el
1º de mayo 1898 , la decada trágica de Italia 1890-1900, en Molfetta, Benevento, Rímini, Ravena, y en varias otras
ciudades y zonas rurales; y en los primeros diez días del mismo mes, las masas
se desencadenaron en gran parte de Italia con un súbito sentido de violencia
que sorprendió profundamente al gobierno y a las clases dirigentes. No dejaron
de producirse episodios de linchamiento por parte de la multitud y hubo
disparos contra ella.
1904:
Traslado definitivo de la Casa Madre del Colegio "Santa Chiara", en
Tortona, a la antigua residencia de los Oblatos Franciscanos, más tarde
llamado "Convitto Paterno", en Via Emilia, 63.
1904:
Inicio de las actividades en la iglesia de «Sant'Anna al Vaticano»,
sede de la Cofradía de los Palafrenieri, en el distrito de Borgo Pio, en
Roma, encargado por Pío X. [Cf. Escritos 59.2;
ASTERISCO
Cardenal
Angelo Bagnasco: "La relación entre justicia y misericordia es una
cuestión antigua, que ha marcado desde el principio el devenir de la
civilización occidental. orden entre polaridades que tienden a ser
adversarias, como entre libertad personal y orden social, entre culpa y
castigo, entre la recuperación y la redención.En este esfuerzo
especulativo tan vivo en el mundo griego -desde Sócrates a Aristóteles y
Platón- y en el romano -desde Cicerón a Séneca a Marco Aurelio- el
cristianismo se inserta proponiendo una síntesis audaz, nueva al mismo
tiempo que acepta muchos atisbos de clasicismo, y que marcarán la
historia posterior, son distintos y al mismo tiempo se interpenetran
profundamente.
La justicia y la misericordia, con el anuncio cristiano, dejan definitivamente de ser alternativas y se convierten en virtudes que no sólo se refieren la una a la otra, sino que ya no pueden prescindir la una de la otra. "La misericordia sin justicia es la madre de la disolución", decía santo Tomás, y añadía que "la justicia sin misericordia es crueldad". Una relación simbiótica en la que perece la dignidad de la persona es la brújula decisiva
La justicia y la misericordia, con el anuncio cristiano, dejan definitivamente de ser alternativas y se convierten en virtudes que no sólo se refieren la una a la otra, sino que ya no pueden prescindir la una de la otra. "La misericordia sin justicia es la madre de la disolución", decía santo Tomás, y añadía que "la justicia sin misericordia es crueldad". Una relación simbiótica en la que perece la dignidad de la persona es la brújula decisiva
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