SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


jueves, 27 de enero de 2022

DON ORIONE COMIENZA SU OBRA EN ARGENTINA





La Providencia tomó la mano de María y ambas esperaron a Don Orione en Argentina, el país que finalmente cautivó su corazón. Días más tarde de su llegada, después de ir a Luján para honrar a la Virgen, el 17 de noviembre escribió desde Buenos Aires a monseñor Grassi, obispo de Tortona: “Hoy comienza mi vida en el nombre del Señor y por las almas de estos huérfanos, en la caridad de Jesucristo. Estuve en el Santuario de Luján y envío un pequeño recuerdo con amor de hijo. Puse mi vida en el Corazón de Jesús Crucificado y no quisiera dejar en cada momento de brindárselo a la Santa Madre Iglesia y a los huérfanos: son mis grandes amores, por la gracia divina”. Una vez aceptada la primera casa en Argentina, Don Orione regresó a San Pablo, Brasil, para la fiesta de la Inmaculada. El 15 de diciembre estaba nuevamente en Río de Janeiro. Allí se enfermó: el cansancio, el clima, la tensión, las decisiones, la preocupación por no poder hacer más debilitaban su cuerpo, pero no su corazón, lleno de misericordia por los demás. Como el amor es siempre fecundo y creativo y busca las maneras de crecer e impregnarlo todo, el misionero Luis Orione comenzó a pensar en la necesidad de dar al pueblo vocaciones propias del lugar. El obispo Silverio, de raza negra, vio en estas ideas de Don Orione la gracia de Dios operando como un soplo suave y renovador. “Las dos familias religiosas de color... deberán ser la fragua de donde surja un clero y religiosos comprometidos, a su vez, en suscitar y desarrollar vocaciones de color, dedicándose a la educación de la juventud negra más pobre; los misioneros negros así formados deberían llevar la Palabra y acción evangélica a África, allá de donde estos amados hermanos fueron traídos como esclavos, regresarán a llevar la libertad de los hijos de Dios”, expresó Don Orione en un escrito.

 

Para él ya no existían fronteras, razas, límites o divisiones, solo existía un amor infinito, una caridad suave y serena que sanaría todos los corazones, el sueño de Dios Padre para todos sus hijos.

VINE A ARGENTINA CON LA INTENCIÓN DE EDIFICAR UNA IGLESIA A LA VIRGEN, PERO LA VIRGEN FUE MÁS DILIGENTE QUE YO Y ME LA DA YA HECHA.

 Los primeros misioneros

El 15 de enero de 1922 partió desde Génova otro contingente compuesto por cinco religiosos misioneros: el P. José Zanocchi, el P. Enrique Contardi, el P. José Montagna, el P. Carlo Alferano y el seminarista Francisco Castagnetti. Llegaron el 1º de febrero y fueron recibidos por Don Orione en el puerto de Río de Janeiro. Don Orione subió al barco para ocupar el puesto del P. Alferano, quien descendió y se trasladó a la casa de San Pablo a la que había sido destinado.

De esta forma, Don Orione vuelve a asumirse como padre de sus religiosos, acompañando a los misioneros hasta Argentina Les mostró las obras ya establecidas: la iglesia de Victoria, con una escuela de “artes y oficios” y un hogar en Marcos Paz (provincia de Buenos Aires). Con ellos fue, para quedarse, el seminarista José Dondero.

Esta vez Don Orione se quedó más de tres meses en nuestro país y escribió numerosas cartas a las demás  casas inauguradas en Latinoamérica. Por medio de sus escritos estaba cercano y presente con todos. Pero a la vez, desde Italia reclamaban por su regreso.

Como allí hacía falta su presencia decidió ir preparando su viaje de retorno. El 19 de marzo de 1922 nombró al P. José Zanocchi su representante para las comunidades de Latinoamérica y el 13 de mayo partió de Argentina. El 18 de junio, durante la navegación, escribió el inolvidable himno a la caridad: “Anhelo cantar el cántico divino de la caridad, pero no quiero esperar a cantarlo cuando me vaya al Cielo. Por tu infinita misericordia te suplico, oh Señor y Padre nuestro de mi alma, me concedas la posibilidad de iniciar este cántico desde la tierra; aquí, Señor, ante este amplio horizonte de aguas y cielo, desde este Atlántico que me habla de tu poderío y tu bondad...”. Era un canto de alegría desbordante por lo vivido entre los más pobres, por haber podido llegar a tantos corazones con la luz de la fe. Era el canto de un hombre de Dios conmovido ante la necesidad de sus hermanos, convencido de que no se puede esperar para hacer el bien, que “ahora” es el tiempo oportuno para “centrarlo todo en Cristo” (Ef 1, 10). Era el canto esperanzador de aquel que sabe mirar lo que viene y hacer todo lo necesario para que suceda

 


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