Porque aquellos pastores eran pobres, simples y
piadosos se les apareció el Ángel; y, llamados a la gruta de Belén, su corazón
se enterneció ante el Niño Jesús. El Señor llama a los humildes, a los puros, a
los sencillos. Eran hombres de buena voluntad, y los ángeles invocaron sobre
ellos la paz.
¡He aquí que apareció el Salvador y Dios nuestro, el
Mesías! Ha nacido para salvar a todos los
hombres; y su esplendor divino brilla hoy sobre
nosotros, renovados por su gracia, e inundados
por su luz y su paz. ¡Sólo su vida llena los
corazones!
Ha nacido Jesús, que dará el perdón a los enemigos,
vencerá el mal con el bien y dará el
mandato de amar a todos: Jesús, el autor de la vida,
el redentor del mundo, el que da la
inmortalidad.
Oh Dios grande y bueno, Dios omnipotente y eterno, que por nosotros te has hecho niño, y nos alegras todos los años con la fiesta de Navidad, purifica nuestra vida mediante los sacramentos,
misterios celestiales; edifica en nosotros el Reino de tu santo amor y de tu paz suavísima; dirige nuestra voluntad hacia el bien y nuestras acciones según tu beneplácito;
Haz, oh Señor, que caminemos siempre por el camino
recto, bajo tu mirada: siempre a los pies de tu Iglesia, con gran humildad,
sencillez y alegría.
¡Oh Jesús dulce, Jesús amor! nosotros te queremos amar y servir con gran
caridad y santa alegría, contentos siempre por la bienaventurada esperanza, amando
y viviendo con las cosas humildes y pobres, como tú nos has enseñado, Jesús, con
tu nacimiento, tu vida y tu muerte.
¡Hacer siempre el bien a todos, oh Jesús, bendiciendo
siempre y nunca maldiciendo!
Embriagados con las delicias celestiales de tu santa
navidad, no te pedimos otra cosa, Jesús,
que amarte, amarte, amarte! Y que la paz consoladora se
difunda por toda la tierra
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En Lettere di Don Orione, II, pp. 316ss. de una carta
escrita por Don Orione a sus antiguos
alumnos, bienhechores y amigos para la Navidad de
1935.
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