pedro Crisólogo, “San Pedro vive, preside y hace entrega de la verdad de la fe a quien la pide”

Con la inequívoca y categórica expresión “Quede por tanto bien establecido que la Pequeña Obra es para los pobres”, Don Orione ha querido poner en el fin carismático un vínculo en relación a las personas a las que va dirigida la obra caritativa de la Congregación. El fin eclesial-papalino (“llevar a la Iglesia y al Papa”) a perseguir “mediante las obras de caridad” está determinado, más aún “bien definido” en la elección de los destinatarios: "Nosotros estamos para los más pobres, para los más pobres. Los trapos de la Divina Providencia son para los hijos de las clases humildes más proletarias, más necesitadas… Digo esto e insisto para trazar el surco, y no es la primera vez".

Tiende a este fin, mediante el apostolado de la caridad entre los pequeños y los pobres; con las obras de misericordia espirituales y corporales más aptas para la educación y formación cristiana de la juventud más necesitada y del pueblo, a fin de cooperar modestamente, a los pies de la sede apostólica y de los obispos, a la renovación y unificación en Jesucristo, del hombre y de la sociedad, llevando a la iglesia y al papa el corazón de los niños más abandonados, de los pobres  de la humilde clase obrera: “ad omnia in christo instaurada, ut fiat unum ovile et unus pastor”.

Quede, por tanto, bien determinado, que la pequeña obra, confiada solamente en la infinita bondad y ayuda de la divina providencia, queriendo conformar su vida lo más perfectamente posible al ejemplo dado por el hijo de Dios, “es para los pobres”, en los cuales ve y sirve a Nuestro Señor Jesucristo y quiere fundamentar su acción en la humildad” El mensaje de Don Orione, en el artículo 2 del Capítulo I de las Constituciones, del 22 de julio de 1936, escrito de su puño y letra.

 (hoy en artículo n° 15). de las Constituciones y normas, p.O.D.P., O.C. Págs. 24-25 15 Carta del 24 de junio de 1937; Lettere, Vol. II. Pág. 463

En un escrito muy significativo sobre el fin carismático, después de haber nombrado a los Jesuitas, Escolapios, Barnabitas, Salesianos, Maristas “y otras comunidades similares”, afirma “otra Misión y otro vastísimo campo nos ha abierto la Divina Providencia. Nosotros hemos sido llamados a ser los hijos de la Divina Providencia, la mano de la Divina Providencia, los instrumentos inteligentes de la Divina Providencia para aquellos, para todos aquellos que, careciendo de providencia humana, tienen necesidad, mayor necesidad, de la Providencia Divina”.


martes, 25 de febrero de 2025

MISIÓN COMPARTIDA CON ESPIRITU ORIONITA

 


Desde los inicios, Don Orione pensó en la Pequeña Obra de la Divina Providencia, como una planta única con diversas ramas, corriente de agua viva que se derrama en muchos canales, una familia unida en Cristo.

Para eso fundó una congregación de Religiosos, los Hijos de la Divina Providencia, y otra de Religiosas, las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad. Pero también creyó en los laicos, y los consideró parte fundamental de esta familia.

De ese modo, Religiosos y Laicos orionitas, aunque desde vocaciones distintas, están llamados a dar vida al mismo carisma del Fundador en las nuevas circunstancias históricas. “¿Son tiempos nuevos? Fuera los miedos. No dudemos. Lancémonos en las formas nuevas, en los nuevos métodos… No nos fosilicemos: basta conseguir sembrar, basta poder arar a Jesucristo en la sociedad y fecundarla de Cristo”, decía Don Orione con suma convicción.

Don Orione creyó en los laicos, pensó en los laicos como parte importante de su familia. Basta leer y releer la carta que escribió a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad sobre la colaboración de los laicos en el Pequeño Cottolengo de Génova. Rescato algunos trozos sueltos: “En cierto momento, como le pasó a S. Vicente de Paúl y al mismo beato Cottolengo, ya no basta el servicio de las personas que trabajan en instituciones de caridad – como ésta en la que nos hemos embarcado nosotros en Génova, en nombre de la Divina Providencia y confiados en ella – y, por más religiosas que tuviéramos, o nunca serían suficientes o, por otros motivos válidos que sería largo enumerar, tendríamos que tener siempre otras personas, incluso no religiosas, pero de buen espíritu y también –Dios lo quiera- de buena familia, es decir, de buena educación, para que nos ayuden y hagan, dentro y fuera, lo que nosotros ya no podemos hacer, ya sea porque por diversas razones no es conveniente que lo hagamos o bien porque no sabemos hacerlo. Y, entonces, si estáis solas vosotras, se resentirá el ministerio de la Caridad y sufrirán los pobres de Jesucristo…Hay muchas almas buenas, tanto en los sectores humildes, o sea del pueblo de Génova, como entre las señoras ricas, a las que bastará confortarlas un poco, animarlas y alentarlas a que vengan a ayudar al Cottolengo, a hacer el bien y, en fin, a interesarse y trabajar en casa y afuera, para formar con ellos una categoría de ayudantes suplementarios, que asuman por turno algunos cargos en la Casa y afuera; y muchas terminarán siendo hermanas vuestras y hasta auténticas religiosas. Hay muchas que sólo esperan que se les dé un empujón.

La comunión entre Religiosos y Laicos se construye y se expresa en la misión compartida de transformar el mundo según el Evangelio. Se enriquece a través de espacios de pertenencia y participación; se acrecienta en una corresponsabilidad en el servicio cada vez mayor.

No pocos laicos trabajan en las iniciativas orionitas de acción social y eclesial. Algunos, desde un profundo sentido cristiano, mientras que otros, más que por motivación religiosa, lo hacen por razones humanitarias, poniendo al servicio todo su esfuerzo y capacidad profesional.

Otros tantos laicos, en sintonía con la espiritualidad del Fundador, están presentes en otros ambientes, mediante diferentes formas de compromiso.

Por último, están aquellos que se acercan a la Obra para colaborar, visitar, o asumir alguna forma de voluntariado, cosas que ya en su tiempo, Don Orione valoraba: “Cuántos hay que estarían muy felices de poder consagrar al Pequeño Cottolengo algunas horas de la semana –adentro y afuera sea para el Cottolengo, o sirviendo a nuestros enfermos en Casa o buscando ayuda afuera…”

lunes, 24 de febrero de 2025

MISIÓN DE LA OBRA DON ORIONE

 

 
 la misión carismática de la Congregación.
Si bien es cierto que el tiempo, especialmente de la capacitación inicial, tiende a dar prioridad a los itinerarios de conocimiento de los candidatos, de iniciación en el estilo de vida y contenido de los programas y proyectos de capacitación, para ofrecer a los candidatos espacios concretos (a menudo demasiado protegido), para el autoconocimiento, para la oración y el estudio, no debemos olvidar que nos formamos para la misión. La vida consagrada no es un refugio o una guardería, sino un laboratorio de vida que tiene como objetivo enviar a la misión, a los pobres, al mundo.
El corazón apasionado de Don Orione y la identidad carismática que quiere para sí, también se destacan en esta carta escrita a los Clérigos de Villa Moffa en 1927: "¡Ah! que ninguno de nosotros tiene que reprochar las palabras que están en un salmo "Dormí y me quedé dormido" (...) Entonces, si alguno de ustedes entendió que sus deberes los atrofiaron un poco, que vivieron en la indolencia, vean que tiemblan y se entregan para honrar a Dios y seguirlo con el ardor y el ardor de los santos religiosos ... Amamos verdaderamente a nuestro Señor, que nos amó tanto, amamos nuestra santificación, la Santa Iglesia y nuestra Congregación y los preparamos para nosotros. indigno, pero más digno de quien podemos honrar. (...) Sentimos en Domino la caridad de Jesús que nos insta y nos presiona: "¡Charitas Christi urget nos!" Quien no siente esta caridad que es el amor de Jesús y el espíritu del apostolado, es mejor dejar la Congregación, ya que no tendría el espíritu ". [dieciséis]
Los programas de formación inicial deben pensarse en una clave apostólica y misionera. Todo lleva a la misión, al servicio de la caridad y este horizonte que finalmente da sentido a la existencia de la Congregación nunca debe perderse. Ciertamente, esta perspectiva misionera nos mantendrá vigilantes para no caer en la autorreferencia, la sobreprotección, el idealismo y ni siquiera en el escapismo y el cierre. La "caridad", el contacto con los pobres, la realidad del pueblo, el apostolado, son formas de formación.
El Papa, entonces cardenal Bergoglio, dijo al FDP en Argentina: " es mejor tener una congregación de accidentes, que está harta de cierre y de autorreferencia ". Esto se aplica a las casas de formación: ¡mejor chocado que enfermo de cierre! La pasión apostólica es una parte vital del llamado vocacional de un Orionita y la formación no puede sofocarlo, por el contrario, debe darle profundidad, contenido, orientación, pero nunca alejar a los jóvenes de la misión y la vida apostólica.
Entonces la pasión por proclamar el Evangelio a los pobres, la disponibilidad misionera madurará y, desde el principio, uno saldrá de la tentación de sentarse y convertirse en estudiantes eternos. Sí, la preparación profesional y técnica es importante, pero nuestra primera escuela y universidad es caridad, son los pobres. Esto sigue siendo una gran responsabilidad de los formadores porque, lo que no se enciende desde el principio, existe el riesgo de que nunca se encienda.
 El desafío de formar fraternidad, comunión y relaciones interpersonales.
El elemento fraterno y comunitario es constitutivo de la vida religiosa y hoy representa un gran desafío, dada la fragilidad que la cultura global ha generado en las personas, especialmente en las nuevas generaciones. Nuestros jóvenes provienen de estos contextos, donde se promueve principalmente la autosuficiencia, la rivalidad, la exaltación del yo egocéntrico e individualista, la descalificación y división de la familia y la cultura de una comunicación virtual exasperada. Además, la violenta irrupción de ideologías que tienden a relativizar la identidad y los valores fundamentales del ser humano. Este equipaje natural que llevan los jóvenes no puede ser ignorado en el momento de la capacitación. Equipaje que convive con auténticos deseos de fraternidad, amistad sincera, relaciones verdaderas.
Es importante ayudar a los jóvenes a crecer en la entrega de sí mismos, ser constructores de la comunidad y no consumidores, que esperan todo de la comunidad, pero no se involucran. Debemos ayudarlos a no idealizar la vida fraterna y aceptar el conflicto y la crisis como una oportunidad para madurar en el conocimiento de sí mismos, de los demás y en el amor mutuo, por los discípulos convocados por el mismo Maestro.
Don Orione tenía un gran corazón fraterno y siempre instó a sus hijos a " amarse " y " unirse como los dedos de la misma mano ". [17]
El formador llevará a los jóvenes a descubrir la belleza de las relaciones fraternales y la amistad también con el sexo opuesto, la comunicación y el diálogo, compartiendo dones y perdón mutuo (formación de afectos); lo llevará a descubrir la belleza de las relaciones " reales " y " virtuales " y a tomar decisiones libres y de calidad. El documento "Para vino nuevo ..." dice: la comunidad es el lugar donde se inicia la iniciación en el esfuerzo y la alegría de vivir juntos; en la fraternidad uno aprende a recibir a otros como un regalo de Dios ... donde uno aprende a compartir los dones recibidos para la construcción de todos ... donde uno aprende la dimensión misionera de la consagración ... [18]. También el amor y la aceptación de toda diversidad como riqueza: cultural, generacional, de carácter, espiritual ...

domingo, 23 de febrero de 2025

ACTITUD MISIONERA

ABANDONARSE, ARREMANGARSE Y CONFIAR...

Estas tres actitudes marcaron toda la vida misionera de Don Orione. Vale que nos detengamos en cada una de ellas durante su primera estadía latinoamericana.

    Abandonarse: Don Orione, siendo fiel a su estilo de fundador, en el transcurso de dos meses, ya tenía en marcha nuevas obras. Pero el impulso misionero de los primeros religiosos se apagaba: después de nueve años del primer grupo de misioneros a Brasil, no se llegó a concretar ninguna actividad más de la que se tenía: la presencia de su “instituto” -escribía desanimado Don Orione- “lo  encontré  conformado  por:  el  P.  De Paoli, el P. Ballino, el P. Casa, el seminarista Dondero y un monaguillo de 13 años; ¡esto es todo el Instituto Barão de San Gerardo!”.

¿Cuál será la actitud de Don Orione ante la desanimadora presencia con la que se encuentra? La de

abandonarse en la mano de la Providencia, dejarse conducir por la presencia del Espíritu presente en la vida de tantos hermanos que clamaban por pastores que alivien sus penas, sus dolores.

Arremangarse:  Antes de  llegar  a  Mar  de  Espanha (Brasil), Don Orione había iniciado tratativas con la Nunciatura Apostólica de Rio de Janeiro para asumir la gestión de la Casa de Preservação, una especie de “reformatorio” con 260 jóvenes. Para sostener las obras del Brasil y estas nuevas iniciativas era necesario arremangarse. Don Orione sabía perfectamente que, si quería sacar adelante la frágil presencia de la obra, el camino sería la del trabajo y el sacrificio, poner el cuerpo a las circunstancias: ese era el único camino conocido por nuestro fundador.

Mientras  tanto,  sin  mucho  entusiasmo  el  P.  Carlo Sterpi, a cargo del gobierno de la congregación, seguía con los planes de reforzar la frágil presencia de la congregación en Brasil, siendo consciente de la escasez de fuerzas de las obras en Italia.

Confiar: ¿Desde dónde se encuadra la misión de Don Orione en Latinoamérica? Para ensayar una respuesta tendríamos que posar la mirada sobre el mismo Don Orione: fue un hombre pragmático, más que especulativo, y desde aquí encontramos la razón profunda de su accionar, su inclinación hacia los más alejados y vulnerables de la sociedad. Su carisma se sintetiza en el programa de la misma congregación: Instaurare omnia in Christo / Poner todo en Cristo, como don de Dios que se irá explicitando en su amor a la Iglesia, el Papa y las personas.

El proyecto misionero orionita surge desde su experiencia fundacional tortonesa y de las enseñanzas del magisterio pontificio de León XIII, captados en forma original gracias al sensus  ecclesiae, esto es el sentir, pensar y querer dentro de la Iglesia, del que Don Orione estaba imbuido. La adhesión al Papa sugiere la apertura hacia nuevas culturas. Desde esta perspectiva, cobra sentido la apertura misionera congregacional, confiándose a la Divina Providencia.


sábado, 22 de febrero de 2025

VIDA FRATERNA Y MISIÓN








 Juan Pablo II, en Vida consecrata 45, afirma explícitamente que “Para presentar a la humanidad de hoy su verdadero rostro, la Iglesia tiene urgente necesidad de semejantes comunidades fraternas. Su misma existencia representa una contribución a la nueva evangelización, puesto que muestran de manera fehaciente y concreta los frutos del «mandamiento nuevo».

 Es la característica que tiene que inspirar nuestro compromiso misionero. Sobre la vida comunitaria ha insistido mucho nuestro último Capítulo General.

Es en Vida fraterna en comunidad [VFC] que el tema es tratado muy relacionado a situaciones y a los valores de la misión de los religiosos.

" Al mismo tiempo que el Señor envía a sus discípulos a predicar el Evangelio a toda criatura (cf Mt 28,19-20), los llama a vivir unidos «para que el mundo crea» que Jesús es el enviado del Padre, al que se debe prestar la plena adhesión de la fe (Jn 17,21). El signo de la fraternidad es, por lo mismo, sumamente importante, porque es el signo que muestra el origen divino del mensaje cristiano y posee la fuerza para abrir los corazones a la fe. Por eso «toda la fecundidad de la vida religiosa depende de la calidad de la vida fraterna en común»" (n.54).

“La Iglesia valora tanto la vida fraterna de las comunidades religiosas. Cuanto más intenso es el amor fraterno, mayor es la credibilidad del mensaje anunciado y mejor se percibe el corazón del misterio de la Iglesia … La vida fraterna, sin serlo «todo» en la misión de la comunidad religiosa, es un elemento esencial de la misma. La vida fraterna es tan importante como la acción apostólica. No es lícito, pues, invocar las necesidades del servicio apostólico para admitir o justificar comunidades mediocres." (n.55).

Son pensamientos claros e incisivos. En la misión de la Iglesia a los religiosos algo es preguntado de específico. VFC 66: “La vida fraterna en común tiene un valor especial en los territorios de misión "ad gentes", porque demuestra al mundo, sobre todo no cristiano, la «novedad» del cristianismo; o sea, la caridad que es capaz de superar las divisiones creadas por toda raza, color y tribu... Pero no pocas veces, es precisamente en los territorios de misión donde se encuentran notables dificultades prácticas para formar comunidades religiosas estables y consistentes. Mencionadas otras razones que pueden obstaculizar la vida comunitaria, concluye: “Lo importante es que los miembros del instituto sean conscientes del carácter excepcional de estas situaciones, cultiven la comunicación frecuente entre sí, faciliten encuentros comunitarios y, cuanto antes, se formen comunidades religiosas fraternas con un vigoroso sentido misionero, a fin de que se pueda ofrecer el signo misionero por excelencia: «Que todos sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17,21).

 En dos textos de Juan Pablo II dirigidos a la Familia orionina.

El primero es del 1987: "vuestro Instituto está mostrando una fervorosa vitalidad, llena de promesas, y alabo de ello el señor que en ustedes manifiesta su potencia". Entre estas señales de "vitalidad", el Papa luego indicó el "fortalecimiento del impulso misionero". [3]

Seis años después: "Vuestra Obra, que va ampliando sus tiendas misioneras en cada continente, conserve siempre el espíritu de los orígenes. Sea siempre como el Fundador la quiso: una familia humilde, alegre, completamente dedicada al servicio de los pobres, para unir estrechamente a todos, con amor dulcísimo, a Cristo en la Iglesia. Los acompañe en tal misión la materna ayuda de María, "Madre" y celeste fundadora de vuestra Congregación, como amaba repetir a Don Orione". [4]

 [1] En el Angelus del 2.10.2005.

[2] Homilía en la Parroquiia de Ognissanti, Roma, 3.3.1991. Hermosa y  sintética es también otra expresión: “Don Orione quizo hacer de Cristo el corazón del mundo después de haber hecho de aquél, el corazón de su corazón”; Carta en el  50° de la muerte de Don Orione, 12.3.1990.

[3] Al IX Capítulo General FDP, 20.5.1987.

[4] Al IX Capítulo General FDP, 16.5.1992.